¿Es tan peligrosa la cuarta revolución industrial?

“La vida sería trágica si no fuera graciosa” Stephen Hawking.

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Hay quienes con mucho criterio afirman que uno de los objetivos del neoliberalismo como proyecto dentro del capitalismo global es que la sociedad pierda las esperanzas de un cambio y, para lograrlo, abre varios frentes que actúan como alternativas al modelo, pero al final se integran y les son funcionales al mismo.

Los temas vigentes hoy son todos muy realistas, pero el poder asumirlos y ejecutarlos es un largo camino que termina perdiéndose en la maraña de instituciones públicas y privadas.  

Así tenemos un gran frente que viene operando de los 70´del siglo pasado, en una lucha en defensa de la naturaleza primero y luego se fue ampliando, pero siempre sin lograr imponer los cambios de fondo que se requerirían para hacerlos realidad.

Los hechos son claros, hoy el ecologismo plantea un futuro de apocalipsis por la gran pérdida de biodiversidad combinada con el calentamiento global derivado del cambio climático, y los ejemplos abundan, desde la pérdida masiva de las abejas a un mar que en tres décadas más tendría más plásticos que peces, y la pérdida sistemática de muchas especies no solo de animales, sino plantas y, entre éstos, la especie amenazada es el hombre, pero los ecologistas no dicen nada.

La insostenibilidad urbana repite el mismo escenario en las ciudades que termina siendo apocalíptico, sobretodo en la actualidad en que más del 75% de la población mundial vive en diferentes formas de agrupación urbana.

 La mayoría de las grandes ciudades están junto al mar que crecerá y afectará la infraestructura básica haciendo de las ciudades un verdadero infierno, mientras los bosques arderán por efecto de la combinación de sequía y elevadas temperaturas, y en algunos casos la demencia emergente de pirómanos.

El clima se manipula y hoy los grandes eventos climáticos nos ponen en duda si estamos frente a una naturaleza alterada o un pensamiento militar esquizofrénico    que ha logrado manipular la naturaleza y crear terremotos y grandes huracanes, que han derivado en tsunamis, con un alto costo en vidas en las sociedades más pobres de las regiones costeras.

La naturaleza que cuidamos se ha transformado aceleradamente, por lo que el físico Freeman Dyson ha señalado que la biología sintética marca el final de la evolución darwiniana, ya que, mediante la adecuada intervención en los mecanismos regulatorios naturales, podemos acceder a un amplio escenario de posibilidades en la creación de nuevas formas de vida, muchas de las cuales nunca abrían sido alcanzadas por la evolución natural.

Quizás, al igual que ha ocurrido con otros grandes avances en el conocimiento, sea necesario esperar cierto tiempo para llegar a comprender todo el potencial positivo como negativo de la biología sintética. En todo caso, lo que parece claro es que el siglo XXI será el siglo de la biología y la vida, y en él asistiremos a una de las revoluciones científicas y tecnológicas que marcarán el curso del conocimiento futuro.

Este mensaje es muy diferente al de un mundo lleno de robots, entonces la pregunta es ¿por qué nos amenazan con los robots que nos van a quitar los trabajos, cuando por otro lado están transformando la vida desde la naturaleza al propio hombre?, ¿cuál es la amenaza real o son dos frentes que al final se unen?

Las corporaciones agroindustriales más grandes del mundo ondearán la bandera de la “agricultura climáticamente inteligente” en la Cumbre sobre Cambio Climático, y aseguran que sus cultivos de alta tecnología para la agricultura industrial son necesarios para rescatar a los agricultores de un mundo caliente, el problema es que este argumento ya está ampliamente desacreditado.

Los planes para usar herramientas de biotecnología extrema, es decir, del campo de la biología sintética, para empujar su agenda “climáticamente inteligente”, van desde la alteración de la fotosíntesis a la liberación de herramientas de edición genética “conductores genéticos” para modificar poblaciones enteras de hierbas.

