El incendio y sus consecuencias

“Los imperios no caen derrotados, colapsan desde dentro” Anónimo.

Alfredo César Dachary.

 

Por primera vez en la historia moderna, todas las estrategias de los medios y demás agencias de información y conexos existentes en Estados Unidos se han puesto de acuerdo para dar un golpe blando dentro del propio país.

Por primera vez en estas últimas décadas, un presidente saliente, Premio Nobel de la Paz, ha realizado un esfuerzo fuera de contexto para desprestigiar, acotar y, de ser posible, derrotar al presidente entrante, toda una propaganda que recibe el apoyo de los grandes grupos mundiales de opinión.

Si Hillary Clinton hubiera ganado, el “hackeo” de los rusos no hubiera existido, y éste no fue a las urnas en caso de haber existido, sino a las informaciones de la candidata durante su gestión como secretaria de Estado, que realmente le hicieron daño y que fue investigado por los organismos de seguridad incluso una semana antes de la elección.

Ahora, Obama pasa a la historia como un héroe, como Kennedy, que inició la guerra con Vietnam e incendió el sudeste asiático y le generó la primera gran derrota militar a Estados Unidos; a Obama le toca el fracaso de Ucrania, donde Rusia sigue firme en sus bases militares y el fracaso de la guerra que inicia en Siria, y que el poder militar ruso la ha logrado frenar e invertir en pocos meses, haciendo de Putin, lo que Forbes denomina el “hombre más fuerte del mundo en el 2016”.

Sobre el fin de su mandato le quedan grandes pendientes y destaca por su importancia el tema de Afganistán, ya que no terminó de repatriar a los miles hombres como había prometido y, por oposición, envía un grupo militar a la provincia de Helmand, la principal productora de opio y con importantes yacimientos de uranio, amenazada y a veces controlada por los talibanes, ya que el opio es la fuente de financiamiento de armas, fundamental para éstos.

Obama fue el producto de los grupos dominantes para restablecer la hegemonía que venía desmoronándose desde la presidencia de Bush, por lo que su elección desafió el sistema a nivel cultural e ideológico y sacudió los fundamentos raciales que siempre se han mantenido en Estados Unidos, aunque intentó no desmantelar éstos, al extremo que en los últimos dos años finales se desató una sistemática caza y asesinato de jóvenes de color por parte de la policía, sin que el presidente de color pudiera pararlos; así se iban conformando las bases racistas que hoy amenazan con tomar el poder.

El presidente Obama impulsó la agenda de la guerra global con rumbo a un estado autoritario, “distinguiéndose” por ser el presidente de deportación en masa y de la guerra de aviones no tripulados: los llamados drones, que su usan para espiar y hasta eliminar enemigos desde grandes distancias. Por grabar y luego trasmitir, la imagen de la ejecución de Osama bin Laden, en un acto político por tomar distancia de sus antecedentes por línea paterna.

La consolidación de un sistema policíaco represivo y un estado de vigilancia permanente, siguiendo la política de George Bush del miedo en la sociedad, como un elemento de control social, mantuvo el Acta Patriótica para aplicar a los potenciales «enemigos», y lo completó con una guerra contra los denunciantes y los filtradores, mientras defendió el espionaje nacional y global de la NSA, siendo famoso el caso de Edward Joseph Snowden, hoy asilado en Rusia.

El incremento del presupuesto militar siguió en ascenso, aunque éste ya había alcanzado un máximo histórico bajo el régimen de Bush, orientado a rearmar a las fuerzas armadas antes los nuevos frentes abiertos para intentar contener a Rusia y a China, sus dos competidores en la lucha por el control hegemónico o que viene el compartirlo entre un G-2 (Estados Unidos – Rusia) o G-3 (Estados Unidos – Rusia – China).

La Asociación Transpacífica, hoy en caída, a consecuencia que Trump no lo considera positivo para Estados Unidos era una estrategia para aislar a China, y hoy puede ser una nueva oportunidad para el gigante asiático.

La Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones y el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios son los procesos de integración de la era neoliberal, ya que las grandes corporaciones están por encima de la soberanía de los Estados, porque son tribunales corporativos los que resuelven las diferencias de las grandes empresas con los Estados.

En plena crisis, Obama logró debilitar desde abajo la respuesta popular a está, logrando cerrar un espacio para la población que veía perder casas y empleos y exigía acción, y solo sabía que sus ahorros se fugaban y los impuestos se aplicaban a recuperar a los que malversaron y arriesgaron todos estos fondos.

