“Lo irónico de las mentiras es que quieres descubrir una y terminas descubriéndolas a todas”. Dicho popular.
Alfredo César Dachary.
En estos primeros meses del 2017, parece que el mundo se ha puesto de cabeza y en Estados Unidos se está fraguando una rebelión, lo raro de esto es que no es contra el sistema sino contra una persona, el nuevo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Lo que hoy ocurre es una demostración para quien quiera enterarse del poder de las campañas denominadas “golpes blandos”, que se articula desde dentro y fuera de ese país, por lo que es necesario tratar de saber a qué se debe esa saña entre pares, ya que la diferencia entre Obama y Trump es exteriormente el color de la piel, pero en el fondo son dos agentes del sistema: Obama como empleado exitoso y Trump como empresario exitoso.
Para colmo, a finales de marzo se dieron tres declaraciones, en realidad dos y un artículo de fondo que sirven para enmarcar a este problema que ha generado Trump y que aparenta ser la inmigración, el TLC, y en realidad eso es relativo, ya que Obama expulsó más de dos millones y medio de mexicanos y la visión de los Wasp siempre ha sido racista salvo, los blancos del oeste, definidos como el neoliberalismo progresista.
Primero fue el Nobel de Economía, Paul Krugman, que sostuvo durante su participación en la Convención Nacional 2017 de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), que es mucho más fácil que estalle la tercera guerra mundial el próximo año a que haya cambios radicales en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), puesto que sería extremadamente perturbador para México y Estados Unidos desbaratar la integración de las cadenas productivas.
El otro personaje invitado por los grandes empresarios fue el general Colin L. Powell, ex secretario de Estado estadounidense que pidió recordar que México es un país soberano e instó a no permitir que lo pisoteen, y añadió que la República Mexicana no debe tolerar que le digan que se construirá un muro en la frontera y que además va a pagarlo, todo esto en el marco de la 80° Convención Bancaria.
Un general que tuvo un amplio record de intervenciones militares de Estados Unidos en el mundo, considerado un halcón ¿viene a México a recordar que éste es un país soberano? Krugman, uno de los ideólogos y teóricos más importantes del capitalismo moderno, coincide con el general en colocar a las políticas de Trump como imposibles de cumplir, ¿qué está pasando?
Para colmo, en la última semana de marzo se publica un trabajo donde se afirma que según una encuesta de la cadena Fox News difundida en la segunda quincena de marzo, que Bernnie Sanders tiene más de 28 puntos netos de imagen positiva entre la población estadounidense, mucho más que el resto de políticos electos en ambos extremos del espectro, y por ello Sanders es aún más popular con los tan cotizados “independientes”, entre los que tiene increíblemente más de 41 puntos netos de imagen positiva.
¿Por qué los demócratas, tan “democráticos y moralistas” no llevaron a Sanders a la vicepresidencia de la ya derrotada y de oscuro pasado político Hillary Clinton? Las ideas socialdemócratas de Sanders, no encajaban en el liberalismo progresista de la ex primera dama, por ello sorprende que las banderas que hoy se mueven dentro de la sociedad norteamericana son las de Sanders, no la de los grupos políticos enquistados en el poder en más de un siglo.
El poder de convocatoria de Sanders entre los votantes de Trump se pudo apreciar en una apasionante reunión de autoridades y ciudadanos celebrada en West Virginia en este mes de marzo en la que Chris Hayes, presentador de MSNBC, ofició de anfitrión junto a Sanders. En este bastión republicano, la multitud terminó dándole una emocionante ovación a Sanders después de que dijera que la atención sanitaria era un derecho de todas las personas y que Estados Unidos era el único país industrializado del mundo que no considera la asistencia sanitaria un derecho universal.
Hay muchos motivos que tiene este conflicto entre grupos de poder en Estados Unidos, pero el central es el de mantener la política imperial, que tiene dos potenciales opciones ante hechos irreversibles, la primera una alianza con Rusia para formar un G2, algo que a la larga iría en contra de Rusia y la tercera, realismo político un G3: Estados Unidos, Rusia y China.