Allí emerge la biología sintética, una industria joven muy controvertida que se dedica a diseñar formas de vida desde cero para propósitos industriales, por lo que hasta ahora la mayoría de los productos comerciales de la biología sintética han sido combustibles, saborizantes y compuestos químicos producidos mediante microbios modificados.

Pero en el campo se expande rápidamente hacia cultivos bio-diseñados y otras aplicaciones agrícolas que se planea liberar en el ambiente, una investigación cada vez más riesgosa, y lo que se deja ver es que se trata de productos que reforzarán la dependencia de los agricultores a la producción intensiva mediante plaguicidas, solo que como son de alta tecnología se les presenta con la retórica de la “agricultura climáticamente inteligente” como justificación.

La lucha por controlar la naturaleza y el hombre es muy antigua, pero en el siglo XX y el actual ésta se ha intensificado, así tenemos como ejemplo el doloroso recuerdo del período de la Guerra Fría, cuando el gobierno de Estados Unidos promovió la aludida exportación del control de la natalidad a algunos países menos desarrollados, dentro de una ideología malthusiana, mientras se mantenían las prohibiciones sobre anticonceptivos dentro del país.

Dos estudios publicados en 1973 sugieren que la tasa de natalidad de las mujeres blancas comenzó a descender en Estados Unidos desde las primeras décadas del siglo XIX, y que había disminuido de manera sustancial, de 7.04 hijos por mujer en 1800 a 3.56 en 1900, o sea, antes de que hubiera un movimiento organizado de control de la natalidad. Hacia 1880 se comenzó a difundir este cambio de criterio entre la población negra, y hacia 1940 casi se habría igualado su tasa a la de los blancos.

La promoción de la limitación de la población por varios gobiernos dentro del marco de la Revolución Verde representó un cambio drástico respecto a la situación previa, ya que tradicionalmente se habían opuesto al control de la natalidad.

Hoy, la mayoría de los países que tenían gran crecimiento demográfico como México han ido reduciendo sustancialmente el mismo, algo que se ha dado en los países musulmanes que aún mantienen una elevada tasa de natalidad.

La meta hoy es diferente, ya que la promesa de biología sistemática es diseñar y construir diferentes sistemas biológicos de forma racional conjuntando piezas de información genética, lo que permite la modificación de la vida existente.

Estos avances científicos también han generado alternativas para la biomedicina, mediante el diseño y construcción de diferentes organismos para atacar infecciones virales y microbianas, pero aún hay ideas más ambiciosas, como crear construcciones genéticas que puedan detectar enfermedades y restauren las funciones saludables propias.

El bombardeo mediático ha enfatizado la ilusión de que semejantes tecnologías cambiarán nuestras vidas en un futuro cercano, no solamente seremos capaces de reparar cuerpos dañados y enfermos, sino que podremos mejorar nues­tras capacidades físicas y mentales. Pero esto a su vez son los constantes recordatorios de que somos cyborgs, seres continuamente transformados por la tecnología y la cultura y no únicamente por la necesidad de adaptarnos al medio y so­brevivir.

         Nuestros sueños de transformación no tienen motivos exclusivamente sociales o rituales, sino que también se deben al simple placer de reinventarnos para cumplir nues­tras fantasías y materializar en carne propia los de­lirios más personales, algo que se ha generalizado a través de Facebook, esa vitrina a lo perverso de nosotros, lo que no podemos ser, o Instagram, la exposición de la figura meta o modelo del capitalismo individual.          Como podemos ver, los procesos reales siempre se disfrazan, los otros se promueven pero, en general, no estamos enfrentándonos a una revolución industrial sino a una transformación de la sociedad del mundo en que ésta se encuentra, esto es más que economía, es ideología, dominación, recolonización, alteración de lo existente para adecuarlo a una nueva sociedad donde el hombre no dejará de mandar, una minoría, y una gran mayoría seguirá la lógica que hoy tiene cerca de la mitad de la población del planeta, para unos sobrevivientes para los que vienen del desarrollo: precaristas.

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