Dr. Alfredo César Dachary
Si aceptamos como uno de los hechos irreversibles, que la sociedad global camina hacia una sociedad donde regirá un solo idioma, el inglés, que es uno de los cuatro grandes lenguajes que utilizó la conquista, la colonia y la recolonización del siglo XIX, junto al francés, español y alemán, a lo que se podía sumar el italiano, es que vamos a un mundo con cada vez menos opciones personales, donde la libertad individual es la gran amenazada.
También aceptamos que la sociedad postcolonial se ha transformado en un hecho global, del cual es muy difícil de salir ya; en el último siglo las libertades personales se han ido cerrando bajo diferentes motivos y criterios y hoy son un reflejo del libro “1984” con su gran hermano.
¿Es solamente el idioma el mecanismo de control global de la sociedad o hay otros más disimulados pero vigentes que se van imponiendo en esta nueva versión de lo que Umberto Eco definió como el nuevo Medioevo?
La alimentación es cada vez más parecida, va camino hacia una homogenización, pero que implica un retroceso, ya que la misma se basa en productos altamente procesados y de escaso valor nutricional y con grandes riesgos.
Comenzó con la pérdida del consumo del agua natural debido a que ésta estaba contaminada o nos hacían creer que lo estaba, ambas medias verdades se cruzan y el consumo mundial de Coca Cola, Pepsi u otras bebidas endulzadas, que causan grandes daños a los niños, se ha impuesto como una verdad religiosa, incluso en pueblos aislados donde Coca Cola es un signo de consumo suntuario aunque se beba a temperatura ambiente; aquí lo importante es el valor que representa y el efecto demostración que genera en la comunidad.
Pero la pérdida de las cuestionas básicas de los hombres y mujeres no terminó allí, sino que se concentró en un proceso perverso orientado a romper todas las formas de resistencia que tienen las culturas y las ejercen a través de la gastronomía, en un proceso conjunto, de perder los granos originales y remplazarlos por los procesados por las grandes transnacionales mundiales como Monsanto, y aumentar la dependencia de los agroquímicos y con ello fomentar la verdadera contaminación del agua, lo que se transforma en un negocio redondo.
La ingesta mundial de alimentos se ha ido reduciendo a unas pocas variedades de cultivos, como son el arroz, la soja, el trigo y el maíz que se imponen en detrimento de otras producciones, como la del mijo, la yuca, el centeno, la batata, el sorgo o el camote.
Esto aumenta la dependencia de las semillas compradas y fomenta una gran dependencia alimentaria, ya que los cultivos tradicionales ya han sido eliminados y ante un mal año no hay una respuesta eficiente para remplazar las fuentes de alimentos.
La soja, que hasta hace poco años era irrelevante, se ha convertido en indispensable para tres cuartas partes de la humanidad, haciendo del grupo de productores de soja un grupo mundial de presión, el cual se ubica entre Sudamérica (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y Estados Unidos.
El trigo, que fue por muchas décadas el rey de las grandes extensiones, y el arroz, tradicional de Asia, se han extendido a gran escala, siendo consumidos hoy por un 97% y un 91% respectivamente de la población mundial, considerando los que tienen acceso, aunque los programas de ayuda humanitaria generalmente distribuyen harinas, leche y algún suplemento para enfrentar potenciales hambrunas y muertes.
El mundo occidental ha impuesto muchos de los principales patrones mundiales de alimentos, incluido el consumo de carne, productos lácteos y bebidas con azúcar, esto es debido a que los mercados alimentarios tienen intereses empresariales claros y toman en consideración su expansión sin considerar el costo que tenga en la sociedad global de los más pobres, la gran mayoría.
Por ello, cuando hablamos de pérdida de libertades es porque en este caso la “dieta globalizada” es resultado de una “producción – distribución – consumo globalizado”, donde ni los campesinos ni los consumidores son tomados en consideración para definirla e imponerla.
El relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, en su informe “El potencial transformador del derecho a la alimentación” sostiene de que: “…la principal deficiencia de la economía alimentaria es la falta de democracia…”. Y sin democracia del campo a la mesa, ni elegimos ni comemos bien. ¿Otra libertad que perdemos?
