La supremacía blanca: la continuidad histórica del eurocentrismo.

“Cuando hables procura que tus palabras sean mejores que el silencio” Proverbio hindú.

Alfredo César Dachary.

El origen

El racismo ha sido de las ideas más negativas que han dominado reinos y naciones a lo largo de casi toda la historia de las diferentes civilizaciones. Cuando los romanos comienzan a expandir su imperio, los que no hablaban su lengua o eran físicamente distintos a ellos o tenían una forma de gobierno diferente de estos pueblos, se les decía bárbaros.

Así estos pueblos mal denominados bárbaros terminaron conquistando y destruyendo al gran imperio romano, por lo que los “bárbaros” lograron así sacar a Roma de su propia barbarie, una sociedad que había caído en el parasitismo y en un libertinaje total derivado de la falta de responsabilidades de los líderes y la nobleza.

La sociedad se creyó plenamente en sus premisas puras y real sostén de las ideologías que crearon para justificar, conquistar y esclavizar a cientos de pueblos, algo que ya se comienza vislumbrar, como la caída del nuevo imperio: el norteamericano.

Hoy la supremacía no es como muchos piensan el Ku Klux Klan, sino los marines de Estados Unidos que han invadido y destrozado a Irak, Afganistán, Siria, Libia y demás pueblos, bajo el mando de la ideología “gringa” (Gringos go home) de que los no cristianos son verdaderas bestias, el mismo principio que justifica la primera conquista en el siglo XVI, cuando se destrozaron miles de pueblos por parte de España, Inglaterra y Holanda, además de Francia y Portugal.

El mayor error es pensar que los blancos de la Sociedad del Rifle son los únicos supremacistas, lo son también los del Valle del Silicio que preparan nuevas tecnologías para poder controlar mejor a los otros pueblos y ayudar a la supremacía blanca a mantener la hegemonía de Estados Unidos, heredada de Gran Bretaña. Pero a su vez son más inteligentes, porque integran a negros, amarillos y otros ya que al final terminan trabajando para ello, y es que ninguno de los grandes y poderosos de la realidad de la sociedad digital es negro. El dueño de Facebook se casó con una joven china como entendiendo el futuro de esa hegemonía en el siglo XXI.

Históricamente después de Colón, la supremacía blanca llegó a ser la nueva ideología racial dominante en el mundo anglosajón y fue muy practicada en la mayor parte de Europa y aplicada a los pueblos originarios en los territorios de ultramar conquistados o colonizados por los imperios coloniales.

Pero donde se ha mantenido como una ideología dominante ha sido en  Estados Unidos a través de los WASP (White – Anglo-saxon and protestant), al extremo que en muchos Estados de ese país, los no blancos fueron privados del derecho al voto y de la posibilidad de ostentar cargos de gobierno, aún hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.

Recién en la década de los setenta se aprobó la ley por la que se reconocía a los afroamericanos como ciudadanos con iguales derechos, acabando así con el apartheid norteamericano, solo quedaba el de Sudáfrica.

Esta lucha por los derechos civiles fue liderada por el reverendo Martin Luther King, a quien le costó la vida, ya que fue mandado asesinar por la supremacía blanca del sur, la cual coincide con el llamado cinturón bíblico. Ésta es la hipocresía total, esclavitud, ciudadanos de segunda, apartheid y miles de sacrificados por estos grupos que encabezaban también la lucha religiosa y oscurantista aún vigente en el sureste de Estados Unidos.

El racismo ha sido a veces más externado y otras más oculto, como un valor “moral” de ese país, y hoy el presidente lo presume con orgullo, algo que ya decía desde la campaña electoral, por lo que no nos sorprende la hipocresía de la sociedad norteamericana.

Los nativos americanos en Estados Unidos y Canadá, así como los aborígenes de Australia, a menudo fueron vistos como meros obstáculos a la colonización blanca antes que como seres humanos de pleno derecho. Varios países de la cuenca del Pacífico colonizados por europeos, en ocasiones incluido Estados Unidos, opusieron fuertes limitaciones a la inmigración y la naturalización de individuos de los países asiáticos del Pacífico, normalmente apoyándose abiertamente en la supremacía blanca.

Estados Unidos dieron a los Estados de forma individual la posibilidad de prohibir los matrimonios interraciales hasta 1967, mientras que Rodesia tuvo un régimen abiertamente supremacista blanco hasta 1979 y Sudáfrica hasta la década de 1990.

