“Puede que seas capaz de engañar a los votantes, pero no a la atmósfera” Daniela Meadows.
Hemos pasado varias décadas hablando, legislando, ordenado y planeando una relación más racional del turismo con el territorio y lo que está en éste, los ecosistemas, pero siempre han sido más las declaraciones que los resultados y menos el convencimiento que el interés por hacer valer todo lo planeado.
Hoy estamos frente a hechos muy graves, que pese al que Presidente de Estados Unidos los quiera borrar por decreto, la realidad se encarga de hacérselo llegar; no pensemos que entre la lucha por el medio ambiente y el cambio climático hay diferencias, son dos etapas de un mismo proceso por recuperar una racional relación con ésta y entre nosotros los ciudadanos, pero parece que la estamos perdiendo.
No son ideas propias, sino el resultado de los últimos estudios realizados por
de la Universidad de Sídney publicados en la revista Nature y que es el primer trabajo dedicado a estudiar los flujos globales de carbono relacionados con el turismo de 189 países, incluidos Estados Unidos, China, Alemania e India, que son los que más contribuyen a estas emisiones.
Los resultados son muy graves, ya que la huella de carbono del turismo mundial aumentó cuatro veces más de lo que se creía, por ello es que el turismo contribuye significativamente al producto interno bruto mundial, y se prevé que crezca un 4% anual, superando así a muchos otros sectores económicos.
La investigación concluyó que entre 2009 y 2013, la huella de carbono global del turismo aumentó de 3,9 a 4,5 Gigatoneladas de CO2 equivalente, cuatro veces más de lo que se había estimado anteriormente, lo que representa aproximadamente el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Hoy, el sargazo es noticia en América y especialmente en las zonas más afectadas del Caribe, pero no se trata de una “aparición” sino que el fenómeno en diferentes magnitudes lleva varios años, y para el caso de México, cuyo frente más afectado es el Caribe mexicano, la SEMARNAT viene advirtiendo de los riesgo de una invasión de sargazo desde el 2013; dos años después, en el 2015, se hablaba de la marea marrón en la costa maya y al año siguiente se combinaron las dos plagas, el mal gobierno de Borge que aparentemente compró una máquina y no pagó a los jornaleros que deberían recoger el sargazo y el regreso de esta “plaga”, porque afecta las playas, fuente del turismo en todo el Caribe, aunque sus efectos son mayores.
En el 2018 se crea el Fideicomiso para el Manejo Integral de la Zona Costera, Desarrollo Social y Seguridad, para rescatar las playas del sargazo, y el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, alertaba sobre una invasión de sargazo superior a la del 2015. En este 2019, nuevamente la UNAM señala que la invasión podría llegar a ser de 500,000 y 600,000 toneladas de algas.
Pero no siempre la presencia del sargazo ha sido un síntoma de un grave problema ya que, según Carla Daniel, Directora de Conciencia Pública y Educación del Proyecto de Tortugas Marinas de Barbados, en condiciones normales, el sargazo flotante es un próspero ecosistema.
En el mar abierto se transforma en un hábitat vital y una fuente de alimento para peces, tortugas y crustáceos, pero en la situación actual, que es cuando crecen demasiado espesas, las algas marinas se amontonan en densas y enredadas esteras tan tupidas e impenetrables, no pueden abrirse paso las tortugas marinas y otros animales que respiran en la superficie y se convierte en una trampa mortal.
Para los expertos de la FAO, que están trabajando en Barbados, hay una combinación de excesivos nutrientes de fertilizantes agrícolas y contaminación; el aumento de los flujos de nutrientes de los ríos Congo y Amazonas, el polvo del desierto del Sahara y el aumento de la temperatura de la superficie del mar causado por el cambio climático.
Eso lleva a la formación de enormes acumulaciones de algas que devastan los ecosistemas marinos y costeros: impiden que la luz solar vital llegue a los arrecifes de coral y lechos de algas marinas, y su descomposición elimina el oxígeno del agua y libera sulfuro de hidrógeno tóxico, lo cual trae como resultado una rápida degradación de las praderas marinas, los manglares, los arrecifes de coral y otros ecosistemas costeros poco profundos.
No solo el turismo es el afectado por el sargazo, sino la pesca marina, lo cual es básica para muchas poblaciones costeras ya que, en comparación con los primeros seis meses de 2014, cuando los pescadores barbadenses desembarcaron 981 toneladas de peces voladores, la captura cayó a 278 toneladas un año después, durante la mayor afluencia de algas de 2015: una disminución del 72 por ciento en una de las pesquerías más importantes de la isla.
