China: un imperio con historia

“Nada ni nadie puede destruir el pueblo chino. Ellos son sobrevivientes implacables. Es el pueblo civilizado más antiguo de la tierra”. Pearl S. Buck, (EEUU) Premio Nobel de Literatura 1938.

A la gran mayoría de la gente en Occidente le sorprendió el desarrollo en corto plazo de la República China, la experiencia más exitosa de la historia humana de reducción de pobreza y un desarrollo con claras perspectivas de posicionar a este país en la hegemonía mundial compartida con Estados Unidos y Rusia.

La sorpresa no es casualidad, es la obra de cinco siglos de un proceso perverso, que se ha disfrazado de modernidad, pero en realidad fue de colonialismo, que debía comenzar por cambiar la historia y hacernos pensar que la Europa atlántica era la cuna de la moderna civilización.

Del siglo X al XV se acelera el desarrollo de las redes, se da a partir de la interacción de Eurasia con África por barco lo que generó un incremento del comercio y permitió la especialización de la mano de obra. Pero estos contactos lejanos también tuvieron efectos negativos como la emergencia de la peste bubónica que dejó un elevado número de víctimas.

Entre 1346 y 1361 se estima que la mortalidad superó la mitad, quizás el 60 % de los europeos, o lo que es lo mismo, habrían muerto 50 de los 80 millones de habitantes europeos.

Del lado positivo, en esa época los campesinos salían a los pueblos a vender y comenzaban a asumir el comercio de lo producido, rompiendo así la situación de dependencia que había generado el siervo de la gleba.

En el mundo antiguo, China fue el imperio que tuvo las mayores transformaciones, por el uso de los transportes de ríos, canales y mar, ya que el transporte terrestre no tuvo un gran desarrollo, lo cual limitaba a las zonas continentales. Se introduce el cálculo numérico, los números arábigos, el cero nació en la India en el siglo III.

China había importado del oeste de Asia, para incorporar a su cultura, avances significativos no solo en lo tecnológico sino en lo social, como la semana de 7 días, los carros de guerra, las tácticas de caballería y el trigo, base alimenticia de uno de sus grandes “inventos”: las pastas secas.

Un avance muy significativo se dio en los monasterios budistas, que fueron centros de cultura, riqueza y control; los monjes importaron miles de textos budistas y los adaptaron a China, siguiendo esa premisa de adoptar todo lo que se consideraba que les beneficiaba.

La imprenta en Europa aparece en el siglo XV y fue obra de Johannes Gutenberg, el cual ya conocía este avance que venía de muchos siglos atrás, ya que en el siglo VI, los Tang (618-907) impusieron la imprenta y con ello el pueblo comenzó a conocer otras ideas.

Otro avance significativo estaba en la moneda china, que fue fundamental para el desarrollo del comercio, y ello se reflejó en un aumento del comercio y las finanzas reales, ya que el imperio dejó de recoger el tributo en especie y lo buscó en dinero.

La base alimentaria se dio a partir de la agricultura intensiva; el arroz, base de la alimentación, se importó del sureste de Asia, aunque en China se daban dos cosechas por año. China desarrolló amplias plantaciones de té y de algodón, y el té se hizo popular en la sociedad y el algodón permitió la ropa que remplazaba al viejo cáñamo.

Pero las causas de estos grandes cambios en China que llevaron a transformar a este imperio en la primera sociedad de mercado, tiene tres sólidas bases.

La primera es el transporte barato y seguro por ríos o mar, y en los canales las grandes barcazas movidas por el viento o el hombre. En segundo lugar, tenía la tecnología para las industrias básicas desde el hierro a los telares.

En tercer lugar, se sostiene que el florecimiento de China se basó en el uso de los bazares y la producción artesanal, ambos originarios de los pueblos musulmanes del sureste de Asia, y además en China las familias altamente productivas en la agricultura entraban al mercado por cuenta propia, para obtener dinero para los impuestos.

Todo esto llevó a que China se transforme antes del siglo XV en la mayor potencia de la época, controlaba un territorio de 10 millones de km2, una superficie solo superada por Rusia con 17 millones de km2. En esa época la población era de 100 millones de habitantes, también de las mayores del planeta, lo cual le permitía mantener un gran ejército de 1 millón de hombres.

