La familia: institución natural o modelo en transformación.

“La familia es el espejo de la sociedad” Víctor Hugo (1802-1885).

Alfredo César Dachary.

 

Comenzar a ver el tema de la familia a partir de esta frase de Víctor Hugo es partir de una postura realista, donde todas las instituciones evolucionan dentro del marco de la sociedad adecuada a sus tiempos, acotadas por sus limitaciones y apoyadas en sus nuevas conquistas.

Sostener que la familia es una institución natural es desconocer la historia del hombre en este planeta y ver su evolución es un reflejo de las diferentes etapas que tiene la sociedad. Así tenemos a mediados del siglo XIX, la emergencia del denominado matrimonio por amor, que se diferenciaba del modelo anterior, donde el matrimonio era arreglado por los padres acorde a lo que consideraban era el nivel social de la futura esposa o esposo en relación con sus intereses y de la familia en general.

Este matrimonio llegó al siglo XX con muchas transformaciones, fruto de luchas sociales y cambio de actitudes de la sociedad, reduciendo la profunda asimetría que significaba el matrimonio para una sociedad patriarcal.

En este marco de permanente transformación se forma lo que hoy conocemos como la familia moderna, un modelo que en siglo XXI tiene profundas alteraciones que hacen que los sectores conservadores se sientan desilusionados de los mismos porque transforman casi radicalmente el modelo tradicional.

El primer error cuando se analiza este tema es pensar que los modelos son estables y no fruto de transformaciones sociales, y que no se limitan a la familia directa, sino que se entienden en una sociedad en permanente cambio fruto de nuevas ideas, descubrimientos y, en general, avances del conocimiento y la educación.

En el siglo XX y partiendo de la lucha de las sufragistas, se inicia el proceso de cambio que lleva en los 60´ a la denominada revolución femenina, la cual inmediatamente repercute en la familia patriarcal, ya en transformación desde la última gran guerra, cuando las mujeres ocuparon todos los puestos que habían dejado los hombres de diferentes niveles y responsabilidades.

Ese fue el parteaguas entre la familia tradicional, formada en la sociedad que emerge en el comienzo de la revolución industrial y que llegará al comienzo del siglo XXI, integrando no solo un derecho a la igualdad de género, sino que la equidad de género está como un indicador para medir el desarrollo humano de un país.

La revolución femenina dio lugar también a la emergencia de la juventud como un modelo de vida que abarcaba inicialmente el período de estudios del joven en formación, el fenómeno de la juventud llegó para quedarse como el modelo ideal para las siguientes generaciones.

La movilidad y los viajes ayudan a una parte de la población a entender que su formato de sociedad no era único y había otros modelos opcionales; esto jugó un papel muy similar al de la sociedad española de los 50´y 60´oscurantista y conservadora, dominada por la iglesia, que la llegada de los turistas ingleses, suecos y daneses les generó un efecto demostración que rápidamente prendió en la juventud y en otros no tan jóvenes; ese fenómeno se conoció como la revolución silenciosa.

Así se va construyendo un nuevo modelo de sociedad que comienza a permear, no sin gran resistencia, al modelo tradicional, a veces añorado por muchos, pero repudiado por los más jóvenes porque implicaba una pérdida de su libertad en todos los órdenes.

Pero todo cambio no es color de rosa; la sociedad que no estaba preparada para grandes transformaciones y comienza a sentir los efectos de las mismas en una serie de problemas que se transforman en la cara negra de ésta, así los feminicidios y abusos de menores han puesto sobre la mesa la magnitud de la violencia física y sexual experimentada a diario por la sociedad en todos los países.

Feminicidios y violaciones son una cara de los nuevos problemas; está la trata de personas, el más degradante de los delitos contra las mujeres y, en otros casos, niños y jóvenes.

El tema es complejo y tiene serios agravantes en los casos que el victimario estuviera vinculado a la víctima por una relación familiar o afectiva, apunta a una realidad más perturbadora, como que el hogar y las relaciones heterosexuales no son remansos de paz.

