“Los buenos habrían de llamar demonio al superhombre.” Nietzsche.
Alfredo César Dachary.
La historia de la humanidad ha sido siempre una gran lucha del hombre por sobrevivir, por mantener su territorio, por enfrentar enemigos, pestes y cambios climáticos, pero siempre la sociedad ha sido profundamente asimétrica, hubo hombres libres y esclavos, siervos fieles y señores de la gleba, patrones y aprendices, obreros y directores, financistas y marginales; esa es una constante.
Hubo reinados, imperios, invasiones, democracias, libertades y luchas sociales, pero la dicotomía nunca terminó, sino que se ha ido profundizando al extremo de que en el Informe mundial de la pobreza de OXFAM, se habla de ocho familias que tienen la gran mayoría del PIB y más de la mitad de la población mundial vive en la pobreza.
Por ello no nos sorprende que este nuevo siglo, a partir de la cuarta revolución industrial, el liberalismo y el humanismo queden obsoletos al igual que el propio hombre.
Así los tres grandes acontecimientos dejan obsoleto al liberalismo, los humanos perderán su utilidad económica y militar, de allí que el sistema deje de atribuirles mucho valor. Éste seguirá encontrando valores humanos colectivamente pero no en los individuos y, por oposición, el sistema seguirá hallando valor en algunos individuos, pero éstos serán una élite de súper humanos.
Siguiendo a Yuval Noah Harari, habrá una gran masa, la mayoría de la población mundial que serán ciudadanos de segunda, sin empleo, sin utilidad, limitados mentalmente por cubrir lo exigido por los que mandan y los superhombres, los que siempre han existido, ahora camino a pasar de ser reyes a dioses.
Este hecho brutal se da porque los humanos pierden valor porque la inteligencia se está desconectando de la conciencia y la inteligencia sola es muy productiva pero no tiene conciencia. Esto ya lo ha planteado varias veces el más célebre físico de la actualidad, Stephen Hawking, que pronosticó como la gran amenaza la inteligencia artificial, ese parteaguas en la historia de la humanidad en que la inteligencia se separa de la conciencia.
Por ello es que, en este siglo, los ejércitos y las grandes corporaciones consideran a la inteligencia artificial como imprescindible pero la conciencia es opcional, no hace falta para exterminar humanos, hacer trabajar a miles de personas, son eficientes y no tienen cargo de conciencia, no se enferman ni se agremian, son el empleado perfecto y el militar deseado.
Hoy los corredores de bolsa están a punto de ser reemplazados por robots que son mucho más rápidos en la toma de decisiones, algo fundamental en este negocio y estos magos de hacer dinero se quejan porque no pueden competir, pero se sienten discriminados como humanos y ven allí una violación a sus derechos.
Lo mismo comienza a ocurrir con los abogados, que serán remplazados en la búsqueda de legislación comparada, sentencias y otros por la robotización más eficiente y más rápida. Cuando un escáner pueda ver si hay verdad o mentira en un crimen, ¿qué pasará con los abogados y los detectives?, éste sería el caso de la aplicación de los escáneres fMRI (Magnetic Resonance, Functional), que funcionan como máquinas de verdad infalible.
En la educación, la compañía Mindojo desarrolla algoritmos interactivos que enseñan matemática, física, historia y otros, y que a su vez evalúan a cada estudiante, así la educación irá adaptando el modelo a los diferentes tipos de grupos de alumnos para hacerlo más fácil al proceso de aprendizaje.
Cada día, miles de personas que toman exámenes futuros de GMAT (Graduate Management Admission Test) usan la tecnología de Mindojo para aprender y practicar habilidades y técnicas GMAT esenciales, cada una de las cuales disfruta de un curso único adaptado a sus necesidades.
Los médicos de urgencias que hacen el primer diagnóstico pueden ser reemplazados por una IA Watson, más rápida y sin posibilidades de error, las ventajas de Watson son que ha revisado y memorizado los grandes bancos de datos sobre enfermedades y remedios actualizados. Puede estar familiarizado con mi genoma e historial médico de mi familia y además no se cansa nunca y al no tener emociones no puede caer víctima de éstas.
¿Qué hará el hombre frente a esta nueva situación?, ya que según Harari la idea de que los humanos tendrán una capacidad única fuera del alcance de los algoritmos, es una ilusión, ya que los organismos son algoritmos y el hombre es un conjunto de algoritmos orgánicos modelados por la selección natural a lo largo de millones de años de evolución.
No hay razón para pensar que los algoritmos orgánicos vayan a ser capaces en el futuro de hacer cosas que los algorítmicos no orgánicos nunca podrán replicar o superar, ya que mientras los cálculos sean exactos no importa que los algoritmos se manifiesten en carbono o silicio.
El arte puede ser realizado por algoritmos, porque no es de inspiración divina sino de algoritmos orgánicos que reconocen pautas matemáticas. Está el caso de EMI, experimento de inteligencia musical, creado por David Cope que en siete años logró un sistema que permite trabajar el estilo de J. S. Bach y con él compuso 5,000 corales, y hoy EMI imita a Beethoven, Chopin, Rajmaninov y Stravinski.
