Dr. Alfredo A. César Dachary

La corrupción en los diferentes niveles del poder ya sea público y privado, como bancos y grandes consorcios, son la noticia más repetida en los noticieros de todos los países; ésta es la cara “mala” de la llamada economía legal porque luego viene la otra cara que es la economía criminal, ¿habrá diferencias profundas entre éstas o es una cuestión de grupos y poder?.

De esta situación no escapa ninguno, desde el banco del Vaticano que operó con el dinero de la mafia y terminó con una serie de asesinatos y suicidios a la acusación por fraude fiscal a Uli Hoeness, presidente del gigante alemán del fútbol Bayern de Múnich, quien reconoció en el pasado haber ocultado dinero en Suiza, entre los hechos más publicitados, ya que diariamente hay cientos de casos que a veces ni llegan a la justicia.

La actual Directora del FMI, Christine Lagarde, tiene un juicio abierto por la justicia francesa sobre su gestión como Ministro de Finanzas y su relación con empresarios, y la hija del ex rey de España, hermana del actual monarca, también milita en este grupo por fraudes en complicidad con autoridades de Baleares y otras entidades. La corrupción no es patrimonio de ningún país, partido o grupo político, sino una nueva enfermedad que se ha extendido ampliamente en todo el mundo, y que llega hasta lo más profundo de las instituciones encargadas de perseguirlas y juzgarlas.

Pero en el caso del fútbol como en el boxeo y, en general, en todos los deportes profesionalizados, este problema es endémico y muy poco se ha hecho por frenarlo y menos controlarlo, llegándose a la formación de grupos de choque, en los diferentes clubes como casos graves, como el de Argentina en un encuentro con el club River Plate, que terminó con jugadores lesionados por estos vándalos a sueldo de directivas o grupos de poder en los clubes.

En el año 2009, se calcula que ha hubo unos doscientos partidos de fútbol que quedaron bajo sospecha de haber sido amañados en Europa, y la Fiscalía de Bochum, Alemania, poseyó indicios de que una trama de apuestas ilegales había manipulado una serie de partidos, entre los que se encontraban tres de la máxima competición del continente, la Liga de Campeones, así como doce de la Europa League, la segunda en importancia, y de las primeras categorías de Austria, Turquía, Hungría, Eslovenia, Croacia y Bosnia, además de divisiones inferiores de varios países. Jugadores, árbitros y directivos estarían implicados en uno de los mayores escándalos de apuestas ilegales en el fútbol europeo.

El Internet, combinado con los nuevos medios de comunicación, han sido fundamentales en el aumento del sistema ilegal de apuestas, que controla la economía criminal, y cada año, las apuestas por Internet generan más de 12,000 millones de euros en Europa.

En el caso de España, el negocio del juego a través de la red generó 250 millones de euros en el año 2008, que expresa un crecimiento anual progresivo, apoyados en el auge de páginas de Internet dedicadas a las apuestas, junto a la percepción por parte del usuario de obtener dinero de forma sencilla, como las maquinitas de apuestas de los bares.

A fin de “proteger al negocio”, una buena parte de las empresas de apuestas estén radicadas en paraísos fiscales, y esta situación ha impulsado más a este sector, el que se ha involucrado hasta lo más profundo en el deporte y, de forma especial, en el fútbol.

La corrupción y su compañero de fórmula, la impunidad, han acompañado al éxito de una casa de apuestas, que los llevó a pagarle al equipo de fútbol del Real Madrid, 17 millones de euros por lucir su nombre en la camiseta, lo cual es una pequeña parte, si se compara con los 216 millones que facturó esta empresa sólo en un semestre.

Y yéndonos más hacia atrás, en el año 2005, el ex árbitro de la segunda división alemana, Robert Hoyzer, fue condenado a dos años y medio de prisión por pertenecer a una trama internacional de apuestas ilegales, que le reportó 67,000 euros por amañar 23 partidos.

La policía italiana detuvo a nueve personas por pertenecer a una red de apuestas ilegales que arreglaba partidos de las divisiones inferiores del país y entre los detenidos se encontraba el presidente de uno de los equipos implicados, en este fraude deportivo.