Hay también riesgos para la salud humana, ya que mientras el gas de sulfuro de hidrógeno liberado cuando las algas se descomponen es peligroso en grandes cantidades, causando dolores de cabeza, mareos, náuseas e incluso asma, y además también puede causar «rápidos y extensos daños al hormigón y los metales«, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Un estudio de 2017 mostró cómo la afluencia de sargazo causó la muerte masiva de lechos de algas marinas en México, causando daños que pueden tardar años o décadas en repararse.
El Caribe es la zona turística y comercial con mayor tráfico en América, por estar en una región turística y el canal de Panamá, por lo que no se debe olvidar, sin buscar nuevas causas para el sargazo pero sí para la contaminación ambiental de estos cruceros, ya que el moderno crucero turístico lleva entre 2,000 y 3,000 pasajeros más los tripulantes y consume la energía de 12,000 automóviles, usando fueloil pesado que es 100 veces más toxico que el diesel y contiene 3,500 veces más azufre. Los cruceros más modernos, como los de la Royal Caribbean, consumen 35% más que los cruceros antiguos, unos 2.500,000 litros de fueloil al día, consumo energético similar al de 77,000 hogares en Estados Unidos. Un ejemplo de estos nuevos monstruos o ciudades flotantes es el Harmony of the Sea, con capacidad para 10,800 pasajeros.
En los grandes puertos de cruceros como Barcelona, las emisiones representan el 46% de la ciudad en cifras del 2013; hoy a mayor capacidad e impacto y más arribos, esto debe haber subido.
Si al impacto de los barcos se les suma el de los aviones, se ven muchas razones para esperar grandes daños en el ecosistema marino y terrestre y sus consecuencias directas e indirectas.
Para la oceanógrafa Rosa Elena Rodríguez Martínez, el problema del sargazo se origina frente a Brasil, aunque pequeñas cantidades provienen del llamado Mar de los Sargazos, localizado en el océano Atlántico, frente a las costas de Estados Unidos, un bosque marino de 3,5 millones de kilómetros cuadrados, que durante los siglos XVII y XVIII ganó la terrible fama de ser un lugar cementerio de buques de navegación a vela, por la dificultad de éstos de abrirse paso entre la vegetación marina, y en el siglo XX se le consideró parte del Triángulo de las Bermudas, lugar donde inexplicablemente desaparecían barcos y aviones.
Un “mar” de límites difusos, que con las algas forman “bosques” enormes que dificultan la navegación, y que modernamente se ha determinado que éstas contienen compuestos orgánicos bioactivos que pueden tener aplicación industrial, y en un uso más tradicional, como fertilizante.
Según la experta de la UNAM se desconocen los modelos reproductivos, por lo tanto, falta evidencia científica, genética, taxonómica y oceanográfica del fenómeno, aunque en algunos estudios han intentado encontrar un uso farmacéutico, por su viscosidad similar al gel, para acompañar alimentos, o a la celulosa, para fabricar bloques de construcción.
Se los mezcla con polímeros y el sargazo se ha destinado a otros usos ensayados en fase industrial inicial como suelas de zapatos o calentadores solares, pero se trata de estudios pilotos. En Belice se comenzarán a construir bloques para las comunidades pesqueras.
Una de las pruebas del peso de la economía del turismo en el Caribe, Centroamérica y México, es que la invasión de sargazo ha llevado a un encuentro de alto nivel que une a expertos de México, Estados Unidos y el Caribe con representantes de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), que contó con la presencia de representantes de 13 países, quienes se pusieron de acuerdo en este mes de junio para una agenda común de cooperación internacional.
Luego de más de diez horas de intercambios de ideas y experiencias, se llegó a la certeza que se enfrentan a un fenómeno atípico, y que éste es un problema de índole global, por lo que se requiere de la cooperación regional y el financiamiento internacional, a fin de encontrar soluciones de fondo.
Se lograron 26 acuerdos por parte de los países presentes: Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Jamaica, Trinidad y Tobago, Haití, Cuba, Panamá, Isla de Guadalupe, Belice, Guyana, Guatemala y México. Los acuerdos incluyen la elaboración de un plan emergente 2019-2020 y solicitar financiamiento de cruceros y otras empresas más del sector. El problema que se consideraba de coyuntura aparentemente viene creciendo y con ello la amenaza a unos de los pilares de la economía de la región: el turismo y la pesca, en la paradisíaca zona del Mar Caribe.
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