Para Robinson, un politólogo de izquierda en la definición propia de Estados Unidos, el gobierno de Obama se parecía a la República de Weimar, donde los socialdemócratas estuvieron en el poder durante la misma en Alemania entre los años 1920 y principios de 1930, pero no persiguieron una respuesta izquierdista a la crisis; dejaron de lado a los sindicatos militantes, comunistas y socialistas y progresivamente se aferraron al capital y la derecha antes de entregar el poder a los nazis en 1933. Por ello es que la República de Weimar del siglo XXI de Obama generó condiciones propicias para el desarrollo de las fuerzas neofascistas en Estados Unidos.

Toda esta situación se reflejó en la geografía del voto, en la postura del Partido Demócrata que viendo el poder que obtenía Bernie Sanders, no lo apoyan y, es más, lo acorralan para que termine apoyando a Hillary Clinton, perdiendo la oportunidad de un vicepresidente que aportaría un gran número de jóvenes inconformes con la política de Estados Unidos y el propio Partido Demócrata.

 

Un Epílogo difícil.

¿Qué quedará de estos casi dos meses de guerra sucia entre el presidente Obama y el futuro presidente Trump?

Acorralar a Trump tiene riesgos, para un sector de la sociedad que ve perder su supremacía a manos de las nuevas minorías tanto de mexicanos, latinoamericanos o asiáticos, más la población de color y otras minorías inconformes como los pueblos originarios.

No cabe duda que el riesgo es grande y más cuando las acciones tienden a ser más radicales, desde ciertos niveles de Estado con la amenaza de que los rusos tienen cosas comprometedoras de Trump hasta la separación de California.

Calexit es el nombre de la campaña para que California se separe de Estados Unidos en un referendo en 2018 que, de aprobarse, haría que el Estado fuera un país independiente.

Se cree que parte de la resistencia como idea nace dentro de la élite del Valle del Silicio, ya que este naciente movimiento tiene el apoyo del inversionista millonario, Shervin Pishevar, que ofreció financiar la campaña.

El tema es que California es la sexta economía más grande en el mundo, y por su peso es más poderosa económicamente hablando que Francia y tiene más población que Polonia, situación que genera un profundo quiebre en la sociedad norteamericana, que ya se habla hace mucho tiempo del Este y el Oeste de este gigantesco país como dos realidades muy diferenciadas.

Para Louis Marinelli, un activista reconocido y presidente de la iniciativa, imagina a California como un Estado soberano dentro de Estados Unidos, de la misma manera en que Escocia funciona en el Reino Unido, la salida sería posible, pero el costo sería muy alto para el resto del país, además que avivaría los ímpetus independentistas de otros Estados, como lo fueron en el siglo XIX los Estados del sur, base de la Confederación, que fueron derrotados por el norte industrializado.

Para el Calexit Independence Referendum, Estados Unidos no comparte los valores de California y el permanecer unidos representaría seguir subsidiando otros Estados con economías más débiles, incluso afectando a sus familias, una visión muy ajustada a la ética protestante.

Pero el tema central para motivar este movimiento, que existía embrionariamente antes del triunfo de Trump, es que los californianos, en su mayoría demócratas, o sea, que la mayoría de éstos votó por la candidata Clinton, pero no lograron tener la victoria de la misma, saben que ésta es otra forma de presión para hacerle difícil el gobierno a Trump.

Todo va bien hasta que las amenazas lleguen a ser realidad, entonces la pregunta ¿dónde se ubican los blancos racistas y violentos, la Sociedad del Rifle, los veteranos, los del KKK y todos los grupos neonazis del país, además de los blancos sin trabajo, que ven en estos disconformes una amenaza?

¿Será ésta la otra cara de los que afirman que los imperios no caen sino colapsan desde adentro? ¿Busca el Partido Demócrata y el Premio Nobel de la Paz un conflicto al interior de Estados Unidos?

Los migrantes marcharán contra las medidas de Trump que les afectan gravemente, otros grupos podrán acompañarlos o resistir de otras maneras, todo se va sumando a una situación cada vez más explosiva. Si el fuego emerge, no cabe duda que puede cubrir gran parte del país, y si es así ¿pasará a un México también con grandes reservas de resentimiento por una sociedad que se ha visto muchas veces traicionada?

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