De Donald Trump a Bernie Sanders, la cara oculta de Estados Unidos.

“No quiero nada con México más que construir un muro impenetrable y que dejen de estafar a Estados Unidos”. Donald Trump.

Alfredo César Dachary.

 

Es inaceptable, es imperdonable, pero es previsible, esta frase en manos del candidato con más posibilidades a contender por la Presidencia de Estados Unidos, que dice cosas que en la historia moderna se vienen construyendo y se han intentado superar pero no se han borrado.

El hecho que hasta los 70´s del siglo XX en Estados Unidos hubiera un modelo de aparheid y además grupos racistas que sobreviven hasta hoy, como el Ku Kux Klan, no nos debe sorprender, ya que hoy parece que uno de los deportes de los policías blancos de ese país es matar jóvenes negros por lo que “parecen” no por lo que son.

La muerte de niños mexicanos en la frontera mientras jugaban al fútbol por parte de la guardia fronteriza fue un punto más en la larga caza de ilegales, que encabezan mayoritariamente grupos blancos racistas, sin que la ley les haga algo, o sea, con total impunidad. La Asociación del Rifle mantiene la necesidad de que la gente esté armada; en Texas hasta se puede portar las armas como en las viejas películas del lejano oeste.

Pero hay mucho más, que la verborragia, la falta de ética y de educación que tiene este tradicional nuevo rico, frente a la sociedad y los países vecinos. Por ello sorprende que Fox, le salga al quite, luego que promovía la capacitación en inglés y computación para emigrar a Estados Unidos, y atrás de él hay una larga lista de políticos que ahora están aprovechan en un año político en México las barbaridades que exhala el magnate para enfrentarse verbalmente.  Veremos que ocurriría si gana la presidencia…

La pregunta sobre el origen de este nuevo fenómeno político tiene muchas respuestas, por un lado, hay quienes creen que es una reacción airada a la presidencia del demócrata Barack Obama, quien realidad en dos períodos no se destacó por buscar una paz mundial y menos un equilibrio y mejora de calidad de vida en Estados Unidos ni a nivel global; es más es el periodo en que la violencia policial expresada en una larga cadena de homicidios no castigados, sobre los jóvenes negros ha logrado la mayor expresión, que nos hace recordar la existencia del Ku Kux Klan.

También es una respuesta a los cambios económicos y demográficos acelerados, en el país que ha generado una mayor brecha entre pobres y clases medias hoy empobrecidas, antigua expresión del AWL y que en éstos la mayoría son blancos que ven como los inmigrantes a base de esfuerzo y realizar cualquier trabajo los empiezan a alcanzar, un hecho que no es aceptado en esta competitiva y racista sociedad en plena decadencia.

Pero solamente el malestar de la clase trabajadora blanca erosionada por décadas de salarios estancados y desigualdades crecientes puede explicar este fenómeno político, ya que otros temas más, que parecían haber sido superados pero no es así. El racismo latente en partes de la sociedad, principalmente en el sur, el temor a los cambios acelerados de la globalización, que ha llevado a la gran desterritorialización de la industria y el auge de China son también temas que preocupan a la hoy primera minoría, los blancos, base del Partido Republicano.

La sucesión de victorias de Trump, el cual salió casi de la oscuridad política sin que el Partido Demócrata lo vea como una amenaza, ha crecido en las elecciones primarias y en los caucus (asambleas electivas) y con ello le acercan a la nominación para ser el candidato del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de noviembre.

Para Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y una importante columnista del New York Times, la cúpula republicana tacha a Trump de fraude, cosa que es cierta, ¿pero es él más fraudulento que los poderes establecidos que tratan de detenerlo?, la verdad es que no y además los líderes que lo critican, ¿cómo pueden tener tan poca conciencia de sí mismos, como para olvidarse de sus similares posturas en el ejercicio del poder?

Coincidencia o perversión, los dos contrincantes son de origen cubano, o sea, latinos aunque mentalmente están más a la derecha de Trump, pero con la “ventaja” de ser latinos hoy una minoría con mucha fuerza en Estados Unidos, pero sus comentarios no difieren mucho del que critica. Para Marco Rubio, quien ha prometido aprobar unas gigantescas rebajas fiscales, que benefician a los grandes grupos de poder les va a sumar además un gran programa de rearme militar que les dará también grandes beneficios a la industria de la guerra mejor conocida como el Complejo militar-industrial.

El senador de origen cubano Ted Cruz, está más a la derecha de Trump, aunque lo disimula muy bien, y un ejemplo lo pinta como es, ya que hace dos años fue considerado por sus propios copartidarios un «pájaro loco» por conducir las maniobras para el cierre del gobierno por falta de presupuesto, lo cual era coherente con su posición ultraconservadora, que lo llevó a ser de los principales creadores del Tea Party.