La supremacía blanca es una ideología que sostiene que la raza blanca (definida por elementos biológicos, culturales e incluso morales) es  superior a otras razas. Este término se usa para describir una ideología política que promueve el dominio social y político de los blancos. Ésta, a su vez, se basa en el etnocentrismo y un deseo de hegemonía sobre los pueblos no-blancos. Esta falsa ideología se suele asociar con el racismo en contra de los negros, los mulatos, indígenas o amerindios, mestizos y frecuentemente al  antisemitismo, creyendo que los judíos no son lo suficientemente blancos, aunque también ha sustentado la discriminación hacia algunos pueblos de Asia.

Los grupos de supremacía blanca están en países con poblaciones de blancos o caucásicos, Europa (incluyendo toda Rusia), Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Latinoamérica. Estos grupos son observados como grupos de odio y varios países han aprobado legislaciones que limitan este tipo de organizaciones. Estados Unidos, antes y después de la Guerra de Secesión Norteamericana, era un país de supremacistas blancos, tanto en lo político como en lo social y económico, del mismo modo que lo fue Sudáfrica durante el Apartheid. En la actualidad se debate intensamente sobre la influencia continua de la supremacía blanca, su alcance y naturaleza en la cultura occidental.

La supremacía blanca se emplea a veces en un sentido algo más amplio, defendiendo no solamente la idea filosófica de que la raza blanca es superior a otras razas, sino que aquella debería ejercer su dominio sobre éstas, como los grupos separatistas y nacionalistas blancos, para distinguirse de los supremacistas blancos, enfatizan su rechazo de esta definición más limitada.

 

La historia, hoy

Hace unos días, las noticias en Estados Unidos se han enfocado en los eventos ocurridos en Charlottesville, Virginia y en las reacciones del Presidente, ya que la semana pasada hubo protestas por supremacistas blancos en contra de la decisión de remover estatuas memoriales de personajes que defendieron la esclavitud y se rebelaron contra el gobierno de Estados Unidos durante la Guerra Civil.

También suscitaron contra-protestas cuando uno de los supremacistas blancos usó su vehículo como arma y mató a una mujer e hirió a otra veintena de personas.  Al principio no hubo una reacción del Presidente y después dijo que había culpa “de todos lados” en dos diferentes ocasiones, incluyendo una conferencia de prensa en la cual parecía querer establecer un equivalente moral entre los supremacistas y los de izquierda que estaban protestando en contra de ellos. Un gran número de líderes, tanto demócratas como republicanos, han condenado a los supremacistas. Pero las palabras del presidente Trump les han dado aliento. David Duke, antiguo líder del Ku Klux Klan y actual líder supremacista, agradeció al presidente y reiteró la misma postura presentada por el mandatario. Los supremacistas blancos se sienten reivindicados por las declaraciones de Trump y prometen armar otras protestas.

De todas las medidas regresivas hubo una cuyas implicaciones a corto plazo podrán no ser tan dramáticas, aunque en el largo plazo tendrán consecuencias impredecibles. Me refiero a la decisión presidencial adoptada en la noche del 28 de enero por la cual Steve Bannon, el consejero presidencial para asuntos estratégicos, se convertía en miembro nato del Consejo de Seguridad Nacional (órgano que en los Estados Unidos funciona como Consejo de ministros para la gestión de crisis y de la política exterior y de seguridad nacional).

Este ascenso vino acompañado por la destitución de Dan Coast, director de la Comunidad de Inteligencia Nacional, el órgano que agrupa a todas las agencias de inteligencia americanas (entre ellas la CIA, la DIA, el FBI o el NSA), así como de Joseph Dunford, el jefe del Estado Mayor Conjunto (el órgano de dirección del ejército y máxima instancia del Pentágono).

Así el ejército como los servicios de inteligencia han perdido a sus miembros natos en el órgano más importante de toma de decisiones concerniente a la política imperial de Estados Unidos, transformándose en el mayor golpe para el ejército en toda su historia, y el segundo mayor para la CIA desde que George W. Bush reformase su carácter independiente.

A mitad de agosto de este año, fue despedido el líder ideológico supremacista Steve Bannon, ex oficial de Marina, ex banquero y principal estratega político de Trump y esto trajo como principal consecuencia política que los militares afirman su control en la Casa Blanca, lo que para muchos era un golpe blando anunciado.

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