Libertad y democracia: la razón de la utopía

“En otras palabras defender la democracia implica destruir la independencia de pensamiento” George Orwell.

A comienzo de los 70´ Umberto Eco, acompañado de tres importantes pensadores, publican un libro sobre la Nueva Edad Media, una época oscura de la sociedad en Europa, dominada por el miedo, la religión, la ignorancia y la superstición.

Parece mentira que medio siglo atrás, Eco hubiera tenido la certeza de definir el presente actual, encontrando sus causas en la disolución de los vínculos sociales, la privatización del poder y los conflictos entre grupos competidores.

Entre los hechos que llevan a Umberto Eco a plantear un paralelismo entre el medioevo y la sociedad actual, destacan la sensación de inseguridad, las sectas marginadas en expansión, el carácter visual de la cultura y el gusto por el formalismo en la reflexión intelectual.

Furio Colombo, colaborador de este texto ya clásico, entra en otro tema actual como es que la tecnología (operada por las grandes corporaciones) comienza a disputar al Estado los atributos del poder y adelantan las características que revestirá la vida en los territorios neo feudales.

Un tercer actor es Francesco Alberoni, que plantea las difíciles perspectivas de los países industrializados en decadencia, algo que se profundiza en el siglo XXI, desde el rechazo al inmigrante a la emergencia del neofascismo.

En cuarto actor es Giuseppe Sacco, que presenta modificar, mediante una adecuada organización del territorio ante las tendencias de ruptura del consenso, la fragmentación social y la multiplicación de identidades culturales (vascos, escoceses y catalanes, entre otros).

Si hace medio siglo se veía lo que hoy es realidad, un mundo polarizado entre la emergencia de China y Rusia y la larga agonía de Estados Unidos, que junto a Europa se han creído la mentira que impusieron durante cinco siglos, que la cultura occidental es universal.

Pero el tema va más allá de lo que predijo el libro de Eco, ya que antes lo había anticipado el “1984”, que lo anunció Einstein y muchos más, lo que hoy nos tiene encandilados y adormecidos: el más profundo individualismo y deshumanización que va a ser funcional al proceso inevitable de deshumanización del trabajo y la futura reinvención del hombre.  

Así, Noam Chomsky amplía este análisis al sostener que “…la desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, ¿por qué tienes que confiar en los hechos? Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie”.

Lo importante de esta reflexión es que propone un debate entre los grandes relatos de ficción que producen los medios de comunicación, nuevos centros del poder que operan la mentira como verdad para poder profundizar la sociedad del miedo y el futuro gris o trágico.

La reflexión de Noam Chomsky va más allá al sostener que el neoliberalismo existe, pero solo para los pobres, y el mercado libre es para los poderosos, no para las mayorías, por ello vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales, y la pregunta es ¿dónde están?

Según Chomsky, la desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos, ya que, si no confías en nadie, ¿por qué tienes que confiar en los hechos?

En esta etapa de la post-verdad en donde nada parece como cierto, la ficción aparece paradojalmente como una zona creíble, es que la verdad artística o la ficción se presenta como mucho más creíble que la propia realidad.  

En este marco aparece Netflix, que adquiere una presencia masiva en la sociedad, y las obras que presentan generan una agenda cotidiana para el debate que ofrece el ciudadano medio, ya que estar enterado es reconocer que fue lo que se ha visto o no se ha visto de la programación que ofrece Netflix.

La gran paradoja producida por la desilusión ciudadana, que ya no reconoce la verdad de los hechos ni las instituciones, ha reposicionado el lugar de la ficción artística en un plano de alta masividad.

Todas las dimensiones de la cultura han sido impactadas por estos cambios, que alteran a la sociedad desde su base, la propia democracia, ya que nos llevan a creer que la tecnología facilita el entendimiento, cuando en realidad profundiza el sometimiento.

Así tenemos el caso del libro impreso, una parte externa de la sociedad del pensamiento lineal que habilitó la imprenta y que hoy ha sido alterada por el impacto de las industrias culturales y, muy particularmente, por las ciber-culturas.

Este tema es muy importante para estudiar porque permite reconocer cómo se ha ido re-configurando el campo intelectual y político en nuestro país y en América Latina. Este tema sirve para considerar cómo trabajar en la política-cultural y en lo político.

La cultura de los libros se ha modificado con el impacto de las redes, que vienen a reemplazar a la cultura popular, cultura de élites y cultura de masas, que eran las que ayudaban a la formación de nuevos criterios al ciudadano para poder ejercer la democracia.

Pero la cultura del libro, ha sido colonizada por la cultura industrial y finalmente por la ciber-cultura y estas modificaciones que se producen con las redes atraviesan transversalmente a los sectores populares y a las élites, mezclando y, a la vez, distorsionado la realidad lo que al final juega a favor del control de la sociedad. 

EL fin de la dominante cultura del libro es un dato de la realidad que impacta sobre los campos intelectuales tradicionales y culturales, ya que establece nuevos sujetos y otros sectores se incorporan a esta nueva versión de la cultura del Internet, que está asociando al neoliberalismo, a la forma de hacer política, a lo virtual, a la post-verdad.

Pero la tarea de esta segunda década de desmantelamiento de los avances en Sudamérica, ha sido complicada porque ha afectado a los avances logrados, aunque la sociedad finalmente lo entienda en su real dimensión, una vez más encandilada por las falsas luces de una “nueva democracia”.

Como consecuencia se conformó un nuevo sujeto gracias a las políticas redistributivas implementadas en la región, como es el caso de Bolivia que, en la última década, logró que el 20% de la población haya pasado de la extrema pobreza a ser considerada como clase media. En Ecuador, en ese mismo período, la clase media se duplicó, y en Venezuela, durante la Revolución Bolivariana, se triplicó.

 En Argentina, durante el ‘kirchnerismo’, se incorporaron 9 millones de personas a esta categoría, siendo de los casos más exitosos en movilidad social y en  

Brasil, durante los gobiernos de Lula y Dilma, la nueva clase media abarcó a 39 millones de personas. Por esto es que el ascenso social o ‘re-enclasamiento’ positivo es un rasgo característico irrefutable de este ciclo político, hoy en retiraba frente a los embates del nuevo neoliberalismo evangelista.

  Hay que pensar en este nuevo fenómeno de re-configuración intelectual y las nuevas clases medias de origen popular y sus relaciones con la política establecida o tradicional, que luego de lograr una década de éxitos caen ante las nuevas reglas de la democracia operada por las nuevas tecnologías. 

Para Alfredo Jalife-Rahme, las grandes corporaciones que germinaron en California y específicamente en el Valle del Silicio, como lo son: Google, Apple, Facebook, Amazon y Twitter, se enfrentan con Trump, quien critica el monopolio cibernético de Silicon Valley y con Europa, donde se exige su regulación y atomización.

Twitter que junto con Facebook son los dos instrumentos más usados en Latinoamérica se encuentra en la picota por sus usuarios debido a que es dirigida por un neo-fascista, quien no oculta su intrusión en las elecciones a favor del neoliberalismo con el manejo cautivo de los bots y su “granja de trolls” con el fin de modular a la opinión pública y re-direccionar el voto manipulado de los electores.

Experiencia que fue muy exitosa en el caso de la consultora Cambridge Analytica, hoy extinguida, que logró re-direccionar el voto a favor del Brexit en la Gran Bretaña y de ciertos sectores claves en la elección del actual Presidente de Estados unidos, Donald Trump.

En la India, Financial Timesalerta que se puede escenificar una elección Whatsapp, la cual podría también configurar su futuro político, ya que el partido gobernante Bharatiya Janata, del nacionalismo hindú, utiliza Whatsapp para librar una de las más sofisticadas campañas políticas digitales en el mundo.

Para Jalife y su muy informada columna, John Gapper había advertido que Whatsapp es una versión sombría de la democracia y que la elección general en India, donde votaron del 11 de abril al 19 de mayo 900 millones, demuestra los riesgos de las plataformas de las redes sociales, con su lenguaje simple, de corto texto y la gran manipulación que puede darse. Una vez más, la democracia ha pasado de ser operada por los grandes grupos del poder a ser falsificada y manipulada por las grandes corporaciones que negocian con la información, mejor conocido como los amos de la llamada economía de la vida.

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