“En Hollywood te pueden pagar 1,000 dólares por un beso, pero solo 50 centavos por el alma” Marilyn Monroe.
Alfredo César Dachary.
La fotografía abrió las puertas a un mundo nuevo a mitad del siglo XIX y luego fue el cine quién le terminó de dar vida a la imagen congelada de un tiempo y la televisión generó un efecto mayor al llevar el cine a la casa y hacerlo parte de la cotidianidad.
El cine ha sido un instrumento político por excelencia y fue el nazismo quien a través de sus cineastas generó una gran propaganda que tuvo mucha influencia en la población alemana que quería cambiar el panorama cultural para devolver al país los tradicionales valores “alemanes” y suprimir o restringir las influencias judías y de otros extranjeros, para poder formar una comunidad racial alineada con los ideales nazis.
El nacional socialismo anhelaba un pasado alemán idílico e idealizado, pero los principios culturales nazis tenían su coherencia, priorizaban la familia, la raza y el pueblo como las representaciones más altas de los valores alemanes, a la vez que rechazaban el materialismo, el cosmopolitismo y el “intelectualismo burgués” y fomentaban las virtudes “alemanas” de lealtad, lucha, abnegación y disciplina.
En Estados Unidos se concentró en Hollywood el gran invento de un grupo de pioneros, el aparato ideológico que servía para vender su narrativa, muy atractiva pero difícil de hacerla realidad, pero al ganar la guerra ésta se hizo la “única realidad” y fue muy desarrollada en el mundo del celuloide.
Esto llevó a que la meca del cine norteamericano se comenzara a imponer en el mundo de la post guerra como una gran alternativa de narrativa en medio de la emergencia de la guerra fría, un invento que enfrentó política y militarmente a las dos potencias de la época la URSS y Estados Unidos, pero no por la libertad y la democracia como se decía en Estados Unidos, sino por el control de los mercados mundiales e imponer su ideología política hoy expresada en el neoliberalismo.
Hoy, luego que se han hecho público documentos restringidos, que han sido trabajados por los académicos, Tom Secker, británico especializado en servicios de seguridad, Hollywood y la historia del terrorismo y Matthew Alford del Departamento de Política, Lenguaje y Estudios Internacionales de la Universidad de Bath, cuyo resultado ha sido un libro muy gráfico al que titularon: “Seguridad Nacional del Cine: La Perturbadora Nueva Evidencia del Control Gubernamental en Hollywood” que expone el secreto, el militarismo, la manipulación y la censura en el supuestamente democrático Estados Unidos.
Los documentos trabajados fueron posibles gracias al Acta de Libertad de la Información (FOIA), Título 5, Sección 552 del Código de los Estados Unidos, que es un estatuto que establece el proceso por el cual todo individuo puede solicitar acceso a registros o información de las agencias federales, pero ésta no aplica a registros en poder del Congreso, los tribunales o gobiernos estatales y locales.
Al buscar hacer transparentes, los procesos de las películas que realiza históricamente la meca del cine, antes ocultos por el Estado, éstos nos revelan que la Seguridad Nacional encabezados por la CIA y el Pentágono manipulan las películas de Hollywood.
Parte de ese manejo consiste en que las agencias de espionaje de Estados Unidos y el Pentágono han suprimido importantes narrativas sobre el tráfico de drogas de la CIA, la venta ilegal de armas, la creación militar de armas biológicas, la interacción de ejércitos privados con las trasnacionales petroleras, en síntesis, se trata de no hacer público la cara de ilegalidad que hay detrás de las “luchas por la libertad”.
En una síntesis muy valiente, el geopolítico y escritor Alfredo Jalife plantea que la extensa escala del control del gobierno de Estados Unidos en Hollywood, que incluye la capacidad de manipular guiones o aún de impedir la elaboración de películas muy críticas del Pentágono, sin mencionar la influencia de algunas de las películas más populares en los años recientes, ha sido una constante.
En un informe realizado por el diario suizo NZZ am Sonntag revela lo que pasa detrás de las cortinas de Hollywood y asegura, con detalle, que este emporio cinematográfico está bajo el dominio de un reducido número de empresarios judíos, que controlan la mayor parte de la producción de films en Estados Unidos y otras partes del mundo.
La pregunta que se hace este diario es ¿por qué controlan este emporio?, este grupo, que representa apenas el 2% de los ciudadanos de ese país, pero con mucho poder económico, lo cual es conocido como el poderoso lobby judío de Washington. La respuesta que encuentra es que después de la llegada al poder de Hitler en Alemania, los empresarios judíos perdieron el control sobre los estudios cinematográficos germanos y austríacos, que hasta aquel entonces estaban dirigidos por ellos; entonces, se vieron obligados a huir a Estados Unidos y a afianzarse en su industria del cine.
