Equidad de género, gran ausente. (Primera parte de dos)

Estamos viviendo los resultados de un cuarto de siglo de grandes errores y donde realmente se aprecia que el daño es en la sociedad y en los grupos más desprotegidos. Estamos llegando al fin de un sexenio muy cuestionado, ya que como el anterior, en vez de reducir la violencia, ésta se aceleró con todas sus consecuencias y costos, cada vez más difícil de medir y más de reparar.

Por ello, no llama la atención el hecho que los centros de medición bajo el control de la federación, cuyos datos podrían ser el referente obligado para el próximo sexenio, cada vez son más cuestionados y muy especialmente la medición de la pobreza, que al alterar las variables se hace imposible comparar con las del inicio de sexenio.

Sin embargo, y partiendo de la base que muchos datos pueden tener mayor incidencia y que se han atenuado, igual los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2016, INEGI) dan un cuadro desfasado de la realidad económica de México, que se ubica en lugar 13º., superando a España que pasó al 14º., entre las economías del mundo.

Pero la correlación entre riqueza generada y redistribución en la sociedad es lo que realmente hace fuerte a un país, más cuando la OCDE lo ubica como la 11ª. economía mundial según otra medición del PIB.

De allí que el ingreso continúa sumamente concentrado, muchas familias viven en la pobreza, la inseguridad es alta. Para las madres de niños pequeños, la participación en el mercado laboral es un desafío, lo que refleja la insuficiencia de guarderías asequibles y de calidad, y para los trabajadores la situación es peor ya que llega al 57.46% el nivel de informalidad, o sea, trabajadores sin derechos estables ni protección social. Esta alta tasa de informalidad de México está por encima del promedio en Latinoamérica que es del 51.3%.

Al analizar la muestra que se trabajó para que sea representativa de todo el país, mujeres de 15 años y más, nos encontramos con un panorama diferente al que imaginamos dado que hay una gran representación de pueblos rurales, zonas aisladas y áreas de pueblos originarios.

De allí, contrario a la tendencia de la población de las grandes ciudades, el 57.1% de las mismas son casadas o están en unión libre y la edad promedio de las encuestadas de este grupo fue de 40 años. Las separadas, viudas o divorciadas son el 18.3% y la edad promedio de este grupo encuestado era de 54 años y las solteras eran el 24.6% con una edad media de 22 años. Así un 30% tiene más de 50 años, un 38% de 30 a 50 años y un 32% son menores de 30 años.

Cuando se ve el perfil educativo de estas mujeres encuestadas y que representan una imagen del país, tenemos que solo el 18.8% llegaron a la educación superior, el 21.3% tenían educación media superior, 28.4% secundaria, 24.6% primaria y 6.8% sin escolaridad. En síntesis, el 79% tiene una escolaridad que le permitiría obtener un empleo de una calificación media y un 30% tendría muy baja calificación.

En este perfil de la población femenina, que abarca toda la geografía del mismo, tenemos resultados muy fuertes, ya que el 61% ha sufrido diferentes tipos de violencia, de las cuáles están los cuatro grupos en que se han integrado, que no son exclusivos ni excluyentes, se superponen, o sea, la víctima ha tenido diferentes experiencias.

La violencia emocional se registró y afectó a un 49% de esta población, la violencia sexual a un 41.3%, la violencia física a un 34% y la violencia económica o patrimonial a un 29%. Pero esta violencia de género no es uniforme en el país, por ello, para entender mejor la geografía de este comportamiento delictual, el estudio divide el país en cinco regiones con medias relativamente homogéneas en cada grupo, que son:

