“La fantasía, aislada de la razón, solo produce monstruos imposibles…” Francisco de Goya.
Alfredo César Dachary.
Al concluir la segunda guerra mundial, Estados Unidos asume la hegemonía absoluta del capitalismo mundial, solo en competencia por cuatro décadas con la ex URSS.
En ese período de auge y expansión del capitalismo, en remplazo del viejo sistema colonial, emerge el turismo masivo, primero como una reivindicación a la emergente clase media, luego como un factor geopolítico para detener los procesos de descolonización que se les iban de las manos, y tercero, para hacer de éste su modelo de mayor atracción para todas las clases y sistemas.
El turismo permitió al sistema una gran expansión hasta el fin del siglo, ya que éste se extendió territorialmente, integrando a los territorios que no tenían otras oportunidades, como lo fueron las posiciones coloniales.
El turismo, además de transformarse y de ser un gran negocio global, jugó otro papel fundamental en esta sociedad del consumo que requiere permanentemente de nuevas ofertas para alimentar sus imaginarios de consumo y placer. Estas características lo hacen cada vez más atractivo a la gente de todas las edades y grupos sociales, existentes y que emergen de las grandes transformaciones de la sociedad en los 60´y 70´.
La expansión del turismo se dio principalmente en el cinturón del sol entre los dos trópicos, ya que éste fue el primer gran ícono del turismo, que en esa época se ha sintetizado en cuatro letras SSSS, de las palabras en inglés: sand, sex, sun, sea, síntesis que era parte fundamental en su representación icónica más conocida: “El paraíso”.
Por ello es que en la segunda parte del siglo XX, el turismo transita por un verdadero camino de gloria, ya que era alabado y requerido como la mejor salida de la pobreza de grandes grupos sociales, y a esto se le suman una serie de ideas complementarias, que lo visten como algo más allá de su faceta económica, al definirlo como el camino de la paz, una actividad que genera la hermandad de los pueblos, una esperanza para que los pueblos menos desarrollados logren una verdadera modernización; en síntesis, como la gran opción para sacar a muchas comunidades, regiones y países de la pobreza que les había heredado el colonialismo.
En esta etapa de un poco más de medio siglo, el turismo cumplió varias funciones fundamentales para el sistema, que lo fue colocando en un espacio de influencia mayor y las funciones principales fueron:
- Ser el modelo alternativo a los países en descolonización que eran la mayoría islas empobrecidas por la mono-explotación en históricas plantaciones, la mayoría de negra historia como la United Fruit “Mamita Yumay”.
- El turismo se expande geométricamente en esta segunda parte del siglo XX, gracias al crédito que cada vez hacía más accesible el viaje, y a veces el Estado que también promovía y apoyaba la expansión de esta actividad.
- Para expandir el turismo estaban las grandes costas de islas y continentes como principal atractivo, zonas de bajo poblamiento, lo que permitió al sistema una rápida ocupación a través de diferentes modelos, que terminan mayormente expulsando a la población originaria de sus tierras.
- En las grandes ciudades, las metrópolis de los viejos imperios, la reconstrucción permitió generar un gran atractivo para el turismo y éstas se transforman en lugares de turismo masivo desde París a Venecia, pasando por Londres, Madrid, Barcelona y Ámsterdam, entre otras.
Pero esta luna de miel entre el turismo en expansión y las tierras, pueblos y ciudades en reconstrucción o integración a un nuevo modelo como es el turismo, empieza a tocar fondo.
En los 80’ y 90’ se dan los primeros enfrentamientos por lo que se definía como la carga máxima en las islas, situación que se daba a partir de un enemigo común de esa época y hoy: los cruceros, que bajan miles de visitantes, están unas pocas horas y se regresan, dejando bajas derramas y muchos problemas, más cuando la infraestructura no está preparada para estas altas cargas de visitantes.
Esta resistencia se dio en el Caribe inglés principalmente y logró frenar a los cruceros y desviarlos a islas con mayor capacidad para puertos, aeropuertos y recepción de grandes contingentes.