Ambos candidatos de origen cubano se enfrentan al que representa al tradicional coto de poder en el mundo republicano los WASP, o sea, los blancos, ya que si bien los tres lo son en el fondo, en la forma los dos cubanos son “latinos”, quizás una diferencia que se ejerce y no se dice.

Esta situación de racismo histórico es tan fuerte, que Krugman sostiene que hay una razón por la que alrededor del 90% de los blancos del sur profundo votan a los republicanos, y no es su adhesión filosófica a los principios libertarios, esta tiene historia.

De todo esto termina siendo inevitable preguntarse ¿por qué, exactamente, al sistema republicano le horroriza tanto Trump?, ¿por qué es un farsante, como todos ellos lo son, o en qué está la diferencia de esta farsa? En que es más evidente y, por ende, más previsible o es que Trump ha roto con las formas políticas de decir una cosa y hacer otra y no le tiene miedo a sostener lo que difícilmente muchos quisieran escuchar o decir pero se considera “políticamente incorrecto”.

Para Paul Krugman, en un sarcasmo típico de este joven genio, la respuesta, es que el problema del sistema con Trump no tiene que ver con la farsa que él interpreta, sino con la que interrumpe.

Al profundizar en esta respuesta Krugman sostiene que ésta es la farsa que los republicanos normalmente se las apañan para representar en las elecciones nacionales, ya que este partido desapareció hace mucho tiempo, y que en la actualidad no quedan más que fantasías neoconservadoras y economía vudú, por lo que el sistema quiere guardar las apariencias, lo que será más difícil si el candidato elegido es alguien que se niega a interpretar su papel.

En el otro extremo político y en el partido contrincante, el Demócrata llama la atención de otro candidato que si bien es muy difícil que llegue, está imponiendo un nuevo estilo de campaña, especialmente en lo que hace a los fondos, lo más oscuro de la política de Estados Unidos por los compromisos que plantea a cada gobernante y por sus ideas, las cuales llegan a los jóvenes, primera línea de victimas en una sociedad donde el trabajo no solo escasea sino que los que abundan son de baja calidad.

Si bien la gran crisis fue en los 70´s y luego vienen otras más, en el nuevo siglo y en los últimos años, los efectos adversos de la crisis se han dejado sentir en Estados Unidos con un grado de desigualdad de los más elevados del mundo, y esa desigualdad es aún más agraviante si se considera que en términos macro, la economía estadounidense se está comportando bastante mejor que las de otros países desarrollados.

Pero a pesar de ello, la clase media se ha visto sometida a un proceso de depauperación y la clase trabajadora, ni siquiera trabajando más horas, consigue llegar a fin de mes, por ello es que uno o dos trabajos pueden ser insuficientes para costear una vivienda digna y no digamos para costear los estudios universitarios de los hijos.

De allí que las propuestas de Bernie Sanders a favor de elevar el salario mínimo o de aligerar la carga de la deuda universitaria son recibidas con esperanza por amplias capas de la población. Su discurso es definido desde afuera como populista, pero sus propuestas en gran medida son irrealizables, a no ser que hubiera una subida de impuestos, algo que siempre es mal recibido por los grupos del poder por ser los más afectados.

Sin embargo, Sanders ha sabido capitalizar el estado anímico de una parte importante de la ciudadanía por lo que su voto es el voto de la indignación y hasta cierto punto su movimiento, ha llevado a que muchos no duden  en calificar como «revolución” encabezada por un político que ha sido durante muchos años un «independiente» y como tal ha representado a su estado, Vermont, en el Senado.

Pero esta vez saben de la tradición política en este país, él se integra al  proceso de primarias en Estados Unidos no como independiente o por fundar un nuevo partido político, sino que se presenta a la nominación dentro de las filas del Partido Demócrata, una batalla difícil de ganar por la estructura de poder en su interior.

Trump y Sanders tienen algo en común, son dos atrevidos que han osado traspasar las líneas de contención de cada partido y con ello poner en evidencia la existencia de formas diferentes de pensar. Trump no tendrá dificultad en adecuarse a lo que él cree como sus detractores, el tema más difícil es el de Hillary Clinton, que no podrá olvidar ni menospreciar el gran grupo que se ha formado alrededor de Sanders, y ello llevaría a que planteara temas sociales más fuertes.

Las lecciones vendrán y el país deberá asimilar los resultados, pero las transformaciones siempre negadas o descalificadas pueden seguir creciendo como una gran marea de disconformidad, lo cual debilita a esta potencia otrora hegemónica y hoy compartiendo parte del poder con sus antiguos enemigos, en lo económico con China y en lo militar con Rusia.

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