“Si hubiera una sola persona perfectamente informada nunca se produciría una crisis general» Robert Skidelsky.
El 2018 aparece en el espejo de la historia argentina como el nuevo 2001, triste época cuando entró en default y el dinero perdió su valor, llevando a la gente a recurrir al canje, al trueque y otras formas de intercambiar cosas para poder sobrevivir.
Este gran drama que traspasó a todas las clases sociales y especialmente a la mal denominada “clase media” de un país soberbio sin motivos, tuvo que agachar la cabeza y hacer lo que hacen los pobres históricamente, cambiar trabajo por cosas y viceversa.
Pero la experiencia no bastó, ya que en menos de dos décadas se volvió a repetir, pero esta vez, el que asumió el Ejecutivo planteó claramente lo que iba a hacer, pero esa clase de fantasía más que de realidad, le creyó y hoy le queda el consuelo del tonto, esperar que el milagro se dé y regresen al nivel de consumo que tenían.
El triunfo electoral de Macri, un hombre de derecha que nunca lo ocultó, si hubiera ganado con el voto de los ricos, la justificación sería total, pero ocurre lo contrario, que los sectores de alto poder adquisitivo son pocos, operando con apoyo de los grandes medios dirigidos por Clarín y La Nación, que lograron transformar las masas seudo-pensantes en títeres útiles al fin de este grupo que retoma el poder, por mínimos votos, en una lección de democracia.
El líder en español de la derecha neoliberal, el periódico El País, lo mostró claramente y sin tapujos al decir, que Argentina se enfrentó a unas elecciones legislativas en el 2017, que las ganó el partido de Macri y la campaña trata de hacer un balance de los dos primeros años de Gobierno, que con negativos resultados, aún mantiene la esperanza de un cambio.
Pero las cifras, como casi todo en Argentina, son contradictorias, y lo único claro es que el primer año, 2016, fue de recesión fuerte, inflación del 40% y una caída en casi todo.
La realidad argentina se ve en los barrios y en la propia ciudad, ya que el gobierno federal bajó impuestos al campo, la histórica mina de oro del país, y en la fértil pampa húmeda todo es entusiasmo y votos para el macrismo. Pero a su vez, Macri subió las tarifas de gas, luz, agua y el combustible, y ello se refleja en los superpoblados y empobrecidos alrededores de Buenos Aires, que están sufriendo la inflación frente a salarios depreciados.
Las ventas que se desploman, una inflación imparable que devora los salarios, y un fuerte aumento de los pobres en los tres años de Gobierno, donde la pobreza ha reaparecido como el viejo flagelo que gobernaba a la Argentina de los estancieros, hoy una burda copia.
El campo frente a ciudad, clase media (hoy de nombre) frente a clase popular, el interior frente a la capital, esa es la nueva Argentina, la que ve sus sueños diluirse y acostumbrada a vivir atrapada en créditos con tal de viajar o estrenar auto, hoy se enfrenta a su verdadera realidad, no es país desarrollado, y con un creciente número de pobres que se ven o se pueden contar en la capital y el gran Buenos Aires en los comedores populares que la caridad de unos y la ética de otros alimentan a estas cocinas para que la gente no llegue a la noche con hambre.
El presidente Mauricio Macri, hijo de inmigrante italiano que forjó una fortuna durante la dictadura de manera poco clara y ética, es premiado por el neoliberalismo y apoyado por todos los organismos internacionales y los países clave, y así obtuvo un enorme flujo de dinero, que hoy no se sabe dónde está y para saberlo habría que buscarlo en los paraísos fiscales donde desde los primeros destapes de estos años, aparece el Presidente y una parte importante del gabinete y sus amigos.
El dinero del exterior llega como deuda, como inversión especulativa atraída por un increíble interés del 27% en pesos, y a través del blanqueo, récord mundial con 117,000 millones de dólares declarados por argentinos y antes ocultos, que representaban el 20% del PIB.
Ese enorme flujo de dinero está disparando el mercado inmobiliario y la venta de coches, pero aún no ha llegado a convertirse en inversión productiva y empleo de forma masiva; éstas son algunas de las claves de los datos de los primeros dos años de Gobierno de Macri.
Así la inflación es el fantasma que asola la política económica de Macri, el gran aumento de los servicios básicos, que son llevados a precios internacionales cuando la gente gana mucho menos que eso, para poder enfrentarlo agudiza la crisis interna.
