“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”. Albert Einstein.
Albert Einstein es un genio, no solo por las nuevas interpretaciones y aportes a la física, sino por la calidad humana, que nunca logró abandonar pese a conocer todos los niveles del elogio, nunca perdió el piso, por ello su pensamiento social como el de otro gran físico, Bernard Russell, son una guía de dos genios que vivieron entre dos eras diferentes y saben de los peligros que este falso equilibrio implica.
Hemos pasado ya el año 1984, pero éste no se fue, lo estamos viviendo ahora en Facebook, en Big Data y en las redes sociales, donde todos nos exponemos a una calificación o posicionamiento, según las ideas de ese poder central que George Orwell le llamaba “Gran hermano” y es el poder global, invisible pero real.
En la educación, los países más desarrollados han perfilado un modelo para ellos y sus colonias periféricas, el resto de los países, basados en Fijismo, entendido éste como una creencia que sostiene que las especies actualmente existentes han permanecido básicamente invariables (sin evolucionar) desde la Creación, por tanto, inmutables, tal y como fueron creadas.
Y esta falsa idea ha pasado a la política, a la economía y a la sociedad y se parte una vez más que el sistema es uno, el capitalismo, heredero de la conquista y la colonización, dos males que hoy son básicos para entender las asimetrías entre los países, y por ello no cambiará.
La idea fija que se suma a esta primera idea ideologizante es la que sostiene que el mundo sigue creciendo porque es la meta del progreso, ahora el progreso será liderado por la tecnología y así seguirá repitiendo el error histórico de Francis Fukuyama, aunque éste ha tenido el valor de reconocer que se equivocó.
Así se plantea, como el gran futuro, aumentar las capacidades humanas a través de las nuevas tecnologías, incluido el dominio de la salud humana logrando así frenar el envejecimiento, con lo cual la ciencia se transforma en una nueva religión que cumple con una meta deseada del hombre: evitar la muerte.
Los cambios en el cuerpo derivado de la nueva medicina y las tecnologías y la nueva sociedad emergente sientan las bases de una profunda transformación conduciéndonos a una nueva y controvertida especie que muchos definen como “post-humana”.
Los grandes motores de esta transformación que lleva a esa revolución en la que estamos inmersos, en algunos casos sin entender hacia dónde va, lo tendrán la nanotecnología, la biotecnología, los robots, la inteligencia artificial, los sistemas de almacenamiento de energía, las energías llamadas limpias, el Big Data, los drones, la realidad virtual y aumentada y la impresión en 3D y 7D.
Las tecnologías definen los comportamientos, aptitudes y metas de la sociedad, es la primera vez donde las utopías se construyen antes de expresarse en base a avances tecnológicos y sin referencia a ideas políticas. Este aparente error es parte del nuevo discurso que se mueve en la política de no hablar de política si de virtudes donde en realidad éstas son la excepción.
Los temas nodales, como la pobreza y los derechos humanos, no se contabilizan porque no cotizan en bolsa, por ello son el decorado de algún discurso, pero no la meta de una propuesta. La despolitización de la sociedad es el paso anterior a la deshumanización del mundo, para que pensar si nunca podremos tener la misma capacidad de Big Data, pero ¿quién la hizo y controla a este nuevo “dios”?
Así el futuro, las ideas dominantes derivadas de nuevas tecnologías se transforman en el paradigma básico para que las nuevas generaciones entiendan y sumen un mundo sin utopías, pero si asimétrico y ordenado, “controlado por el Gran Hermano”. Así emerge la Universidad de la Singularidad que es una institución de formación ubicada en el corazón de esta nueva tecnología en el Silicon Valley en California y cuya finalidad es reunir, educar e inspirar a un grupo de dirigentes que se esfuercen por comprender y facilitar el desarrollo exponencial de las tecnologías y promover, aplicar, orientar y guiar estas herramientas para resolver los grandes desafíos de la humanidad.
Es llamativo el nombre, hace referencia a la llamada singularidad tecnológica, que es un hipotético evento futuro en el que el desarrollo de la inteligencia artificial llegaría a un punto en el que sería tan avanzado y rápido que ningún ser humano sería capaz de entenderla o de predecir su comportamiento. Esto llevaría a una ruptura en la historia del ser humano tan profunda que resultaría imposible hacer ningún tipo de predicción sobre los cambios que se ocasionarían a partir del mismo; sería el fin del hombre y el principio del post-humano.
Este Centro de estudios, ya que no se regula como las universidades tradicionales, se ubica en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Mountain View, California y está dirigida por Raymond Kurzweil, el polémico cerebro cuyo trabajo anterior fue el de Director de ingeniería en Google.
El director de la Universidad de la Singularidad sostiene que en cuanto una rama del conocimiento se convierte en una ciencia de la información, como ha ocurrido con la medicina tras la secuencia del genoma, se produce un avance de forma exponencial y esto está empezando a pasar con otros campos como la energía, por lo que tenemos que llegar preparados a la singularidad.
