La sustentabilidad como mito

“Dentro de algunas décadas, la relación entre el ambiente, los recursos y los conflictos será tan obvia como la conexión que vemos ahora entre derechos humanos, democracia y paz” Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004.

Alfredo César Dachary.

Esta maravillosa frase del Premio Nobel de la Paz, originaria de Kenia, que sumó ideas desde la política como anarquista a las ambientales como bióloga y veterinaria, para poder darnos a entender lo que ocurre en su continente, en el África negra, humillada y mancillada por más de un siglo de colonización europea y varios de esclavismo, entre europeos y musulmanes, nos habla claramente de la cuestión ambiental según el tiempo histórico que nos toca vivir.

Hoy veremos un ejemplo de un destino mexicano emergente que ascendió y estalló por el manejo irracional e inmoral por parte de los sedientos empresarios y los ignorantes funcionarios públicos, la fórmula mágica del caos, cuando estas bestias se posicionan de un paraíso.

Tres décadas de destrucción sistemática de Cancún, pero con beneficios económicos, cuatro de Isla Mujeres y seis de Cozumel, parece que no son ejemplos a tomar en cuenta por los burócratas ansiosos de luces y dinero fácil y los empresarios “ecologistas” que los siguen para poder ganar más.

Nada frena las apetencias de vendedores de utopías, los recolectores de sueños que transforman pronto éstos en pesadilla, y lo peor es que el Estado no puede hacer nada por incapacidad, incompetencia y complicidad.

En Quintana Roo, la “tierra de nadie” cualquier profeta es apóstol y un “influyente” aconsejado por biólogos que aún siguen presa de la competencia de los libros y no de la realidad, apoyan los avances con tal que los estudios estén listos, aunque no sirvan para nada, callan las conciencias y hacen hablar a don dinero, único líder reconocido, venerado y hasta consagrado en las pasarelas de las oficinas del poder que han secuestrado a la naturaleza como producto vendible y no como producto social y cultural.

Voy a hablar de la isla de Holbox, ayer un paraíso para la gente que vivía de la pesca y una población que administraba el ocio y la cerveza a través de las esposas de los pescadores, con más celo que lo que éstos cuidaron sus tierras a la hora que les ofrecieron dinero y el cielo.

La isla de Holbox, en Quintana Roo, aquel paraíso tropical de pequeños hoteles boutique y mucha propaganda, está en crisis sanitaria, debido al desborde de aguas negras, mezcladas con orines y hasta elementos sólidos que rebosan en varias calles cercanas al zócalo y al parque central de la zona turística, debido a que el drenaje sanitario colapsó y los olores fétidos son insoportables, informó el alcalde de Lázaro Cárdenas, Emilio Jiménez Ancona.

El desconocimiento del gobernador Carlos Joaquín González, brilló de manera inmediata y tomó las medidas que cualquier neoliberal toma al canalizar el problema al Director General de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (Capa), quien minimizó el problema de las fosas sépticas; y recordó que se asignaron 60 millones de pesos para las reparaciones requeridas, pero Capa no ha cumplido con el cronograma anunciado.

La carencia de planeación de este frágil destino, sumada a la necesidad de estudios técnicos que respalden un verdadero desarrollo sustentable, se oculta tras acciones positivas para poder revertir esta grave situación, que ya el presidente municipal planteó como muy grave, y que por ello la gente puede volver a manifestarse como en agosto pasado, cuando bloqueó el muelle y en esta ocasión podrían cerrar el acceso a los turistas.

La sobrecarga en la isla de Holbox es más que evidente, ya que recibe de 4 a 5 mil visitantes cada fin de semana, y de lunes a jueves arriban alrededor de 2,500 turistas más que no siempre se quedan. De allí que las cifras oficiales llegan a registrar el doble de visitantes, debido a que hay quienes no se hospedan, pero conviven gran parte del día con los turistas alojados, haciendo de la densidad un tema de importancia en este problema que hoy enfrenta Holbox.

El presidente municipal ha alertado sobre la próxima temporada vacacional, la de Semana Santa, la cual está amenazada al estar la isla al borde de una contingencia sanitaria y hay varios puntos que rebosan de orines porque las obras del drenaje sanitario no avanzan. Así mismo, añadió que hay muchos charcos de aguas verdes y que, aunque no llegan al primer cuadro, la situación ya es delicada, por los olores fétidos y una pésima imagen para los visitantes nacionales y extranjeros.

El funcionario advirtió que el temor es que la gente vaya a tomar el asunto en sus manos y se manifieste de nuevo como en agosto del 2017, cuando la población se “encabronó” y salió al muelle a cerrar el paso a los turistas; eso es lo que no quisiera, pero el riesgo está latente, además de que comiencen problemas de salud porque en la calle hay charcos, que en realidad son de orines.