Un modelo donde la especulación es la base de la acumulación de capital, por lo tanto, los empresarios prefieren importar para vender que producir y enfrentar los problemas laborales e inflacionarios.
Para sostenerlo se debió hacer una reforma legal profunda para que las Fuerzas Armadas que se resisten pasen a cuidar fronteras e intervenir en “conflictos internos”, algo que inauguró la Gendarmería con el secuestro y homicidio de un joven que apoyaba la lucha mapuche. Así comienza la lista de desaparecidos, secuestrados y presos políticos de esta “nueva democracia”.
A ello se le suma la persecución judicial a los miembros del anterior gobierno, lo que hace la derecha en Brasil, el llamado golpe judicial, mientras la educación y la investigación son desmontadas porque no sirven a este proceso, algo que ya se había “aprendido” con los militares durante la dictadura y el holocausto.
El Ministro de Trabajo, Jorge Triaca, reconoció oficialmente en el 2017 que se habían dado 120,000 despidos, pero la oposición elevó la cifra hasta 200,000, algo contradictorio con la promesa del nuevo gobierno de lograr la pobreza cero entre las prioridades de Gobierno, pero durante la gestión se llevó al país en dirección contraria. La pobreza aumentó en 1,4 millones, hasta los 13 millones en total, el 34,5% de la población, según datos de la Universidad Católica Argentina, tomados como referencia ante la ausencia de cifras oficiales.
Una de las ideólogas de este neoliberalismo extremo es la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, repitió una frase de un famoso fascista argentino el contraalmirante Arturo Rial, partícipe del golpe de Estado de 1955 que fue el más violento y criminal de toda nuestra historia, y que dice: “… de qué sirve llenar la provincia de universidades públicas cuando todos sabemos que nadie que nace en la pobreza llega a la universidad”.
Esta idea racista que evoca al cavernario cuando expuso el sentido profundo de las intenciones de aquel golpe de 1955: “Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que, en este bendito país, el hijo de barrendero muera barrendero”.
Este gobierno dilapidó mayoría y legitimidad, que logró en dos elecciones seguidas, pese a que el primer año ya vio como venía el proceso privatizador y destructor del Estado, como expresión clara del neoliberalismo, promovido por una clase que se considera elegida para gobernar y distribuir el poder y la riqueza.
Para algunos respetables pensadores, la ciudadanía ha sido traicionada, yo no pienso lo mismo, y creo que, si no lo pensó, lo acepta porque considera estos pasos como el preámbulo de una fabulosa modernización.
Cerrar o debilitar para que sobrevivan en mendicidad las universidades públicas al igual que la educación pública, que fue tiempos atrás el orgullo del país, y que hoy tiene más importancia por alimentar a los niños que llegan sin desayunar o almorzar, ¡qué tristeza! Siguiendo la línea de destrucción del Estado y la profundización de las diferencias de clase está la privatización de la salud pública debilitando su infraestructura y los aportes del Estado, eso que llevó al gran científico argentino René Favaloro al suicidio.
Otro baluarte que el Estado de hoy está dispuesto a barrer es el de condenar a una pobreza extrema a millones de jubilados, a la vez que maquiavélicamente piensan en desmantelar la investigación científica en el país y con ello el abandono de políticas científicas exitosas o promisorias.
La gran duda es que, para algunos, los que votaron a Macri no votaron esto, ¿entonces qué votaron? Aceptaron toda la propaganda de Clarín y La Nación orientada a desprestigiar el gobierno que había sacado a Argentina del default, que tuvo sus grandes errores, pero también aciertos; la gente no pensó en eso o la propagada les cegó, de ser así es una masa manipulada y habla muy mal del país, por eso yo prefiero pensar que especularon en cambiar la situación y se equivocaron, pero querían entrar en la modernidad neoliberal y entraron en el camino equivocado camino al infierno.
Así volvemos a la Argentina real de banqueros, estancieros, jugadores de polo, fútbol, comerciantes importadores y especuladores, gente de la farándula, magos y otros vividores.
Habrá que seguir con el juego democrático, los que no tenemos hambre podemos esperar y la mayoría de la sociedad se alimentará de la democracia, en un mundo que va camino a una situación extrema como lo explica el informe de 2018 de OXFAM sobre datos del 2017 que dice que el 82% de la riqueza mundial generada durante el pasado año fue a parar a manos del 1% más rico de la población mundial, mientras el 50% más pobre, 3,700 millones de personas, no se benefició lo más mínimo de dicho crecimiento.
Argentina no está en otro mundo, aunque Usted no lo crea.
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