Dr. Alfredo A. César Dachary

En la columna anterior hablamos de las experiencias extremas, las que la sociedad decidió a través de la democracia y la que el Estado impuso a través del poder, pero la lucha continua sobre éste, un verdadero tesoro, ya que nadie puede sobrevivir sin agua y unos pocos se pueden enriquecer a partir de su comercialización, ya que no se fabrica, se podrá descontaminar, pero en la mayoría de los casos es menor el costo respecto del valor que ésta representa.

Otro ejemplo de los insaciables e insensibles que pretenden negociar con la sed humana lo da un caso en Estados Unidos, en la ciudad de McCloud, California, localizada en la sombra del monte Shasta que tiene una población menor de 1,400 habitantes y una abundante cantidad de agua de manantial que proviene de los glaciales de Shasta que es la fuente que alimenta varios de los mejores ríos para pesca en el mundo.

En 2003, la Nestlé, la mayor compañía de bebidas y alimentos básicamente para niños en el mundo, intentó construir una planta embotelladora valorada en un millón de dólares en McCloud, y sin una evaluación de impacto ambiental, se le concedió a la compañía el permiso para construir la planta y operarla por 100 años, y la facilidad podía extraer 1,600 acrepies (1.000.000.000 m3) al año y una cantidad ilimitada de agua subterránea.

Este contrato le hubiese permitido a Nestlé pagar 8.7 centavos por cada 100,000 gallones y vender las botellas de 16 onzas de agua a 1.29 o 10.32 dólares por galón, pero no fue fácil, ya que los residentes de McCloud comenzaron a informarse sobre el asunto y a organizarse en contra de Nestlé. El 2005, 77 % de la población estaba en contra del contrato, y el 2008 la presión política por parte de la comunidad, forzó a Nestlé retirarse del contrato.

Pero esto no ha servido de lección ya que el presidente de grupo Nestlé, el empresario austriaco Peter Brabeck-Letmathe, consideró que se debería privatizar el suministro de agua para que la sociedad tome conciencia de su importancia y reduzca su desperdicio, pero el que lo comenta, es líder mundial en venta de agua embotellada lo que le representa a ésta el 8% de sus ingresos totales.

El empresario señaló que la percepción que el agua es gratuita, provoca que no se le su verdadero valor y se malgaste, por lo que sostuvo que los gobiernos deberían garantizar que cada persona disponga de 5 litros del líquido diario para beber y otros 25 para higiene personal, el resto insistió debería gestionarse bajo criterios empresariales, o sea, venderse en el mercado.

En esta ronda de vanidades, el presidente del Sistema Coca-Cola en México, Francisco Crespo Benítez, consideró que dos manzanas aportan menos energía que un refresco de su marca y que la Coca-Cola tiene 149 calorías “… la energía no es mala, pero ¿qué hacemos con ella?”

Ante estas afirmaciones sin pudor, no sorprende que la batalla por el control y privatización de la comercialización del agua tenga a la cabeza a la Organización Mundial del Comercio, la banca multilateral y las Instituciones Financieras Internacionales (IFI’s) como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que son los ejes fundamentales en el proceso de colocar a este vital líquido en las manos de las empresas.

A éstos se les suman Bechtel y Monsanto, dos empresas líderes en la ingeniera de grandes obras y el desarrollo de los transgénicos, y que hoy buscan controlar el agua en varios países, tales como India, Bolivia y México, y que junto a las empresas francesas Vivendi y Suez se están adueñando del agua en el mundo y controlan el acceso al agua potable.

La salvaje privatización pretende poner en pocas manos la vida de miles de millones de personas tiene muchas formas; en Argentina y Chile ya se han privatizado muchos ríos para uso exclusivo de las grandes corporaciones transnacionales, y hasta el Banco Mundial obligó a Bolivia a privatizar su sistema de agua que fue comprada con corruptelas por la empresa de los Estados Unidos, Bechtel, quien se encargó del sistema de agua de la ciudad de Cochabamba, y de allí tomó control del sistema, el acceso al agua disminuyó y los precios subieron en un 40%. Pero el pueblo boliviano, ya concientizado opuso una feroz resistencia y se organizó, lo que le permitió recuperar el sistema de agua potable.

