Primarias de los EEUU el desfile del desencanto.

“Mejor es callar y que sospechen de tu poca sabiduría que hablar y eliminar cualquier duda sobre ello” Abraham Lincoln.

Alfredo César Dachary.

 

El 2016 ha mostrado un espectáculo impensable para la mayoría de los analistas externos y en muchos internos de Estados Unidos, dos rebeldes de diferentes signos se enfrentan a la “nomenclatura del poder” e intentan representarlo, a partir de lecturas de la realidad del país que no son diferentes pero si sus causas como sus consecuencias.

Bernie Sanders y Donald Trump son dos candidatos que no estaban invitados a la fiesta de cada uno de los dos partidos que controlan la vida política de Estados Unidos, el primero por ser socialista, una palabra que en ese país significaría ser socialdemócrata de derecha, pero la gente se espanta cuando vivió la guerra fría, a diferencia de los jóvenes que no la vivieron y entienden la lógica de este discurso atractivo por ser realista.

Donald Trump es un hombre con mínima experiencia política que pasó de los reality shows a ser un aspirante serio a la Casa Blanca, fruto de los grandes problemas económicos del país, la falta de solución a gran parte de ellos por parte de Obama y los cambios demográficos que amenazan con dejar en primera minoría a los wasp, hoy miles de ellos empobrecidos.

Esto no es un fenómeno nuevo, trágicamente la historia se repite y como referente tenemos a la emergencia del nazismo en Alemania, montado en una profunda crisis que aprovecha Hitler para adjudicar la causa de ésta a grupos no arios como eran los judíos, otros pueblos, formas de vida y creencias muy diferentes a las del pueblo alemán.

Lo mismo se puede pensar de Bernie Sanders, que también tiene una lectura de un país polarizado, pero coincidentemente su visión y su propuesta también puede ser referenciada al pasado, a lo que ha sido uno de los recordados presidentes de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, cuya política, permitió sacar al país de la profunda crisis del 30´y que se denominó el New Deal.

Trump nos hace recordar a George Clements, que pedía no contratar a ningún mexicano mientras haya un blanco sin trabajo, medida potencializada por el presidente de Herbert Hoover y en el contexto de la grave crisis del 30’, cuando mandó deportar a más de un millón de mexicanos y mexicano-estadounidenses, pese a que más del 60% de ellos eran residentes legales en el país.

De allí el fundamentado temor de la retórica que plantea el precandidato presidencial por el Partido Republicano, Donald Trump, sobre la inmigración irregular y su plan de deportar a todos los indocumentados si llega a la Casa Blanca, lo cual trae recuerdos dolorosos para los mexicanos.

Trump ha partido del malestar de la clase trabajadora blanca erosionada por décadas de salarios estancados y desigualdades crecientes de muchos de ellos frente a los inmigrantes de diferentes países, razas y credos que han logrado ascender para integrarse a esa gran clase media emergente, hoy castigada, por la falta de empleo generado por la deslocalización de la industria que realizan los grandes capitales para aumentar sus beneficios, y que Trump condena como obra externa cuando es decisión de los grandes consorcios.

En el mismo tema está la explicación del racismo latente en partes de la sociedad, y que emerge como ha sido una tradición en épocas de crisis, en tiempos de incertidumbre, en momentos en que el futuro es gris y además existe el temor a los cambios acelerados de la globalización.

Para Shana Kushner Gadarian, politóloga de la Universidad de Syracuse, coautora del libro “Política ansiosa”, donde trata de entender la sociedad actual y por qué optan por apoyar a Trump, afirma que la ansiedad política proviene de una sensación de incertidumbre y es un sentimiento negativo, incómodo, ya que para muchos americanos que pasan por dificultades financieras, existe una sensación de precariedad que les hace cuestionar la futura seguridad económica de ellos, sus familias y el país. A esto se suma una ansiedad profunda entre ciertos segmentos del público sobre los cambios demográficos y culturales que han ocurrido a un ritmo rápido en Estados Unidos en las últimas décadas.

Ella habla de la diversidad racial y el ascenso a la Casa Blanca de un afroamericano o la conquista de los derechos civiles por gais y lesbianas, dos hechos que estarían en contradicción con la visión racista y religiosa de gran parte de la sociedad, lo cual hace irreconocible a la nueva sociedad emergente y que se han potencializado por el uso de la fuerza policial contra los afroamericanos, latinos y otras “minorías” de este país multirracial.

