Dr. Alfredo César Dachary
El tema de las ciudades y territorios inteligentes está asociado a la sustentabilidad, por lo que en el fondo éste es un tema que abarca la calidad de vida de la gente en las ciudades y los retos para enfrentar el proceso hasta ahora imparable del crecimiento de las mismas.
Este reto ha llevado a que expertos de IBM, GE y de WWF se reunieron a mediados de octubre de 2012 con varios líderes brasileños en la capital económica de Brasil, Sao Paulo, una de las ciudades más grandes del continente y la más dinámica de Sudamérica, con miras a debatir cómo la convergencia tecnológica, los grandes volúmenes de datos o “Big Data” y como podían aportar a la sostenibilidad de la ciudad.
El evento, impulsado por el grupo Green Biz, que analiza y discute con especialistas de y en diversas partes del mundo alternativas de sostenibilidad, puso de nuevo sobre la mesa uno de los temas de mayor relevancia en los últimos años, las ciudades inteligentes, hoy percibido como una tendencia mundial y que para muchos expertos son las “Smart Cities”, que están dejando tal rótulo para convertirse en una auténtica necesidad para la sostenibilidad en beneficio de los ciudadanos. Se las define como centros urbanos que saben administrar sus recursos en forma ecológica e interactúan con sus ciudadanos, por medio de la tecnología, para favorecerlos. Ciudades interactivas que ‘hablan’ constantemente con los ciudadanos y les dan poder de decisión sobre su entorno.
Brasil, un país en crecimiento, que forma parte de los BRICS, entre el 2014 y 2016 tendrá dos eventos excepcionales, el mundial de futbol y los juegos olímpicos, por lo que la gestión alrededor de las ciudades inteligentes no sólo es para dar respuesta a las principales necesidades y demandas de aquellos ciudadanos, sino también para prever y evitar problemáticas futuras.
Llama la atención querer transformar una megaciudad con muchos millones de pobres y las tristemente celebres favelas a través de la tecnología, ¿no será que ésta se orienta para mejorar la vida de los grupos que pueden pagarla y tener así mejor calidad de vida y mayor seguridad, dos de los problemas centrales de esa ciudad?
Para la editora asociada del grupo Green Biz y el Jefe de Tecnologías de IBM Brasil, Duarte, con la información que se extrae de los datos se puede predecir y responder mejor a contingencias agudas que van desde los tapones que se forman en las vías rápidas en las calles de la ciudad hasta inundaciones, pasando por deslizamientos de tierra, que generan las grandes lluvias.
En Estados Unidos, por ejemplo, según un informe de Federal Highway Administration, se perdieron 4,2 billones de horas en un año que significaron pérdidas en dólares de 78 billones, un tema importante que sirve al sistema para ser más eficiente; no está claro cómo puede incidir esto en la reducción de las asimetrías urbanas.
El diario Green Biz se plantea la cuestión de si podría existir una empresa “sana” en una ciudad que no lo fuera, como también sería muy raro que hubiera una empresa que funcionara mal y no fuera eficiente ni “sana” en una ciudad con un entorno favorable. Las empresas necesitan ciudades “sanas” que les proporcionen una infraestructura fiable, trabajadores capaces y educados, buen entorno económico y seguridad para funcionar. Por su parte, las ciudades necesitan a las empresas como motor económico, por lo que ambas están inevitablemente ligadas. Esto choca con lo que ha sido la tendencia en el último cuarto de siglo con el proceso de deslocalización y el traslado de empresas a los países emergentes que afectan ciudades no preparadas para este impacto, y son muy rentables, y los salarios son monedas en comparación con los de los países centrales.
En el siglo XXI, las ciudades serán cada vez más importantes, puesto que encarnarán nuestra manera de entender la economía, la política y la cultura, explica el informe. Las ciudades acogen cada vez a más personas, absorben mayor cantidad de recursos y ocupan cada vez mayor espacio físico, y como centros de la innovación, las urbes deberían influir en la velocidad y la eficiencia con la que desarrollamos nuevas soluciones sostenibles.