Ante el incremento de la corrupción en el fútbol, el árbitro que es una figura decisiva en el transcurso de un partido, se convierte en un objetivo a captar por parte de las mafias, ya que con sus decisiones, favorece al equipo que en el partido en cuestión que tiene menos posibilidades de ganar, según las cuotas de las casas de apuestas.

Sin embargo, lo más graves son aquellos casos en donde los propios futbolistas son los implicados, ya que éste como los adictos a las drogas queda por ambición comprometido con las mafias que lo utilizan cuando la situación les es más propicia, como son las finales o los clásicos.

En el caso de Inglaterra, los futbolistas se endeudan con los corredores de apuestas por centenares de miles de dólares, apostando al resultado de partidos, una práctica que es ilegal pero que crece a la sombra de la corrupción y la complicidad de muchos. Así la corrupción de los arbitrajes, el brutal mercadeo de jugadores jóvenes que en algunos casos equivale a tráfico de esclavos, y las mordidas descaradas en la compraventa, comienzan a ser cotidianidad en el “rey de los deportes”.

La legalización del sistema de apuestas es el mejor marco para proteger este oscuro negocio que logró facturar en Italia más de 4,500 millones de euros en 2010, según datos del organismo regulador, la Administración Autónoma de los Monopolios del Estado (AAMS), pero no se añade el dinero que los italianos se juegan en las casas de apuestas internacionales, que es muy elevado.

En medio de esta corrupción en el fútbol aparece, en este final de mayo, Estados Unidos liderando una operación internacional contra la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) en la que están señaladas 14 personas relacionadas, directa o indirectamente, con el máximo órgano de gobierno del fútbol mundial, que ha logrado en Suiza hacer detener a siete personas que la Justicia estadounidense ha solicitado su extradición para juzgarlos por presunta corrupción.

El hecho en sí no sorprende, ya que cada día en cada país hay muestras evidentes de la corrupción en todos los órdenes y hasta en todos los deportes profesionalizados que ya son empresas altamente rentables, dado los grandes eventos existentes.

Sin embargo, hay una serie de “raras coincidencias” entre esta operación y una serie de “pendientes” en la FIFA, que nos hacen pensar en otros temas además de los ya conocidos de los fraudes, y estos temas son:

  • Se hace unos días antes de las elecciones internas de la FIFA, en la cual están en contienda el actual presidente Joseph Blatter, que lleva cuatro periodos y va el quinto y Ali bin Al-Hussein, el príncipe jordano que en la actualidad es vicepresidente de FIFA.
  • En esta asamblea de la FIFA se va a discutir una moción presentada por la delegación de Palestina, para que se separe de la institución a la organización que representa el fútbol de Israel.
  • Están en juego los dos mundiales que siguen en la lista y que se tienen la acusación de haberse logrado con soborno, 2018 Rusia, 2022 Qatar.

Según las autoridades de suizas, a los detenidos se les acusa de estar involucrados en un esquema de corrupción mediante el cual delegados de la FIFA y otros de organizaciones dependientes recibieron sobornos y comisiones de representantes de medios y firmas de promoción deportivas por más de 140 millones de euros, a cambio de ello se les otorgaban los derechos mediáticos, de publicidad y auspicio en conexión con torneos de fútbol en América Latina.

La petición de detención realizada por el gobierno de los Estados Unidos, se basa en que estos delitos fueron preparados y acordados en su país, mientras que los pagos se realizaron mediante bancos también estadounidenses, y el acuerdo para realizar esta operación, así como sus preparativos, se efectuaron en Estados Unidos.

El tema es complejo; la FIFA es un organismo internacional, más allá de la corrupción, debería ser juzgada por un tribunal internacional, ya que las dudas del tiempo en que estalla el escándalo y los temas en juego, además de la carencia de autoridad moral, hacen dudar sobre los motivos que han llevado a destapar el escándalo, que no se duda que sea real, pero en la forma está el fondo.

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