Las estadísticas confirman que la familia tradicional, es decir, aquella conformada por un hombre y una mujer heterosexuales, es el principal espacio de violencia física y sexual para las niñas y mujeres, en países de bajo desarrollo como los muy desarrollados.

La familia y las instituciones tradicionales no están en crisis porque hombres solteros o mujeres lesbianas quieran adoptar, sino porque siguen promoviendo relaciones desiguales entres sus miembros en tiempos donde las leyes y la cultura empiezan a reconocer la igualdad de derechos de todas las personas.

De allí que lo que amenaza a la familia tradicional no son los gais ni las mujeres que trabajan fuera del hogar, es la incapacidad de los grupos conservadores de hacer autocrítica y promover vínculos filiales y afectivos más empáticos, respetuosos e igualitarios, para ponerse a tono con los nuevos tiempos y las experiencias que los niños y jóvenes ven en internet, la televisión y en el cine.

Hoy la familia tradicional está en crisis y hay cada vez más parejas que no se casan, crecen los divorcios y las uniones de personas del mismo sexo, que en algunos casos hasta pueden adoptar. Hay una nueva práctica para la reproducción del hombre que es el fenómeno del alquiler de úteros, entre otros escenarios, transformándose estos problemas en un tema central para la región mayoritaria de occidente, situación que ha llegado al Vaticano y ha sido tomada por el Papa Francisco como uno de sus grandes retos.

Una de las formas de lograr un acercamiento muy directo al tema llevó al Vaticano a enviar a los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, un documento preparatorio que incluye un cuestionario de 39 preguntas sobre temas de familia, que abarcan desde la convivencia, las parejas gay y los divorciados vueltos a casar, hasta hace poco un tema tabú, hasta la aceptación de las enseñanzas de la Iglesia en cuanto a matrimonio y natalidad, y cómo en estas situaciones puede transmitirse la fe a los hijos.

Se trata de un sondeo inédito, no sólo por las cuestiones planteadas, sino también porque por primera vez el Vaticano insiste en querer escuchar la voz de los mismos fieles católicos y no sólo de las jerarquías eclesiásticas.

Así el Vaticano solicita a través del Arzobispo Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos, recientemente nombrado por el Papa Francisco: «Le ruego quiera tener a bien distribuir dicho documento a las diócesis, invitando a difundirlo inmediatamente en modo capilar a los decanatos y en las parroquias, con el objetivo de obtener una exposición de las bases en relación a los temas y las respuestas a las preguntas, incluidas las estadísticas útiles», escribió a los presidentes de los episcopados de todo el mundo.

Así el Vaticano entra al campo de la sociedad para saber a través de la voz de sus fieles cual es el sentir de estos cambios y como lo han ido aceptando o negando, según sea la circunstancia y la posición del feligrés respecto al tema.

Pero la mirada hetero-normativa de la sociedad establece, entre sus exigencias implícitas, que todos los individuos de la diversidad sexual terminen plegándose a sus propias reglas y ritos; y el matrimonio aparece así como una forma de devolver “normalidad” a personas que escapan a la concepción tradicional de pareja y familia y resultan perturbadoras para el orden social.

Hoy en las grandes ciudades conviven las diferentes concepciones de sociedad y, por ende, de sus instituciones como el matrimonio en sus distintas versiones a la educación y la salud pública, el proceso es complejo se va dando con el cambio generacional, y en la medida en que el Estado apoye éstos a través de una nueva legislación más equitativa e igualitaria.

Por ello hoy tenemos un panorama complejo entre la nostalgia del pasado, un derecho que no se nos puede reducir ni controlar y los avances del futuro, pero ambos están divididos por los nuevos riesgos que plantea la sociedad moderna, que van desde las drogas, el tráfico de personas, la venta de órganos y niños, en medio de una violencia incontrolable. Este tema es el referente para pensar en el pasado, pero también el motivo para buscar entender las causas de estos problemas en el presente.

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