En la última década del siglo XX, el turismo crece pese a la gran crisis que implicó la caída de la URSS y los países del Este y la tendencia se mantiene hasta la crisis del 2008, donde si bien hay un leve retroceso hay una recuperación inmediata, principalmente por los nuevos emisores líderes, como China y nuevos destinos como sur de Asia, Oriente medio y este de Asia Pacífico.
Si bien el crecimiento económico no es el deseable, principalmente en los países centrales, y en consecuencia en la periferia, el turismo crece como el consumo, generando grandes acumulaciones de deuda como fue la burbuja inmobiliaria del 2008 y las hipotecas subprime.
A partir de la primera década del siglo XXI, comienza a emerger la otra cara de la sustentabilidad, que es del agrado de los especuladores y desarrolladores inmobiliarios y es la necesidad de regular el uso del suelo en zonas turísticas para evitar el potencial rechazo de la sociedad.
Los promotores del turismo actúan como empresarios agrícolas que siembran en tierras públicas sin pensar que no son propias y, por ende, no pueden ser utilizadas en algo no previsto y por quienes no tienen derechos.
En el turismo el espacio público se socializa, pero no con permiso de los actores sociales en cada destino sino al interés de grupos muy restringidos, que lo usan sin tomar en consideración sus usos tradicionales y la población que había en estas zonas, además de no pagar nada por ello.
El espacio público es ocupado de varias maneras por el turismo, en el caso de los cruceros es una parada de la ruta turística, y el crucero paga muelle, como el avión en el aeropuerto en otras proporciones, pero allí se termina la derrama, salvo abastecimiento de agua, que se debe pagar y lo hacen a empresas privadas.
De allí que el espacio público es tomado como un bien que se usa sin contraprestación, y sin considerar a sus usuarios tradicionales, que en el caso de las ciudades testimonios europeas, la sociedad civil organizada rechaza este contrato inexistente porque les altera su calidad de vida.
Claro está que los mismos que rechazan esto en Europa, no lo hacen en la periferia, porque allí el turismo es un eje económico y está operado mayoritariamente por empresas extranjeras que verían cualquier restricción o rechazo como una agresión.
El espacio público en la periferia es parte de producto turístico en el cual actúan los actores locales de varias maneras para hacer atractivo el destino, no rechazan la masificación, aunque los afecte por miedo a reducir su nivel de arribos y de derrama.
Así el nuevo turismo masivo debe enfrentar las primeras grandes zonas de conflicto por gentrificación de los lugares que generan turismofobia, desde las ciudades patrimoniales Europas, las más sensibles, con mucha razón a defender su calidad de vida, los aeropuertos masificados son un nuevo frente de conflicto entre su capacidad real y la que recibe en crecimiento.
Esto lleva a pensar una redefinición profunda del turismo en Europa, más en las ciudades patrimoniales como en los destinos turísticos masivos de playa, que también están al límite del metro cuadrado de playa por persona.
El turismo, desde el fin de la segunda década, acelerará su crecimiento, ante el auge de las nuevas potencias emergentes y el efecto demostración que genera en todas las sociedades, donde el turismo ha dejado de ser el placer de conocer por uno nuevo de presumir, a través de las redes, a fin de obtener un nuevo estatus de gente mundial en un mundo global.
►Sustentabilidad humana y turismo de expansión
Ésta es la cara de la sustentabilidad humana, de las sociedades, la que primero se atacó fue la de la relación hombre – naturaleza, hoy es hombre – turista, pero no significa que la primera haya terminado, porque en realidad apenas comienza.
Airbnb es una expresión de los cambios en la sociedad y se ha transformado por ello en la punta de lanza de esta transformación; los contratos masivos en determinados destinos terminan gentrificando al mismo y sacando a sus antiguos pobladores; ya no se trata del espacio social sino del espacio privado que se vende con el social sin precio aparente, por el hecho de manejar lo que ha sea dado en llamar “la magia del turismo”.
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