En el año 2000, el FMI obligó”, “aconsejó” y otorgó créditos, para lograr la privatización del agua de 16 países subdesarrollados: Angola, Benín, Guinea-Bissau, Honduras, Nicaragua, Nigeria, Panamá, Ruanda, Santo Tomás y Príncipe, Senegal, Tanzania y Yemen.

Como podemos observar, al menos tres de ellos son países centroamericanos y ocho del África Subsahariana. Todos tienen el mismo factor común: altamente empobrecidos y terriblemente endeudados con los bancos multilaterales. Esta situación les permite tanto al BM como al FMI imponer sus políticas de manera más rápida.

En La Soledad, Colombia, la empresa Técnicas Valencianas del Agua (Tecvasa) de España, que no tiene inversiones en su propio país, logró la concesión del servicio del agua por 20 años, así controla una zona con nueve millones de habitantes en América Latina, con un volumen total de negocios de 180 millones de dólares en 2001.

Esta empresa fue creada en 1999 para concursar en las privatizaciones del agua en América Latina, y en sólo tres años de creación ya contaba con cuatro filiales: Metroagua en Santa Marta (Colombia); AAA Dominicana (Santo Domingo, República Dominicana); Amagua en el cantón de Zamborondón (Ecuador) y AAA Venezuela, en el Estado Zulia.

En México, según cifras oficiales, más de 12 millones de mexicanos y mexicanas no tienen acceso al agua potable, que es equivalente a toda la población de Guatemala. El gobierno de derecha que presidia Vicente Fox lanzó también el proceso de privatización del agua con apoyo de recursos económicos del BM y otros bancos norteamericanos, así la transnacional Suez ha ganado muchas ofertas de privatización en varias ciudades mexicanas, así como Vivendi y Bechtel camuflada como Unites Utilities.

La utilización del agua afecta las relaciones dentro y fuera de las naciones; entre poblaciones rurales y urbanas; entre intereses río arriba y río abajo; entre los sectores agrícola, industrial y doméstico; y entre las necesidades humanas y los requisitos de un medio ambiente sano.

Se han registrado guerras y conflictos de diversa índole en Israel, Jordania, Siria, Palestina, Egipto, Yemen, Irak, Kuwait, también hay conflictos en las cuencas del Mar Aral, Jordán, Nilo y Tigris-Eufrates. Pero de seguir la tendencia, podremos encontrar en un futuro conflictos en torno a los ríos Lempa, Bravo, Ganges, Kunene, Río de la Plata, Mekong, Orange, Senegal, Tumen, Zambeze, Limpopo, Han, Incomati, Usumacinta, Lago Chad, entre otros, y en la actualidad se calculan que existen 640 conflictos serios por el acceso al agua en todo el mundo.

En el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y el Plan Puebla – Panamá (PPP), estrategia que ya ha caído en el olvido, el agua se ha convertido en un asunto de seguridad nacional para el gobierno de los Estados Unidos y las empresas norteamericanas invaden el territorio comprando y controlando todos los recursos estratégicos con la ayuda de las bases militares de Estados Unidos.

En un informe del Banco Mundial sobre Proveedores independientes de agua en América Latina, ofrece un análisis de las empresas privadas en el sector del agua en América Latina, en ciudades de Argentina, Bolivia, Colombia, Guatemala, Paraguay y Perú.

Las ciudades analizadas muestran que estas empresas atienden lo el 25% de la población local, las empresas pequeñas cuentan con redes fijas y dan servicios a 14,000 hogares, un caso opuesto es Santa Cruz en Bolivia donde las cooperativas de vecinos son las únicas proveedoras de agua potable para el millón de habitantes, y en Córdoba, Argentina la iniciativa privada, da el servicio de agua del 10% y hasta el 15% de la población de la ciudad que es de 1.330,023 por lo que equivale a darle servicio sólo a 38,200 hogares.

Los ejemplos son ilustrativos de la puesta en el mercado de un recurso vital como es el agua, que profundiza en las sociedades la asimetría que hoy las domina y reduce por falta de ingresos la calidad de vida de muchas personas además que compromete su existencia, ya que en el uso personal de agua contaminada hay una larga lista de enfermedades y muertes.

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