¿Qué está ocurriendo en este mundo aterrado?

“El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado o estalla.”
Enrique Tierno Galván.

Alfredo César Dachary.

 

La violencia es la punta del iceberg de un problema mayor, que es la existencia de una sociedad fracasada gobernada por un sistema que lleva el mismo camino. Los aeropuertos son grandes centros de entrenamiento donde el miedo y la existencia de muchos cuerpos uniformados, nos recuerdan que algo grave debe pasar porque esto no es lo normal.

En las oficinas se entra solo dejando un documento y en las universidades también tenemos una policía propia, empresas privadas de seguridad, en todos los lugares públicos somos un número y se refleja en una ficha que nos hacen y un pequeño plástico que nos cuelgan para identificarnos, como del lugar o transitorios.

Si esto fuera solo en México sería muy grave, pero es en todos lados, por ello es más grave aún, ya que la desconfianza, el miedo y la inseguridad se han transformado en los nuevos panoramas de nuestra cotidianidad.

¿Qué está pasando entonces? En Estados Unidos todos los días hay balaceras, y en la mayoría, los negros y otras minorías ponen los muertos y la policía y otros delincuentes ponen a los ejecutores, el drama es que es el país central del sistema, si él está en crisis nosotros no tenemos salida.

Los movimientos en busca de los desaparecidos se reproducen en toda América, pero también los hay en Europa y en otros continentes donde guerras, guerrillas y otros conflictos van transformando día a día los parámetros centrales de la sociedad.

Recuerdo cuando en Sudamérica no se podía circular por la calle sin documentos; hoy sin ellos no se puede entrar a los bancos, donde el número de cuenta es remplazado por el número de documento y para sacar un pasaje o pagar una compra sin éstos las tarjetas son simples plásticos.

¿Qué está pasando que después de 52 años de guerra civil en Colombia se da un referéndum que nos da noticias muy negativas? La primera que la gente no cree en el referéndum porque solo votaron un 30% y la segunda que los que votaron por el no lo hacen pensando que la venganza es la base de la paz, pero se equivocan porque es el fomento de una nueva guerra.

Pasan muchas cosas, todas graves, pero luego viene primero el olvido y segundo la desesperanza, ambas son dos caras de un mismo problema; la población ha dejado de creer en los que la representan, los que dicen que la quieren transformar y los no pueden por décadas reducir la pobreza, el mayor oprobio que nos toca vivir, y con ello condenar a grandes grupos de jóvenes a un futuro incierto y peligroso.

Gran parte de estos cambios se originaron en el 2001, el 11 de septiembre, un día trágico, que llevó al Presidente de Estados Unidos a suspender derechos fundamentales por la aprobación del Acta Patriótica, que le permitía al Estado tener incomunicados sin juzgar a presuntos terroristas.

Hoy la situación ha cambiado, ya que físicos europeos aseguran en un estudio que las torres gemelas no fueron derribadas por un atentado con aviones sino por una demolición contralada y, según los mismos científicos, los aviones eran maniobrados por drones para crear un falso secuestro.

El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST), una institución del gobierno de Estados Unidos, inició la investigación en 2002 y concluyó la misma en 2008, con Barack Obama en el poder. Los científicos explicaron al Gobierno que el atentado tal y como se presentó era una farsa, en realidad se trata de una demolición controlada en las torres gemelas.

El estudio publicado en la European Physical Society no solo muestra la caída de las torres gemelas, sino también del colapso del Edificio 7 del WTC, que no fue golpeado por ningún avión.

Los tres edificios eran los únicos casos conocidos en los que el fuego resultó ser el causante de su derrumbe, y tan sólo había un caso parecido en todo el mundo; el sufrido en un edificio de 21 plantas en México debido a un terremoto en 1985. Hasta entonces, ningún rascacielos de tal envergadura había caído por ser pasto de las llamas. Pese a ello, los expertos del NIST aseguraron que el fuego era la única causa, pese a que físicos, arquitectos e ingenieros descartan este motivo.

Y es que, el World Trade Center como el edificio 7, estaban revestidos de acero, por lo que podrían haber soportado incendios sin problema alguno, y según el estudio, la temperatura del fuego no fue tan elevada como para derretir las estructuras hasta el punto de romperlas.