En el informe «Citystates. How cities are vital to the future of sustainability» se identifican siete características clave para avanzar en sostenibilidad, dentro y más allá de las ciudades, preguntándose qué es lo que las empresas pueden aprender o hacer para mejorar su potencial.
Estas características podrían resumirse en decisión, capacidad de adaptación, colaboración, capacidad de rápida respuesta, experimentación y compromiso con los ciudadanos, los trabajadores y los consumidores.
Para los autores del informe, este trabajo confirma que las ciudades deben convertirse en el foco del desarrollo sostenible, puesto que subrayando las fortalezas de un centro urbano se mejorará su potencial sostenible al mismo tiempo que se contribuye a un mejor futuro económico.
Una vez más el desarrollo sostenible se transforma en la más bella de las utopías, porque estos modelos logran generar islas de alto desarrollo, pero la operación de miles de puestos de trabajo de bajo nivel en la ciudad no está en condiciones de poder acceder a estos beneficios ya que viven en viviendas muy antiguas, con sistemas bastante decadentes, aunque estemos en New York, la capital del sistema mundo.
Según un informe que salió en el periódico El País en 2013, cerca de un 46% de neoyorquinos ganaron menos del 150% de la cifra establecida como el umbral de pobreza, lo que les incluye en un grupo que tiene dificultades para llegar a fin de mes, los casi pobres. Aquellos que ganan sólo un 50% más del índice de pobreza no califican dentro del grupo que recibe cupones para comprar alimentos, ni pueden beneficiarse, en la mayoría de los casos, de otro tipo de ayudas. El recorte de subsidios amenaza con complicar aún más las cosas. Las ayudas gubernamentales, calcula este estudio, han evitado que las cifras de pobreza se dispararan aún más.
El precio de la vivienda o el coste de una guardería, entre otras muchas cosas, es significativamente mayor en Nueva York que en otras ciudades de Estados Unidos. Por eso y porque consideraron que el método empleado por el gobierno federal para la medición del poder adquisitivo de la población estaba
caduco, en 2006 la recién creada Comisión para las Oportunidades Económicas propuso que se emplearan nuevos parámetros, bajo los cuales se estudian las ayudas indirectas que la población recibe (exenciones fiscales o cupones de comida) y se tienen en cuenta un amplio abanico de factores.
El informe, dirigido por Mark Levitan y realizado a partir de una muestra de 25,000 hogares, señala que los índices de pobreza crecieron en el periodo de 2008 a 2011 en tres de las cinco pedanías de la ciudad: Brooklyn subió 1.6% a 23.9%; Queens ascendió un 4.8 hasta el 21.2% y Staten Island creció 3.9 puntos hasta el 15.3%. Aunque la tasa de empleo subió en 2011 respecto del año anterior, el estudio apunta que “los ingresos de las familias más vulnerables económicamente no han aumentado, pero el declive relacionado con la recesión se ha frenado”.
Cuando Mike Flowers llegó a Nueva York en 2009 no sabía que acabaría liderando la campaña para convertir la «Gran Manzana» en una metrópoli «inteligente», cinco años después asegura que la tecnología es la mejor arma de los alcaldes para mejorar la vida en sus ciudades.
En 2011 su misión se amplió, cuando el ahora ya ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, le confió la tarea de utilizar el análisis de datos para mejorar la gestión de la ciudad, Flowers recurrió a internet para contratar a un pequeño ejército de “inspectores” digitales, y con unos cuantos ordenadores tradicionales y herramientas básicas para el análisis de datos como Excel fueron suficientes para atar cabos sueltos. En 2012, por ejemplo, detectaron sin levantarse de la silla qué restaurant arrojaba aceite de cocinar al alcantarillado público.
El método tradicional habría sido enviar a unos cuantos inspectores a restaurantes en barrios con desagües atascados con la esperanza de encontrar a empleados infraganti pero optaron por otra vía, la de analizar los datos de una poco conocida agencia estatal sobre qué restaurantes tenían contratados servicios para la recogida de grasas de cocina, al combinar esa información con datos geo estadísticos, fueron capaces de elaborar una lista de potenciales sospechosos y el índice de acierto resultó del 95 %.
