Retos y dudas para el 2019

“Un gran error es arruinar un presente, recordando un pasado que ya no tiene futuro”. Anónimo.

 

El cierre de esta segunda década del siglo XXI nos encuentra enfrentados a un creciente número de amenazas, fruto de una coyuntura mundial imaginada por Estados Unidos y la propia Unión Europea, que hasta hace pocos años eran los líderes del sistema global.

Mientras estos dos polos de poder del occidente capitalista entran en crisis política por las maneras y estrategias a adoptar ante el avance sin freno de la economía y el poder militar chino y mucho más fuerte el ruso militarmente, ambos se enfrentan en su interior a una crisis de liderazgo, que como período de excepción abre el camino a los movimientos más extremistas de la derecha, que se siente también amenazada.

Estados Unidos y la Unión Europea tienen un problema mayor, el proceso migratorio masivo de zonas que colonizaron u ocuparon militarmente, cuyas economías hoy están en una crisis casi terminal y esto ha generado las grandes masas migratorias del norte de África a Europa y de Centroamérica a Estados Unidos y México.

A este escenario hay que agregarle más gasolina y tenemos la guerra comercial de Estados Unidos con China que, pese a ciertos acuerdos, es difícil que termine bien, ya que forma parte de una guerra estratégica por el control de la zona más poblada y desarrollada del mundo: Asia y Eurasia, donde Rusia controla al país más extenso y rico del planeta, otro frente más complejo.

Si a esto se le suma el intento de dos gobiernos, saudíes e Israel, que además son aliados fundamentales de Estados Unidos, para aumentar el conflicto planetario, el caso palestino, iraní y yemení, tres conflictos olvidados en la zona de Oriente Medio, los focos rojos invaden el planisferio.

Sin embargo, la embestida de China no se frena en África ni en América, pero su mayor proyecto, la Ruta de la Seda sigue avanzando en el mundo para integrar una de las mayores regiones del planeta con el mundo más desarrollado y su periferia.

Llama la atención el juego de Israel, que por un lado representa el mayor bastión norteamericano en la región y, por el otro, se alía comercialmente con China al entregarle el puerto de Haiffa para su operación y la construcción de un segundo puerto, así el país se suma al proyecto geopolítico chino: la Ruta de la Seda.

Esto también es preocupante para “Occidente” considerando los crecientes lazos de China con Irán y la negativa a cumplir con las sanciones de la Casa Blanca a Teherán y la demanda de Trump de que los países dejen de importar petróleo de Irán.

Las relaciones entre China e Irán comenzaron a descongelarse desde el momento en que el Presidente chino, Xi Jinping, asumió el poder en 2012, y en enero de 2016 éste visitó Teherán, reuniéndose con el Líder Supremo Ali Khamenei y el Presidente Hassan Rouhani, que marcó la primera vez que un Presidente chino visitara Irán en catorce años.

El petróleo de Irán, de Rusia y varios países de Oriente Medio al igual que el gas podrían forzar el mercado mundial a negociar a partir de yuanes convertibles con respaldo oro, un regreso a la etapa perdida por el dólar y la economía de Estados Unidos.

En paralelo, en América se da un auge del neoliberalismo, que tiene como bandera a Brasil, luego de una elección operada a través de un golpe de Estado militar, irrumpe para consolidar esta etapa ya instalada en Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Argentina.

En América Latina como en Estados Unidos hay un nuevo actor que son las iglesias pentecostales, que juegan hacia una derecha fanática e irracional, remplazando en el liderazgo del dominio a las sociedades locales que durante siglos tuvo la iglesia católica, un hecho no menor que afecta a uno de los bastiones del colonialismo, el Estado católico y su incidencia global.

En el extremo norte, Trump no logra ser desbancado, tampoco tuvo una elección brillante, pero sobrevivió pese a perder la mayoría en la Cámara de Representantes y sostener el control del Senado, siempre con el apoyo del denominado cinturón bíblico, que lo lleva a mantener la idea anticientífica que el calentamiento global es algo político e “ideado por los chinos”, para evitar afirmar lo que dicen sus seguidores, que solo Dios puede cambiar el clima.