El co-fundador de la universidad, Robert Richards, sostiene que la educación universitaria tradicional tiende a empujar la gente a través de embudos estrechos por lo que lo que queremos establecer es un trabajo en un lienzo mucho más amplio, adoptando un enfoque multidisciplinar. Se están implementando como subsedes de la Singularity University para funcionar fuera de los Estados Unidos las ciudades de Sevilla y Tel Aviv.
Para los grupos, mayoritariamente con poder, que se identifican con la cuarta revolución industrial, ésta se presenta como la solución a la crisis de la economía global que desde el 2008 ha afectado al sistema y que hasta hoy muestra serias dificultades para seguir creciendo.
Para este grupo, representado por el encuentro de Davos, se ganaría en productividad y flexibilidad, dos de las características de la economía más afectadas por la crisis y se crearán nuevos puestos de trabajo y, además, el sistema productivo sería mucho más respetuoso con el medio ambiente.
Así la Cuarta Revolución Industrial (4RI) transformará la globalización modelada en la última década, donde los flujos comerciales de larga distancia serán reemplazados por otros más regionales, a partir de la reindustrialización de los países centrales, que ahora buscarán producir cerca de los grandes mercados de consumo.
Pero generalmente no miden o pretenden no ver los grandes riesgos y amenazas a la gran mayoría planetaria por dos temas derivados de la 4RI que terminan en el incremento de las desigualdades y los procesos de exclusión, debido a la reducción de los puestos de trabajo y mayor calificación para los nuevos que se abren.
El eje del poder de la 4RI está en la automatización y robotización, por lo que se perderían o flexibilizarían hasta límites insospechados muchos empleos ligados a la industria y al agro o los servicios, dejando una vez más afuera de la formalidad a los grandes colectivos de personas con mínima formación.
¿Para que servirá realmente la tecnología?, para profundizar el proceso de alienación en base a la fantasía de los medios y para reforzar el uso de la tecnología para el control social dada la profunda asimetría y los niveles de pobreza en un mundo que exhibe con el mayor descaro las riquezas y otra forma de vida. Las sociedades actuales dicen democráticas, aunque es difícil la democracia con pobreza de más de la mitad población global, de allí que el querer profundizar el modelo con la 4RI implica un modelo diferente.
A partir de la crítica al transhumanismo y la hiperindividualización, aquella especie “posthumana” que se sentiría superior e “inmortal”, ¿dejaría como miembros de una especie inferior e inútil, a quienes no pudieran o quisieran incorporarse a esa revolución, convivir con ellos?
Para concretar esos cambios, la sociedad emergente deberá generar una invisibilidad de la insostenibilidad ecológica consecuencia del crecimiento económico, del agotamiento y degradación de los recursos materiales y energéticos y de sus consecuencias los procesos de desigualdad, expulsión y exclusión social que la acompañarían.
La 4RI está operada y avalada por una minoría formada por las élites tecnológicas, financieras, mediáticas y políticas que la impulsan, y su presentación como una panacea plantea muchas dudas, siendo una de ellas el que se trate de una distracción que asegure cierta paz social, mientras se ponen en marcha otras estrategias sociopolíticas duras que son las que nunca se hacen referencia.
La 4RI responde a la necesidad que tiene el poder mundial de atrincherarse frente al declive del sistema y la emergencia de un nuevo orden mundial, ante la amenaza de una sociedad cada vez más desigual y polarizada, poner en marcha una estrategia que fortalezca, en tiempos de incertidumbre, con relato novedoso, fantasioso y atrayente ante los que más requieren de creer en algo, que les permita salir de su difícil situación.
La posibilidad del fin de ciclo parece inevitable, de allí que todas las fuerzas hoy están centradas en el nuevo relato y su magia, mientras los conflictos político- militares siguen en ascenso como expresión de pugnas no resueltas, de hegemonías no consolidadas y de agonías no asimiladas.
Por ello, la 4RI es a la vez una esperanza y una amenaza, según del lado que el sujeto esté; es una posibilidad y una impotencia para enfrentar el mundo del trabajo, es un profundo cambio que viene tan rápido, que la sociedad no lo alcanza a visibilizar, que hace poco ruido, pero mucho daño, que se dispersa en muchas regiones o que se acusa a otras razones.
Pero una cosa queda clara, los grandes centros del poder pelearán hasta el último día en mantener la hegemonía del sistema e imponer un nuevo modelo que se adecue a las grandes transformaciones. Aquí lo que está en juego es el sueño de los pueblos, algo que se viene luchando desde hace dos siglos con la primera descolonización: la implantación de la democracia
4 Comentarios
Todavía hoy, la mayor parte de las luchas sociales son en realidad, luchas anticoloniales!
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