El mayor desarrollo artesanal y manufacturero estaba apoyado en un sistema de caminos y canales más desarrollados del mundo. A ello se le debe sumar que antes del siglo XV, China era el primer productor de textiles y de manufactura de hierro.

El gran comercio regional interno como internacional, con los estados vecinos, permitió también el auge de una cultura desarrollada, que se pudo expandir también con el papel y la imprenta.

Las nuevas técnicas de navegación a vela, la brújula y el poder de la pólvora en los cañones de los barcos que logró generar una gran marina de 1,500 barcos que, a diferencia de los europeos que eran pequeños, éstos tenían hasta 100 metros de eslora y 1,500 toneladas de desplazamiento.

Con esta gran marina, los chinos logran recorrer el mundo desde varios siglos antes del XV, y su influencia en las culturas locales y en los ecosistemas está presente hoy en tradiciones, usos, plantas y animales que viajaban en las flotas imperiales.

El desarrollo de la sociedad local entre la gente más rica fue muy significativo ya que durante la dinastía Tang, mientras en Europa las vestimentas y costumbres eran muy primarias, en China los acaudalados comían en platos de oro y bebían vinos en cálices de plata, mientras la fruta se servía en cuencos de jade blanco y las mujeres de la época vestían con telas de algodón o sedas bordadas y perfumadas con fragancias persas.

En el año 305 a.c. había rotación de cultivos y descanso de la tierra, lo cual incidía en una productividad mayor, necesaria para la gran población que tenía el imperio.

Durante la dinastía Song (960-1279), los grandes viajes habían llegado hasta Australia y el comercio por barco con la India tenía más de siete siglos, lo cual enriqueció a ambas culturas. El símbolo nacional chino es la gran muralla, que sirvió para resguardar al imperio de las grandes invasiones en permanente conflicto.

En 1421, el emperador Zhu Di perdió la apuesta de un gran salto, mientras concluía la gran muralla, construía la ciudad prohibida, las tumbas de Ming y el Templo del Cielo y, a la vez, estaba construyendo 2,000 naves para iniciar una gran conquista, pero se quedó sin madera y frente a la resistencia de su vecino Vietnam comenzó su ocaso, que terminó con su vida.

A mitad del siglo XV, por razones diversas muchas de ellas de carácter religioso o superstición, China comienza a cerrarse y dejar de navegar los mares, una nueva etapa que durará cinco siglos y transformación a partir de la revolución china en el siglo XX y todos los ajustes que se dieron sobre ella para generar esta “nueva China”, que hoy ha vuelto al mundo del poder global.

Desde la cartografía a la pólvora, dos elementos básicos para la navegación y la conquista, Europa recibe esos conocimientos y muchos más, los cuales ha ordenado a su gusto, transformando la historia universal en la propia, pero dividiendo el mundo entre civilizados y bárbaros.

Cinco siglos después, la realidad ha cambiado y la mentira histórica ha comenzado a ser develada. Europa ha dejado de ser el centro del poder y la cultura y el del mundo occidental ya que éste ha pasado a Estados Unidos, y en Asia emergen los nuevos centros de poder encabezados por China, Japón, Corea, India, y, como puente en Eurasia, Rusia, la que fue derrotada y ha salido de las cenizas con un liderazgo militar y tecnológico que logra asombrar.

Los cinco siglos de conquista y colonización han dejado un legado negativo en la historia universal, la gran mayoría de los países coloniales hoy en la pobreza, salvo pocas excepciones, una gran pérdida de lenguas y sus respetivas culturas, una biodiversidad seriamente amenazada y un planeta agobiado por un modelo cuya meta es el consumo sin racionalidad.

Hoy, China está entre los tres grandes países que deciden sobre el futuro del planeta y las sociedades que alojan, un reto más grande que sus dimensiones físicas, ya que el mundo que vivimos pretende sobrevivir en la biodiversidad y no vivir en la homogeneidad de una realidad controlada y adecuada a una nueva forma de pensar y controlar que lideran los algoritmos y la inteligencia artificial (IA).

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