México es la excepción, por primera vez en más de medio siglo, al elegir por una amplia mayoría a un líder de centro izquierda en las definiciones, aún falta la prueba de las acciones algo muy difícil en el país más integrado geopolíticamente a Estados Unidos más allá del Tratado trilateral, por una frontera de más de 3,000 km, hoy “amenazada” por hordas de pobres que se generan en Centroamérica y que intentan llegar a Estados Unidos a fin de buscar el ya oculto “sueño americano”.

En Europa Occidental, la derecha antiglobalización se consolida con el Brexit, pese a un rechazo mayoritario hoy de la población inglesa, mientras en España la derecha Franquista reaparece de manera brillante en Andalucía, asestando un golpe mortal al PSOE en lo que ha sido su bastión más importante.

Francia, Italia, Hungría, Polonia, Holanda, Noruega y otros más ya caminan para consolidar esta “santa alianza de la derecha extrema” y el rechazo a una globalización que solo ha logrado incrementar la pobreza en el mundo y el rechazo a pagar los costos del colonialismo que ejercieron por más de un siglo, hoy expresado en la gran migración hacia el subcontinente.

Pero el acontecimiento que se ha seguido posicionado a nivel mundial y que ha sido ocultado por los grandes medios de información y fomento al lavado de cerebro ha sido sin lugar a dudas el auge de las noticias falsas que navegan en el nuevo mundo del conocimiento popular, las redes sociales y la web, y que juega un papel fundamental en el proceso sistemático de pérdida de la democracia como realidad.

Su transformación de la realidad en un juego de espejos donde el ciudadano entre alienado por la crisis y desesperado por estar presente en el mundo real, cae víctima de las “fake news”, hoy operadas por el poder multinacional de las nuevas cinco hermanas que remplazan a las viejas y oxidadas petroleras y que son: Google, Apple, Microsoft, Facebook y Amazon, entre las centrales.

La nueva política ya dejó la calle, los diarios y las paredes, para jugarse en las redes sociales y el universo del mundo web, un espacio controlado, manejado y deformado por estos grupos poderosos, que a través de robots mandan noticias falsas y alarmas inexistentes para terminar de aterrar al ciudadano desinformado pero apabullado por noticias falsas.

Así entramos a la última estación anual de la segunda década este nuevo siglo, con cambios tan asombrosos que hacen de la ciencia ficción un cuento costumbrista, de la realidad una esperanza en algo que no se puede lograr y del futuro, un mundo tan incierto como es la medida de que tiene el gigante del norte de no querer aceptar que hoy la hegemonía ya es compartida.

Aquí la democracia no solo es inexistente sino inoperante, como el triste papel de Canadá en dos hechos de trascendencia mundial: primero, el asesinato en la embajada de Arabia Saudita en Estambul de un periodista saudita pero residente en Estados Unidos, el tristemente célebre caso Jamal Khashoggi, donde no pudo condenar a este caso ni a otro anterior, una defensora de los derechos de la mujer detenida en Riad.

A esto se le suma un caso más grave que fue el arresto de una alta ejecutiva de una empresa líder mundial china Hawái, como parte ejecutiva de la guerra comercial y digital, entre China y Estados Unidos, algo que vulnera lo más elemental del Estado de derecho y muestra la fase más peligrosa del imperio, que es no detenerse ante nada en favor de sus intereses.

Así, el 2018 se transforma en una especie de parteaguas histórico, con el colapso del modelo de globalización neoliberal, sin que ello implique una caída del sistema sino un profundo cambio de estrategia ante un nuevo escenario mundial.

En esta nueva etapa, el mundo queda a merced de un conflicto: la hegemonía mundial entre la gran triada que integra a las emergentes potencias económicas y militares de China y Rusia frente a la hegemonía hoy disputada a Estados Unidos.

El escenario planteado coloca al mundo ante una compleja realidad que debe asumir con todos sus riesgos ante el desmoronamiento del orden de la globalización neoliberal, frente a una variedad de alternativas para enfrentar esta difícil situación, agravada por la existencia de una nueva democracia dirigida desde los medios y través del mundo digital, que es la nueva forma de alienación de esta agobiada sociedad de consumo.

Agregar comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *