“El sistema de vida occidental se acaba” José Luis Sampedro.
La mejor forma de conocer el sistema es desde dentro, por aquellos que por su actividad están permanentemente en contacto con las transformaciones y retos que implica éste en su desarrollo. Es el caso de Paul Mason, autor del libro “Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro” y que considero una verdadera lección sobre el ocaso del sistema y la viabilidad de buscar nuevas opciones.
Naomi Klein es muy gráfica en la descripción de este libro al decir: “… ilustra sin piedad la muerte de nuestro sistema económico y nos presenta una visión original y bien argumentada de las alternativas reales a nuestro alcance.”
En el 2008 se inició una crisis económica que mutó a crisis social, generando un gran retroceso en los países afectados, que ha sido financiada por la población de menores recursos y los gobiernos federales, que actuaron como auxiliar de los bancos, con dinero de la sociedad.
La crisis actual no solo anuncia el fin del modelo neoliberal, sino que muestra una discordancia a largo plazo entre los sistemas de mercado y la economía basada en la información, y eso nos interroga sobre si es posible dejar el capitalismo y sustituirlo por el post-capitalismo
El neoliberalismo es una doctrina que plantea la ausencia de los controles en los mercados, ya que son solo una vía de expresión del interés propio de cada individuo y a ello le suma una reducción del Estado, a la vez que ensalza a la especulación financiera y sus resultados: las desigualdades.
Todo ello es el fruto de una visión racista, ya que para ellos la humanidad no es más que un conjunto de individuos despiadados que compiten ferozmente entre sí, no se aclara si es por los restos de la comida que caen de la mesa del poder.
En medio de esto, el orgullo del neoliberalismo es que se haya logrado la mayor oleada de desarrollo en el último cuarto de siglo, que significa que el 1% de la población mundial es el más favorecido por estas políticas infrahumanas, y por ello lo vive como una nueva religión que cuando más lo practica más se enriquece y una gran mayoría se empobrece.
Por ello, en los últimos 25 años se dio la mayor expansión y transformación de la historia, la revolución informática, pero el problema que emerge es que las nuevas tecnologías ya no son compatibles con el sistema y esa falta de adaptación hace que un post-capitalismo se transforme en una necesidad.
Las tecnologías informacionales son muy diferentes a cualquier otra tecnología previa ya que tienden a: disolver mercados, destruir derechos de propiedad, desintegrar la relación trabajo-salario, que en síntesis es el trasfondo de la crisis que estamos soportando.
El post-capitalismo es posible gracias a los impactos provocados por las nuevas tecnologías de hace 25 años: la informática ha reducido la necesidad del trabajo, y ha difuminando la línea que separa el tiempo libre del trabajo, a la vez que ha debilitado la relación entre trabajo y salario.
A ello hay que sumar que los bienes informacionales están corroyendo la capacidad del mercado, para formar o establecer precios ya que los mercados se basan en los escasos y la información es abundante, además del auge espontáneo de la economía colaborativa donde aparecen bienes, organización y servicios, que no responden a los dictados del mercado.
En la crisis del 2008, se dio que el mercado inmobiliario en Estados Unidos quedó destrozado, se eliminó el 13% de la producción global y un 20% del comercio internacional. Para los economistas la causa del crac fue “el dinero barato”, la decisión de desregularizar la banca y flexibilizar el crédito, que se inició después de la crisis de las puntocom en el 2001.
Estados Unidos deslocaliza las fábricas a países de mano obra barata y viven del crédito en el país, cada día con mayor deuda a nivel mundial, mientras tanto las familias chinas ahorraban una media del 25% de sus ingresos y en Estados Unidos el ahorro era cero.
Los cuatro factores que posibilitaron el florecimiento del neoliberalismo y que ahora ha comenzado a destruirlo son: el dinero fiduciario, la financiarización, los desequilibrios globales y la tecnología de la información.
En agosto de 1971, el presidente Richard Nixon abolió unilateralmente el acuerdo por el cual se fijaba el valor de la moneda en oro, lo que se hizo extensivo al mundo, así invade a la economía el dinero fiduciario.
Este hecho permitió que las economías tuvieran tres respuestas fundamentales de la era neoliberal: la creación expandida de dinero por parte de los bancos, se pensó que todas las crisis eran solucionables y que las ganancias generadas por la especulación aumentan al infinito.
Al visitar las comunidades británicas empobrecidas por la decadencia industrial, el paisaje es similar en todas: casas de empeño de cosas, casas de préstamo rápido, venta de muebles y electrodomésticos a plazos con altos intereses, agencias de colocación privadas, bancos de alimentos administrados por iglesias y empleos precarios mal pagados.
Esto era el resultado del desempleo y aniquilación de la solidaridad social, de la destrucción del tejido social. Con la decadencia aparece la delincuencia, el desempleo agudo y caída de la salud pública y como consecuencia llega la financiarización: el estancamiento salarial fue reemplazado por el crédito y los préstamos, nuestras vidas se financiarizaron.
En los 80 se dan cambios fundamentales: las empresas dejan de financiarse en los bancos y acuden a los mercados financieros abiertos, los bancos acuden a los consumidores en busca una nueva fuente de rentabilidad, así se forma un conjunto de actividades complejas y de alto riesgo “Banca de inversiones” y los consumidores, se convierten en participantes directos del mercado financiero: tarjetas de crédito, hipotecas, préstamos para consumo, financiamiento de vehículos, viajes y otros.
Es así como cualquier forma simple de finanzas genera hoy un mercado de productos financieros, como la hipoteca o la compra del auto genera un retorno financiero calculable en otro punto del sistema. Así en el proceso de financiarización es que se rompe el nexo entre préstamo y ahorro.
El resultado inevitable del neoliberalismo fue el surgimiento de los llamados “desequilibrios globales”, en el comercio, el ahorro y la inversión, siendo el principal indicador la balanza de cuenta corriente: la diferencia entre las importaciones y las exportaciones de bienes, servicios e inversiones.
El crecimiento constante de esta balanza fue en los 90´ y se disparó al inicio del 2000 de un 1% del PIB Global pasó al 3% en el 2006, y con la crisis del 2008, el gran déficit fue asumido por los Estados, dejando a los países abrumados con deudas impagables.
Lo que se puede considerar como el máximo logro positivo del neoliberalismo es la revolución tecnológica que deriva en la sociedad de la información, ya que el incremento del potencial computacional hizo posible que emergiera el sistema financiero global.
Los nuevos sistemas digitales hicieron superflua la necesidad del efectivo y permitió la redistribución física de la producción y la oferta hacia los mercados emergentes donde la mano de obra es barata, volviendo superflua la mano de obra semi-calificada y aceleró el crecimiento del trabajo de baja calificación en los servicios (precaristas).
En el 2004, nuevos modelos de negocio con la web 2.0 y ésta penetra en la sociedad, a través del pago con tarjetas, subir la vida privada a la red, préstamos de dinero en línea y el comercio electrónico en todos los nichos.
El mayor cambio en éstas que redujo el neoliberalismo es el trabajador y consumista individualizado que renace convertido en “capital humano” todas las mañanas y compite ferozmente con otros como ellos, lo cual hubiera sido imposible sin la tecnología de la red. Es lo que Foucault predijo que la tecnología haría de nosotros “Empresarios del yo”.
En el 2014, la OCDE publicó un estudio sobre la economía mundial hasta el 2060, cuyos resultados son muy preocupantes: ya que el crecimiento mundial se ralentizaría, hasta un nivel de un 2,7% anual y el estancamiento casi total afectaría a las economías más desarrolladas, con crecimientos medios del 3% anual, inferiores a los promedios medios de los años anteriores a la última crisis 2008.
Las migraciones jugarán un papel importante, ya que Estados Unidos y Europa tendrían que absorber unos 50 millones y el resto del mundo desarrollado 30 millones.
Para el 2060, Los Ángeles sería similar a la Manila actual, con grandes guetos de pobreza y Estocolmo y Copenhague muy similar a las zonas pobres de Estados Unidos como las del “cinturón de óxido”. Ante estos hechos ya reconocidos por los organismos mundiales del sistema, Mason plantea lo que para él sería el post-capitalismo, que desarrollaré en un artículo próximo.
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