Los inmigrantes judíos conocían concretamente los intereses de los ciudadanos norteamericanos y, por lo tanto, descubrieron el sueño de Estados Unidos que actualmente es el principal polo de los imaginarios que dominan a la sociedad norteamericana y se hacen extensivos al mundo.
Esa alianza nace con la guerra fría, se ratifica para un nuevo orden en el Medio Oriente con la creación del Estado de Israel, aliado incondicional de Estados Unidos e Inglaterra, ya que fue promovido por ellos, situación que se ha ido acentuando luego de varias guerras con sus vecinos árabes y la expansión consecuente.
De allí que Hollywood es una máquina de propaganda del aparato de seguridad nacional de Estados Unidos, y como tal construye una narrativa basada en profundizar la dicotomía bueno – malo, siendo los primeros ellos y los otros han ido cambiando de los rusos a los chinos, los árabes y otros más.
La censura está orientada a ocultar las grandes operaciones encubiertas que se han realizado en el mundo, salvo excepciones como fue la ejecución de Bin Laden, vista por el presidente Obama y Hillary Clinton como otra película de acción y no como un homicidio a un hombre desarmado, luego hecho película. Allí privó uno de los principios básicos de moral norteamericana: la venganza, como la que se realizó al Japón derrotado tirando dos bombas nucleares sobre población civil, o el bombardeo a demoler todo lo existente a que se condenaba a ciudades alemanas a pocos meses de terminar la guerra.
Hoy emerge un nuevo enemigo que Estados Unidos necesita promover para poder mover a un pueblo desinformado que solo se sensibiliza ante grandes tragedias como fue Pearl Harbor, motivo para que Estados Unidos declare la guerra a Japón, el incidente del golfo de Tonkín motivo para intervenir militarmente en Vietnam o, en el 2001, el S-11 que causa la intervención militar en Irak y Afganistán.
Estados Unidos ha vivido con la obsesión por detectar el enemigo escondido, acechante y letal, primero fueron los “indios”, luego los infiltrados comunistas como en la época de la Guerra Fría y hoy los terroristas islamistas, que han marcado la visión de la seguridad de Estados Unidos y que ha sido trasladada tantas veces al cine, por ello no es casualidad que la operación para matar a Osama Bin Laden llevase el nombre del más famoso caudillo apache: Jerónimo.
Así es como la CIA y el espionaje que siempre han formado parte de la cultura estadounidense pero ahora han retomado impulso y en este año, como ha quedado claro en los Globos de Oro que se entregaron a dos de los filmes de la temporada, “Argo”, la historia del fracasado rescate de los secuestrados miembros de la legación estadounidense en Irán y “La noche más oscura”, la minuciosa reconstrucción de la caza y captura de Bin Laden, tratan directamente de la organización que creó y del Oriente Próximo.
Hoy el nuevo monstruo es Vladímir Putin, cabeza de la propaganda anti rusa que está más fuerte que nunca en la actualidad, no porque Rusia sea comunista, nunca lo fue y hoy es tan capitalista como Estados Unidos, sino porque es una potencia nuclear, que no lograron controlar pese a la caída de la URSS.
Según el crítico de cine Michael McCaffrey en un extenso artículo sobre este tema comenta que los estudios de Hollywood están tan aterrorizados por el líder ruso que ni siquiera osan mencionar su nombre en dos próximas películas sobre Rusia: “The Red Sparrow” y “Kursk”, por temor a enfurecerlo y provocar un ‘hackeo’ contra ellos.
En opinión de McCaffrey, la autora de esta publicación de The Hollywood Reporter es culpable de «fabricar una historia para adaptarse a su narración preconcebida». Sin embargo, se trata del mismo enfoque que han adoptado gran número de periodistas «durante los últimos tres años en lo que respecta a casi cualquier historia sobre Rusia», realizando un tipo de «propaganda rancia y un periodismo perezoso» que solo sirve para «alimentar la fiebre de la histeria rusa».
El analista advierte que cuando «instituciones poderosas» como Hollywood y los medios de comunicación se lanzan a incitar al odio contra Rusia y su pueblo, la situación solo puede terminar mal, explicando que «la deshumanización de los rusos» está ahora «en un punto álgido» y se convertirá en locura, y de esa locura puede devenir la guerra.
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