“Conectividad” dijo el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, en una entrevista con CNN el año pasado, “es un derecho humano”, una perspectiva interesante de las grandes empresas mundiales sobre su negocio, que parece ser promueve una mayor libertad o permite una mayor conectividad entre los miles de pobres y sus semejantes.
Zuckerberg hizo su observación para apoyar y explicar un nuevo conjunto de estrategias de Facebook que, si tiene éxito, colocará la conectividad del mundo con Internet bajo el control de su compañía; ésta se llama internet.org y no sólo es una auténtica web, sino que además es un consorcio de compañías y agencias gubernamentales dirigidas por Facebook.
Utilizando una combinación de drones, satélites y otras tecnologías, Facebook quiere llevar la conectividad a todo el mundo, con satélites y drones de Facebook con ciclos de vida de seis meses y reflejarán todas las señales de conexión (como WiFi) a gente de todos los rincones de la tierra y gracias a ello todo ser humano tendrá acceso a Internet.
Este proyecto colocaría toda la conectividad del mundo en manos de una compañía y una coalición de socios que reunió para realizar el proyecto. Estos socios, a propósito, incluyen a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos.
Pero consciente del impacto del proyecto, Zuckerberg recuerda que no es inminente; es un proyecto que denomina “el futuro lejano”, y los proyectos de conectividad son un proceso y las distintas partes del mundo se «engancharían» progresivamente. La gente del mundo va, dice Zuckerberg, «…a utilizarlo para decidir qué clase de gobierno desea, tener acceso a atención sanitaria por primera vez, conectarse con familiares que no han visto en décadas a cientos de kilómetros de distancia”. ¿Estamos ante un nuevo modelo de democracia dirigida?
Los anuncios de Facebook tuvieron lugar un año después de un anuncio de Google de que investiga cómo usar inmensos globos para llevar Internet al mundo o por lo menos a remotas regiones. Google lo denomina “Proyecto Loon”.
El uso de la tecnología de drones (utilizada entre muchas otras cosas, para matar anualmente a miles de personas) para unir a la población mundial es ofensiva, pero en la realidad la amenaza planteada al colocar las comunicaciones de la mayoría de la gente en manos de una compañía es profundamente inquietante.
Cuando usamos el celular, además de escucharnos, nos ubican donde estamos, a eso se lo puede complementar con las miles de cámaras que tiene cada ciudad, lo mismo ocurre con Internet, todo está controlado, todo está supervisado, la libertad es una ilusión, del ingenuo que ve en los adelantos tecnológicos nuevas oportunidades, mientras otros saben que es un mayor control.
En México, seis de cada diez hogares cuentan con al menos una mascota, según datos de Consulta Mitofsky y este hecho no tiene que ver con su nivel socioeconómico ya que en general en casi todas las viviendas la proporción es parecida. Este fenómeno se repite en Estados Unidos donde las parejas están prefiriendo tener una mascota en lugar de procrear un bebé.
Las cifras señalan que la tasa de natalidad en Estados Unidos ha caído hasta 10% en la última década, incluso en la gráfica de la ONU se puede ver cómo las mujeres jóvenes han disminuido drásticamente sus embarazos, y otros datos indican que las parejas prefieren adoptar perros de talla chica, es decir, animales que no pesen más de 9 kilos, la tendencia puede verse desde 1999.
Nos tienen controlados, nos tienen limitados y además nos hacen cambiar la forma de organizar el núcleo familiar, una sociedad con un futuro tan obscuro, no puede ser el incentivo de las jóvenes parejas a tener hijos; la inestabilidad laboral y los grandes problemas del empleo menos. ¿Eso nos lleva a remplazar bebés por perros? Cuántas cosas más deberá perder el hombre en su largo y utópico camino hacia la modernidad hasta entender que esto es una especie de suicidio.
De la violencia interna en la sociedad, el fin de la seguridad y la imposibilidad que nos garanticen el libre tránsito, todos somos prisioneros de esta falta de libertades, que aparentemente son consideradas como opciones modernas o costos que genera la sociedad tecnológica, un costo que nos está desgastando, alterando y destrozando desde la propia sociedad, un tema que no es de elecciones sino de convicciones: la libertad privada debería existir.
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