Antes de esta situación hubo una anterior por crisis del agua para consumo humano, lo que llevó a que el Ayuntamiento tenga que distribuir 380 mil litros diarios de agua potable mediante 19 pipas, y que el agua fuera traída desde Kantunilkín, cabecera del municipio de Lázaro Cárdenas, a 45 kilómetros del puerto de Chiquilá, en pipas más grandes y se distribuye con unidades más pequeñas por dos razones: no fracturar el suelo del lugar y maniobrar en las angostas calles de Holbox.

Ante esta situación, los ciudadanos piden al gobierno estatal vigilar a los depredadores, que ayuden a organizar el desorden de gente que llega a Holbox y trae como consecuencia una gran sobrepoblación, que logra hacer insuficiente los recursos y la infraestructura de la isla. Esta situación se agudiza en las temporadas altas al permitir la venta indiscriminada de cuartos para ganar dinero, y un grupo de empresarios solicitan que se debe delimitar la entrada porque la isla no aguanta más de mil o dos mil turistas.

Se debe poner alto a la construcción indiscriminada porque ya hay 90 hoteles, y la última novedad son casas que construyen cuartos y rentan a empleados de hoteles, “y ahora llegaron unos vivales que ofrecen 20 mil pesos mensuales a los dueños de casas y venden los cuartos como bed and breakfast, sin medidas sanitarias y cobrando de 50 a 100 dólares diarios”.

La crisis de Holbox produce una caída de turismo y según plataforma ClikBus, los viajeros de ese perfil prefieren otros destinos. Esto se inició con el colapso de julio pasado en el drenaje y los servicios de agua potable y energía eléctrica en Holbox hundió turísticamente a la isla, particularmente entre quienes buscan apreciar la bioluminiscencia, fenómeno natural provocado por miles de microorganismos que generan destellos e iluminan el mar y las costas por la noche.

De acuerdo con la plataforma online ClickBus, los dos destinos preferidos por los vacacionistas con presencia de ese portento natural se ubican en el estado de Oaxaca. El primero es el Parque Nacional Lagunas de Chacahua, en donde los destellos de luz neón en tonos plateados, verdosos y azulados dan un aspecto hipnótico a la ribera de una de las cinco lagunas que conforman el lugar, entre los meses de marzo y agosto, la mejor época para apreciar el fenómeno.

En la segunda posición se ubica la laguna Manialtepec, ubicada a 15 minutos de Puerto Escondido, donde el fenómeno prevalece durante la temporada de lluvias; septiembre es el mejor mes para visitarla.

En ambos destinos oaxaqueños, los recorridos se hacen a la luz de la luna para que se pueda nadar, y como extra se pueden visitar las playas de olas vírgenes, y para los más aventureros hay recorridos en kayak.

La isla de Holbox cayó hasta el cuarto lugar en las preferencias, tras el escándalo de la contingencia por la falta de servicios básicos y la ineficiencia del drenaje, que a punto estuvo de detonar en una alarma sanitaria.

Durante las noches, de mayo a agosto, sus aguas cristalinas se pintan con destellos azules fluorescentes; sin embargo, existen varias quejas del destino, particularmente por los taxistas que, en carritos de golf, engañan al turista y lo llevan a zonas de la playa donde la bioluminiscencia es imperceptible.

Hace dos décadas la isla de Holbox era un paraíso, pero una vez que se comenzó a abrir para el turismo, la especulación inmobiliaria, logró que muchos especuladores cuyo único negocio es construir sin límites y vender tierra, comenzara a crecer, logrando así condenar a esta isla a una caída súbita y pérdida de la calidad de vida, comenzando por sus habitantes y luego por los visitantes.

No es el único caso, Cancún es un ejemplo viviente del éxito y altos costos que éste le cobró, pero otros destinos locales emergentes siguen la pendiente de Holbox, como Tulum, donde la recolecta de basura vuelve a ser un problema para los habitantes del nuevo municipio y destino, aunado a la lentitud con la que se llevan a cabo las obras de drenaje y remodelación del centro, que son muestras de incapacidad con la que se gobierna el municipio.

Las más de 80 toneladas que se generan diariamente están amontonadas en las calles y avenidas como la Tulum y además en algunos centros de esparcimiento registran acumulación de basura, como la Unidad Deportiva Tulum, el parque Dos Aguas y el parque de la Colonia Los Huracanes, por mencionar algunos.

En noviembre del 2017, la comuna tuvo una contingencia ambiental con el relleno sanitario, aunado al problema de la recolección de basura, donde ni la Presidente Municipal ni sus funcionarios encargados del área hacen nada por regularizar el servicio. A ello se le suma el hecho que el Secretario de Ecología y Medio Ambiente alertó sobre la saturación del basurero de Tulum, el cual, al no darle el adecuado tratamiento su vida útil se reduce de diez a tres años.
Como se puede ver dos de los grandes destinos del Caribe mexicano, presentan signos de riesgo ambiental, a lo que hay que sumar otros incluido la misma Playa del Carmen. La masividad y la especulación son la fórmula del enriquecimiento rápido y la destrucción acelerada del ambiente, pese a las leyes y los discursos oficiales.

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