  • La zona con mayor violencia de género 73.0% al 78.91%
    • Estado de México – CDM
    • Jalisco y Aguascalientes
  • Segunda en violencia 67.0% a 72.9%
    • Querétaro
  • La tercera es la que abarca de 60.0 % a 66.9%
    • Quintana Roo – Colima – Puebla – Tlaxcala – Morelos – Yucatán
    • Baja California – Coahuila –Durango – Oaxaca – Guanajuato – Hidalgo
    • Chihuahua – Sonora – Michoacán y Veracruz
  • La cuarta es la que abarca del 55% al 59.9%
    • Zacatecas –Baja California Sur –Tamaulipas – Nuevo León
    • Guerrero – Nayarit – Sinaloa – San Luis Potosí
  • La quinta es de 52.4% a 54.9%
    • Chiapas – Campeche

 

Con respecto al ámbito de la violencia se dan detectado espacio y tiempo que unidos nos dan dos grupos de variables: a lo largo de la vida y el último año, y los ámbitos elegidos son cinco, que analizaremos a continuación.

El ambiente escolar, ya sea como alumna o profesora, allí las mujeres a lo largo de la vida tienen una violencia de 25.3% y cuando se trata del último año ésta se estima en 17.4%. La medición en el ámbito escolar del último año, se da mayoritariamente en las instalaciones educativas con un 74.3% y un 25.7% en las inmediaciones de las escuelas o instituciones.

De esta violencia, el 38.3% fue del orden sexual, un 34.1% fue del orden psico-emocional y el 27.7% fueron de tipo físico y los agresores eran 47.1% compañeros, 16.6% compañeras y 11% maestros. Las jóvenes que están a nivel preparatoria en el último año (2015) tuvieron acoso y violencia sexual, siendo la proporción de 12 por cada cien alumnos.

En el ámbito del hogar con su pareja, la violencia llega a un 43.9% y si se mide el último año ésta llega a un 25.6%.

En la relación con toda la familia se logró medir un 10.3% de violencia contra la mujer, no está claro si también sería extensivo a las hijas mujeres del matrimonio, por lo cual consideramos que es una medición ampliada.

Otro ámbito es el social, las relaciones en la comunidad, donde la violencia es bastante elevada, un 38.7% en el tiempo vivido y 23.3% en el último año (2015).

El último ambiente es el laboral, donde la violencia registrada en el largo tiempo laboral es de 26.6% y 22.5% para el último año. De las mujeres que trabajan un 27% ha tenido actos violentos de tipo sexual y discriminación por género y por situación de embarazo. En el último año, la discriminación laboral ha sido del 10.3% y un salario menor en el 9.2%, entre el 2011 y 2016 a 11.8% de las trabajadoras se les pidió prueba de embarazo y de ellas al 1.8% las despidieron, no las recontrataron o les bajaron el salario.

En el ambiente laboral, los principales agresores son los compañeros de trabajo con un 35.8% y en el otro extremo están los jefes o patrones que cuentan un 19.3%, como agresores de las mujeres.

Las agresiones contra las mujeres en las empresas o similares en el último año, sigue la tendencia de la general, un 79.1% es el lugar de trabajo y un 11.5 % en lugares públicos, plazas campos deportivos y otros. Las agresiones en lugares de trabajo se dividen en 48.4% emocionales, 47.9% son agresiones sexuales y 3.7 son agresiones físicas.

Las agresiones violentas en lugares de trabajo se dan en Estados como Baja California y Quintana Roo, el empleo es hotelero, servicios de ocio o de restauración, y en industrias en Chihuahua, Coahuila y Querétaro, la mayoría maquiladores.

La violencia en la familia, en la pareja y especialmente en los lugares públicos como las fábricas y otras instituciones son una muestra de la otra cara de la violencia que termina permeando a la sociedad, así se dan en un mismo nivel los conflictos del narcotráfico y la economía criminal y los derivados de violencia de género, que en este caso tiene mucha presencia al extremo de ser de los más elevados de Latinoamérica.

La violencia de género es el marco en el cual se profundizan las asimetrías sociales, ya que la mujer termina recibiendo una agresión que se forma en los hombres a consecuencia de las grandes frustraciones, causa de violencia y demás tipos de acciones que crecen en una sociedad donde la justicia es cada vez más ilusoria.

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