La caída de la URSS, un tema que Estados Unidos no lo tomó como la caída de Europa nazi, sino que lo dejo a las “leyes del mercado”, error que terminó desatando al nacionalismo ruso en su mayor expresión y que no era incompatible con el capitalismo mundial; hoy el rearme ruso pone en tela de juicio al poder de Estados Unidos y su perro guardián europeo, la OTAM.
En 1997, se formó un grupo de presión estadounidense denominado Project For a New American Century (PNAC), cuyo propósito era definir la estrategia para garantizar la supremacía de Estados Unidos en el nuevo siglo. Diecinueve años después, en mayo de 2016 el PNAC hizo público un documento titulado «Extending American Power», elaborado por otro influyente think tank, el Center for a New American Security (CNAS), dirigido por James P. Rubin, con el objetivo de fijar líneas políticas que, desde “un nuevo consenso bipartidista”, garantizaran y así prolongaran la hegemonía total de Estados Unidos en el mundo, teniendo como enemigos a China, Rusia e Irán.
En este documento se mantiene la política que llevó adelante Obama para que Estados Unidos mantuviese su presencia en los océanos Atlántico y Pacífico, aunque en el Pacífico es donde está su mayor desafío frente a China, estrategia militar que es complementada con la comercial a partir del hoy finiquitado TTP.
En la Europa en crisis por el Brexit y el auge del populismo de derecha, el aliado o pieza central a mover siempre es la OTAN, financiada por los países europeos que compran armas a Estados Unidos, otro tema que Trump tocó al decir que era una institución obsoleta la OTAN, frente al auge de los rusos, hoy en las costas y la frontera de Ucrania.
Junto a lo militar está el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) es un acuerdo “comercial” entre la Unión Europea y Estados Unidos que pretende equiparar las normativas a ambos lados del océano, ya que las grandes empresas están vendiéndonos el acuerdo como el antídoto definitivo contra la crisis, aunque en realidad está ocultando una pérdida de derechos sin precedentes.
Por ello es que la “agresión contra México” en lo particular en el tema de los inmigrantes y la construcción del muro tienen una fuerte carga emocional que sirve para ocultar el motivo real de esta guerra interna dentro de Estados Unidos e impedir que Trump demuela el consenso imperial vigente desde la caída de la URSS en la última década del siglo XX. Un acuerdo de las fuerzas más poderosas de Estados Unidos que hoy se mueven hacia un golpe blando o rendición de Trump a las ideas que trae, muy similares a las que hicieron furor en ese país a comienzo del siglo XX bajo el gobierno de Teddy Roosevelt, el hombre de la fuerza bruta: el garrote.
La “vuelta” (nunca hay regreso) a la Guerra fría, acusando a Trump de estar en alianzas con Rusia y más específicamente con el presidente Putin, comienza a perfilarse como uno de los motivos de un potencial pedido de ‘impeachment’ ya que el poder de los medios está acorralando a Trump, como lo fue con Richard Nixon también republicano en 1974. La intriga Trump – Rusia ha provocado una ola de elucubraciones que incluso ya apuntan a un escándalo del tipo del Watergate, es decir, aquel que supuso la dimisión del presidente republicano Richard Nixon en 1974.
Estos son argumentos políticos y geopolíticos hay otros más, como son los acuerdos que ya existen entre Rusia y Estados Unidos en la relación petrolera y en el uranio donde Rusia tiene las mayores reservas probadas de estos dos elementos estratégicos, pero Estados Unidos ya perdió el tiempo de la caída para poner de rodillas a Rusia, ya que cada medida que toman aumenta el poder del nacionalismo.
Estos hechos diluyen los temas de derechos humanos y libertad, dos derechos que históricamente el imperio Americano (América primero) ha pisoteado pero que le sirven a sus corifeos como telón de fondo para respaldar las políticas de expansión y los principios guerreristas que traen, y que hoy son vistas a través de los miles de refugiados que generan y el rechazo que reciben de los promotores de éstas.
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