Nueva York sólo tiene 200 inspectores para cubrir un millón de edificios. Antes de que Flowers se pusiese manos a la obra, la ciudad atendía las quejas por orden cronológico. Pero ese sistema y no el de atender las quejas en orden cronológico, sirvió para elaborar un algoritmo de riesgos, que ha sido capaz de detectar, con un acierto del 80 %, cuáles son las viviendas inseguras.
Flowers no cree que la gestión basada en el análisis de datos sea la panacea universal, ya que todavía hace falta la voluntad política y toma de decisiones pero, en su opinión, las ciudades que no estén recurriendo a esos recursos son simplemente «negligentes».
Las ciudades inteligentes creadas desde el comienzo como tal, si bien son centros de elite, pueden llegar a cumplir cabalmente su objetivo impactar menos y mantener un buen nivel de vida, pero las metrópolis de los países desarrollados o no, tienen grandes problemas derivados de ese enemigo muy visible que es la pobreza, por lo que los programas nuevos permiten disminuir el impacto, y no lograr una ciudad sustentable.
Las denominadas ciudades inteligentes tienen un control a través de diferentes tipos de sensores de los indicadores básicos de los servicios, lo cual puede ser muy eficiente para una racionalización de sus usos y aplicabilidad, esto las hace atractivas para gestión del gobierno municipal.
Estos sistemas inteligentes les permiten controlar a los servicios que generalmente son deficitarios por la antigüedad de los mismos, por la expansión incontrolada de las ciudades o por otros motivos que afectan su normal operación.
Comenzamos por el servicio básico del control del agua, donde las nuevas tecnologías permiten no sólo medir el consumo, sino también detectar y avisar de pérdidas de agua en la red de abastecimiento, ya que existe la posibilidad de usar, una combinación de sensores inalámbricos, que transmiten información de caudal, de presión, de humedad del suelo, de humedad del aire, y de temperatura del suelo. Así mismo, se puede regular el consumo a través de las mediciones y evitar el desperdicio de este vital líquido, una especie de sustentabilidad controlada.
El segundo gran tema es el transporte, fuente fundamental en el proceso de contaminación del aire en las principales ciudades del mundo de allí que una de las primeras medidas en estas ciudades inteligentes es la regulación de los semáforos para cuando no hay o es mínima la circulación, darles un tratamiento diferente que
las que están con mucha circulación, lo cual permite desfogar por vías alternas.
El otro tema vinculado a la circulación de vehículos y de personas es el de la regulación de la luz en las calles cuando la circulación es mínima existen sólo dos opciones, una primera es la de apagar el alumbrado público o dejarlo encendido, pero los sensores permiten llegar a una situación intermedia, dependiendo de si hay vehículos en movimiento, o personas en movimiento o paradas. El abanico existente de medición de servicios y sus diversas situaciones es amplio, ya que hay desde sensores de temperatura a los de sensores de movimiento, sensores de infrarrojo, y ellos actúan sobre la intensidad de la luz emitida, baja si no hay nadie, alta si pasa alguien por la calle.
En el área de transporte uno de los temas más complejos es el estacionamiento por lo que el poder tener un control de éstos reduce la densidad del tráfico y el impacto en el aire de una ciudad, por ello tener un control de forma central y poder avisar a los conductores de plazas de estacionamientos disponibles, se puede usar una combinación de sensores que informan de si hay cerca, plazas ocupadas o vacías. Existen varias modalidades, desde un uso local, la información generada no va más allá del mismo, hasta un uso más ambicioso, en el cual se proporciona información de disponibilidad, a conductores en busca de estacionamiento.
A los sensores de disponibilidad habría que sumar también, sensores de posición, sensores GPS y cruzar la información existente, plazas disponibles y vehículos en movimiento. Lo cual redunda en la opción del conductor de entrar o no a un área céntrica en la ciudad.
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