El director ejecutivo del grupo de investigación EuropaNova, con sede en París, atribuye el generalizado desencanto a un clima de resentida impotencia a medida que el poder real para determinar los acontecimientos se ha trasladado de los líderes políticos a los mercados, las instituciones internacionales y las grandes corporaciones, en un todo de acuerdo con la doctrina neoliberal.

De allí que un proceso muy similar está produciéndose en Estados Unidos, por más o menos las mismas razones; una cuestión relevante y preocupante no solo para ese país sino también, dado el poder que éste detenta, para el resto del mundo, en plena crisis y ante una potencial nueva “guerra fría”.

A esto se le suma la creciente oposición contra el asalto neoliberal y pone de relieve otro aspecto crucial de estas convenciones políticas, porque deja a un lado al público, que con frecuencia considera inaceptable la condición de mero espectador en vez de participante, como lo debe tener en una verdadera democrática.

Hace poco más de un mes, la revista creada a partir del Nixon Center, The National Interest invitó a Donald Trump a pronunciar su primer discurso sobre política exterior, frente a los sobrevivientes del equipo del célebre ex secretario de Estado Henry Kissinger. Para Trump, haber tratado de exportar por la fuerza el modelo democrático occidental y haber querido imponerlo a pueblos que no están ni siquiera remotamente interesados en ese modelo ha sido un error fundamental que se refleja en la sociedad y la economía interna. Su racionalidad fue la de adecuar su discurso a un grupo selecto de pensadores.

El socialista democrático Sanders, quien al principio fue considerado un precandidato marginal, sin posibilidades, y que en las últimas semanas ha llegado a estar virtualmente empatado con Clinton en las encuestas nacionales, aunque sabe que no llegará a ser el elegido ofrece posiciones radicales y por lo tanto no realistas, y que termina asustando a los ciudadanos mayores de 50 años con resabios mentales de la guerra fría.

Mientras Hillary Clinton, primera precandidata mujer a la presidencia debe luchar contra los fantasmas del pasado reciente como Secretaria de Estado, y otro más atrás como la esposa del ex Presidente Clinton, pero fundamentalmente contra una imagen de ser una política formada pero representante de la “nomenclatura”, la misma que escucha con mayor atención a Wall Street y sus intereses, aunque ella intenta cambiar esa imagen, utilizando al final la misma técnica que Trump, el miedo a una ruptura profunda en la sociedad.

Pero hay otros problemas en esta lucha preelectoral, y uno muy importante es que el bipartidismo está también en crisis profunda en Estados Unidos, debido a que hay un descenso de la población que se identifica con ambos partidos y éste es muy marcado, y el porcentaje de la población que se define como independiente está aumentando de una manera muy notable.

En las primarias en el Partido Demócrata votan solo los miembros del Partido Demócrata en algunos Estados, pero en otros pueden hacerlo también los independientes, y es allí donde Sanders que tiene su mayor apoyo entre los independientes y por ello gana. De ahí que en las encuestas para predecir el resultado de las elecciones generales, el candidato Sanders consiga unos porcentajes de voto sobre Trump mayores que los que consigue Clinton. Aunque no será el candidato oficial de los demócratas ni se lanzará como independiente.

Otro tema no menor es que el promedio de los ingresos familiares, ajustado por la inflación, es en el 2016 más bajo que en el año 2008, y aun cuando el desempleo ha descendido bajo la administración de Obama, el porcentaje de la población adulta que trabaja ha disminuido, de allí que el futuro sea hoy muy incierto en aquel país.

La reunión de Obama con Sanders, puede traer tranquilidad a la campaña de Hillary Clinton, pero seguramente deberá tomar acuerdos sobre temas cruciales con este candidato maduro que atrae a la juventud, y en el centro deberá estar el empleo, la medicina y demás temas que impliquen una nueva política al interior del país. La historia enseña que los grandes imperios caen de adentro hacia afuera y las causas son siempre similares: asimetrías, corrupción, guerras y especialmente pérdida de la calidad de vida, el ocaso de la felicidad en lo que fue una bandera por décadas: el American Way Life.

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