El parteaguas de la historia del nuevo siglo, puesto una vez más en entredicho, algo que años atrás ya había sido presentado por un grupo de expertos españoles que realizaron un estudio a solicitud de los familiares de las víctimas.

¿Entonces qué está pasando, para entender lo que estamos viviendo? Esto está relacionado con el declive de Occidente, ya que por vez primera desde el siglo XV, los países occidentales están perdiendo poderío frente a la subida de las nuevas potencias emergentes.

Estamos ante el comienzo de la fase final de un ciclo de cinco siglos de dominación occidental del mundo, hecho que se inicia con el descubrimiento de América y continua con la emergencia de la modernidad en occidente, pero que en pocos siglos logra llegar a todas partes.

El liderazgo internacional de Estados Unidos se ve amenazado hoy por el surgimiento de nuevos polos de poderío (China, Rusia e India) y con ello el «desclasamiento estratégico» de Estados Unidos ha empezado, algo que coincide con el final del denominado «siglo americano», que reemplazó al ocaso europeo, luego de dos grandes guerras mundiales.

En esta nueva línea aparecen ahora una serie de potencias intermediarias, con demografías en alza y fuertes tasas de crecimiento económico, llamadas a convertirse también en polos hegemónicos regionales y con tendencia a transformarse, lo que hace predecir que, de aquí a 15 años, en un grupo de influencia planetaria (Indonesia, Brasil, Vietnam, Turquía, Nigeria y Etiopía).

Para dar una idea de la importancia y de la rapidez del desclasamiento occidental que se avecina, baste con señalar estas dos cifras: la parte de los países occidentales en la economía mundial va a pasar del 56% (2016) a un 25% en 2030. En menos de quince años, Occidente perderá más de la mitad de su preponderancia económica, por lo que una de las principales consecuencias de esto es que Estados Unidos y sus aliados ya no tendrán los medios financieros para asumir el rol de gendarmes del mundo.

La nueva amenaza global es el terrorismo yihadista, practicado ayer por Al Qaeda y hoy por la Organización Estado Islámico o Daesh (ISIS, en inglés), y que tiene como las principales causas de ese terrorismo yihadista, los desastrosos errores y los crímenes cometidos por las potencias que invadieron Irak en 2003 y las intervenciones en Libia 2011 y en Siria 2014.

Estados Unidos constituyó en esa región un amplio eje sunní con el objetivo de derrocar a Bachar El Asad y despojar así a Teherán de un gran aliado regional, pero el ingreso de Rusia y ahora China, ha logrado frenar esta estrategia ultra conservadora y oscurantista, y se está redefiniendo el mapa estratégico de esta región tan conflictiva, por sus riquezas en petróleo.

Los países ricos siguen padeciendo las consecuencias del terremoto económico-financiero de la crisis del 2008, y por primera vez, la Unión Europea, ve amenazada su cohesión y hasta su existencia, ante la salida de Gran Bretaña luego del Brexit, y en Europa, la crisis económica durará al menos un decenio más, es decir, hasta por lo menos 2025. Las repercusiones sociales de ese cataclismo económico han sido de una brutalidad inédita: 23 millones de desempleados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres. Los jóvenes, en particular, son las víctimas principales: generaciones sin futuro. Pero las clases medias también están asustadas porque el modelo neoliberal de crecimiento las abandona al borde del camino.

Luego de la crisis del 2008 ya nada es igual en ninguna parte, los ciudadanos están profundamente desencantados y la propia democracia como modelo ha perdido credibilidad y los sistemas políticos han sido sacudidos hasta las raíces y generan como respuesta la emergencia de un neofascismo, caldo de cultivo de los nuevos pobres y los desclasados.

La irrupción del multimillonario Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca crea una revolución electoral que ningún analista supo prever, ya que la ascensión de un candidato tan heterodoxo como Trump constituye un verdadero seísmo. Su estilo directo, populachero y su mensaje maniqueo y reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de la sociedad, le ha conferido un carácter de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del electorado de la derecha.

El sistema sigue perdiendo piso y con él se va endureciendo para hacer del nuevo estado una sociedad del miedo, la sociedad policial y totalmente controlada del libro “1984”. Esto nos hace pensar en un larga y compleja transición hacia una hegemonía compartida que Estados Unidos ve como amenaza y no como una realidad de la no puede huir más.

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