Brexit: ¿el comienzo de un cambio?

«No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.”  William Shakespeare.

Alfredo César Dachary.

 

En la medida en que la Unión Europea (UE) iba creciendo en número de miembros, la base sólida de sus inicios comenzaba a ser cuestionada por algunos grupos, que ante el ocaso de la Europa de los países, querían regresar a la Europa de los pueblos.

Primero fueron los corsos bajo dominio francés, parece que no habían estudiado la historia de Francia, que nunca dejaba libre a una colonia, siempre las mantenía en un estatus de territorios de ultramar, de allí el enfrentamiento pasó a la lucha armada.

Los italianos del norte no consideraban tener nada en común con los del sur, y así nace la Liga del Norte procurando lograr una mayor autonomía, algo difícil en un país permeado en su estructura de gobierno y económica por las grandes mafias, que en su momento controlaban hasta el Primer Ministro o éste era el jefe de ellos.

A los españoles, dos autonomías les exigían independencia, por un lado los catalanes, un tema de vieja data y, por el otro, los vascos, llegando a formarse un grupo armado, el ETA, que dejó una profunda huella en este país, que venía saliendo de una larga dictadura: el franquismo.

Pero hace un año, la nota la da uno de los países sojuzgados por Inglaterra, Escocia, lo cual la llevó a pedir un plebiscito que se perdió por una mínima diferencia. A comienzo del siglo XX, los irlandeses lucharon y pagaron una gran cuota de sangre por obtener su libertad, que luego pasó a un conflicto con la denominada “Irlanda del Norte” último bastión inglés protestante de la católica isla verde.

Todas éstas eran guerras de independencia, de búsqueda de obtener una soberanía plena en un territorio históricamente ocupado por los solicitantes, pero luego de estas “guerras interiores”, aparece y toma forma lo que se ha denominado los euroescépticos, ciudadanos o políticos que no creen en la Unión Europea, más cuando ésta transformó su base de integración para recibir a los países del este, sin historia democrática y bases económicas muy débiles. De allí que cuando emerge la propuesta de un referéndum para que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte decidirían si permanecen o no en la Unión Europea, no sabemos bien si la Unión Europea sufre un proceso de metamorfosis o de agonía.

¿Por qué este país líder, la segunda economía de la UE decide poner a votación de sus ciudadanos la posibilidad de seguir o salirse de esta organización en la que lleva más de cuatro décadas?

Hay muchas respuestas a esta compleja pregunta, pero comenzaremos, por saber dónde está la base del grupo que pedía y hoy lo ha logrado, la salida de la UE, situación que se ha repetido en cierta forma en Estados Unidos, con el hoy candidato republicano, Donald Trump.

Se trata en ambos casos de personas que se encuentran en precaria situación económica debido en parte a una globalización que trajo una competencia comercial a escala planetaria y que terminó arrasando el tejido industrial de su país a golpe de deslocalización, y ello va acompañado de las diferencias educativas, que en el caso inglés sólo el 30% de quienes tienen estudios universitarios apoya la salida del Reino Unido de la UE; la proporción sube al 70% entre los que no alcanzaron a completar sus estudios secundarios. A ello hay que sumar que el apoyo a la salida de la UE está en la población mayor de 55 años, conservadora y en muchos casos de pueblos y zonas rurales.

De allí que no es casual lo que  Donald Trump dijo, desde la misma Escocia a donde había arribado por cuestiones de negocios, que es grandioso que los británicos hayan «recuperado su país» y tengan la posibilidad de decidir quién entra y quién no a su territorio, sacando otro tema común de los conservadores, la limitación a los inmigrantes.

El otro tema central que vincula la generación de empleos con el comercio mundial es el que los ingleses plantean que ellos podrían proteger mejor sus intereses comerciales, negociar directamente con socios quizás más interesantes que los socios pobres de la UE, los ex países del Este, y además podrían salvaguardar a sus ciudadanos de las excesivas y absurdas regulaciones europeas, que son estrictas en materia de medidas para frutas y verduras que se van a exportar.