Por el éxito obtenido, sacó un álbum y ello provocó a los admiradores de estos músicos y el profesor Steve Larson le pidió un “duelo”, tres grandes pianistas interpretarían obras originales y las que compuso EMI, y el resultado fue que las obras que compuso EMI eran para el público, las originales.
David Cope construye luego otra pieza para hacer música, Annie, que se basa en el aprendizaje mediante una máquina, y luego la misma máquina escribió un libro.
En el 2014, la empresa de inversiones de capital de riesgo de Hong Kong Deep Knowledge Ventures, especializada en medicina regenerativa, integró a su Consejo directivo a un robot llamado VITAL, con derecho a voto, y aconsejó integrar más robots al Consejo.
Una duda natural en una economía de mercado y una filosofía del valor lleva a preguntarnos: ¿Los algoritmos podrán ser autónomos e independientes? ¿Pueden llegar a ser propietarios de sí mismos, poseer un fondo de inversión y manejarlo?, ¿se podría crear una nueva clase rica de los algoritmos? La única respuesta posible está en que éstos estén operados en inteligencias artificiales aplicadas a la robótica, lo cual le daría además de pensamiento, movimiento para la toma de decisiones.
Las amenazas al liberalismo son varias, pero la reducción del empleo humano no es profecía sino una realidad, pero gran parte de la mente humana no es conocida así que hay un territorio por descubrir nuevos talentos, para plantear nuevas opciones de empleo y la amenaza es mayor por el individualismo reinante.
Para Harari, la creencia liberal en el individualismo se fundamenta en tres supuestos: el primero, que soy un individuo, poseo una esencia única que no puede dividirse en partes o subsistemas, de allí que mi yo auténtico es completamente libre.
De los dos criterios se deriva que puedo conocer cosas de mí mismo que nadie más puede descubrir, porque solo yo tengo acceso a mi espacio interior de libertad, ésta es la razón por la cual el liberalismo concede al individuo tanta autoridad.
Pero el gran cuento de hadas de la modernidad encontró en las ciencias de la vida respuestas que terminan desafiando los tres supuestos antes expresados. Primero que los organismos son algoritmos y los humanos no son individuos sino “dividuos”, o sea, los humanos son un conjunto de algoritmos diferentes que carecen de una voz interior, un yo único.
Segundo, los algoritmos que conforman el humano no son libres, están modelados por los genes y presiones ambientales y toman decisiones ya sea de manera determinista, ya sea al azar, pero libremente y de esto se infiere que un algoritmo externo puede teóricamente conocer mejor de lo que yo nunca me conoceré. Un algoritmo que supervise cada uno de los sistemas que conforman mi cuerpo y cerebro puede exactamente saber quién soy, qué siento y qué deseo y, una vez desarrollado éste, puede sustituir al sujeto.
Por ello es que los hábitos liberales, como las elecciones democráticas, quedarán obsoletas porque Google podrá describir mis propias opiniones políticas mejor que yo, con la información que yo mismo cargo diariamente en todos los instrumentos que terminan dándolos a esa Big Data. El liberalismo caerá el día que el sistema me conozca mejor que yo mismo.
El algoritmo que utiliza Facebook es muy buen juez de personas y disposiciones humanas, según los resultados de un experimento con 86,200 usuarios y de esto se deriva que Facebook podría en las próximas elecciones conocer los resultados, por quién votan o si cambiarán de opinión, lo cual es muy grave.
Hoy estamos cediendo a través de los correos y las redes sociales nuestra información a las grandes transnacionales tecnológicas, otro ejemplo de cómo estamos perdiendo opinión frente a nuestras tecnologías es el caso de WAZE, un geo-posicionador que nos enseña por dónde ir, de allí que al final le hacemos más caso a la instrucción que a nuestras sensaciones intuitivas.
Microsoft está desarrollando un sistema más sofisticado llamado CORTANA, que es un asistente personal, que al entrar a los archivos, los correos y demás aplicaciones, puede estudiarlos y darnos consejos cuando se lo pidamos; cuando evolucione puede representarnos en los negocios y en la vida privada.
Las nuevas tecnologías del siglo XXI podrán invertir la revolución humanista despojando a los humanos de su autoridad y confiriéndoles en cambio poderes algorítmicos no humanos, y el individualismo no será aplastado por el gran hermano: sino que se desintegrará desde dentro.
Todos estos avances están planteados por la biología y no la informática, o sea, son estos descubrimientos los que impulsan los cambios y no los informáticos. Son las ciencias de la vida las que han llegado a la conclusión que los organismos son algoritmos.
Las nuevas religiones ya no emergen de lugares aislados sino de laboratorios de investigación como Silicon Valley, y estas nuevas religiones tienen poco que ver con Dios y todo con la tecnología, con las promesas antiguas, paz, felicidad, prosperidad e incluso vida eterna.
Las nuevas tecno-religiones se pueden dividir en dos clases: el tecno- humanismo y la religión de los datos. Al final el hombre vuelve al comienzo, a sorprenderse y adorar lo que no termina de entender…
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