Los conservadores ven los árboles pero no el bosque, hay desocupación, baja remuneración en los empleos y hasta competencia con los inmigrantes, pero eso no es todo en el comercio internacional y más dentro de la Unión Europea.

Lo que no dicen y han tratado de ocultar es que la economía británica tiene una enorme dependencia económica de la UE, que representa la mitad de su volumen de intercambio comercial y, sin embargo, el Reino Unido representa para la UE apenas un 10% de sus transacciones comerciales, por ello, son los empresarios británicos y no las empresas continentales, que estarán encantadas de ver desaparecer a un fornido competidor.

Una opción que no se puso en juego es lograr un estatus intermedio similar al de Noruega o Suiza que le permitirá comerciar sin trabas con la UE, y así podrá negociar nuevos tratados de intercambio con sus aliados y países que consideren que son estratégicos.

El otro gran tema es la inmigración, más ahora que Europa enfrenta una crisis migratoria incontrolable y la UE ha acordado dar cuotas a cada país a fin de que reciba inmigrantes, la mayoría provenientes de los grandes conflictos del norte de África. Pero en este tema, el Reino Unido tiene una formidable capacidad de atracción de inmigrantes cualificados, en este caso los sirios, la mayoría con educación universitaria.

No solo tienen la ventaja de ser educados y con experiencia laboral sino que al ser más jóvenes y sanos suponen una contribución neta al sistema de pensiones y causan un gasto sanitario mínimo, lo que más se resiente es el efecto sobre el mercado de trabajo, y que ello lleve a que se reduzcan los salarios de los británicos con los que compiten, generalmente los menos cualificados, algo que los economistas han encontrado evidencia a favor y en contra de esta hipótesis.

En realidad, los inmigrantes en este caso y en la mayoría de los países, incluido Estados Unidos, los inmigrantes son una fuente de riqueza para una economía desarrollada, ya que se reciben a personas en las cuales los gobiernos de sus países de origen habían generado una alta inversión en educación, alimentación y salud.

¿Cómo puede ser evaluada esta opción que ha votado el pueblo británico, especialmente en la parte de Inglaterra?, podríamos hablar de un golpe al europeísmo, o que éste se suma a otros más que se han venido dando en la UE desde la crisis del 2008 y mucho más atrás.

El denominado europeísmo ya había sido puesto en tela de juicio con Grecia como caso extremo y luego con los otros grandes deudores como España y Portugal, además de Italia, y todo esto fue varios años antes de que se anunciase el referéndum y por ello, trasciende su realización.

La alternativa al abandono de las instituciones comunitarias no era un proyecto europeo vigoroso, estimulante y atractivo, sino que venía siendo todo lo contrario, primero por la deriva de la UE y de la moneda única, además del control estricto del Banco Central europeo, bajo control de los alemanes, los grandes acreedores de esta Europa en crisis. A ello se le suman las exigencias de Estados Unidos con los nuevos tratados como el TTIP, TPP, TISA y CETA, nuevos acuerdos de dominación que vulneran el sistema internacional de los derechos humanos, fue la piedra que faltaba a la larga lista de atropellos de las autoridades de la UE contra los pueblos de Europa, la “Periferia dorada”.

Luego viene la etapa de la Europa que ha echado el candado, pues los muros y las policías no contendrán la desesperación de los que huyen de la guerra y del hambre, y así la UE se muestra incapaz de llegar a un acuerdo que permita dar cobijo y asistencia a los que llaman por auxilio humanitario. Pero a su vez, es incapaz de abordar los problemas de fondo del proceso migratorio, del cual ésta es responsable como el comercio de armamento, la financiación trasnacional de los grupos en conflicto y las mafias o la rivalidad de las potencias por los recursos que están en juego.

Este es un largo camino en el que los equilibrios con los que se construyó el denominado proyecto europeo entre instituciones y mercados, entre Alemania y Francia, entre las economías más prósperas y las más rezagadas han saltado en mil pedazos, por ello la pregunta inicial ¿es el Brexit un cambio o el comienzo de un final?

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