Guías de viaje en una sociedad cambiante.

Alfredo César Dachary.

 

El viaje es algo que forma parte de la vida del hombre comenzando por la vida misma, que es un viaje donde hay un comienzo y un fin. Pero la historia de la humanidad tiene largas travesías o viajes de pueblos enteros incluso los que toma la Biblia, otros que se dan huyendo de invasiones o de las grandes sequias, pero siempre el movimiento en esos tiempos era de grandes grupos humanos.

Los viajeros de la antigüedad han dejado testimonio de su hazaña a veces en la literatura como la Ilíada y la Odisea, otras veces como viajes de conquista y descubrimiento, como Erick el rojo y sus vikingos cuando llegaron a América. Antes de ellos se tiene una serie de pruebas que grupos de Asia pasaron a América a través del estrecho de Bering.

Los viajes en barcos requerían mapas y guías para saber a dónde llegaban y que podían hallar o buscar, por ello es que los romanos usaban los “periplus”, que eran una especie de cartas de navegación, ya que indicaban los puertos y otros hitos que había en las costas.

En el siglo II, Pausarías que era un geógrafo griego, hizo una descripción de Grecia, que servía para conocerla y viajar y que tenía 10 tomos, en ella describía los caminos, todos los monumentos e incluso las fiestas más importantes, incluido los Juegos Olímpicos.

En el año 330, un viajero anónimo se embarcó en un peregrinaje y escribió un interesante relato que daba cuenta del “Itinerario desde Burdeos hasta Jerusalén”, llevando de dos a tres burros por día, y la primera parte de Burdeos a  Constantinopla tuvo 112 paradas y cambio 230 veces los burros en 3,600 km; éste es uno de los primeros relatos que servirían de guía a quienes intentarían hacer el mismo camino.

Los viajeros que tenían un cierto conocimiento optaban en sus aventuras por mapas, como fue el Mappa Mundi de Hereford, que mostraba un periplo para los peregrinos, es una obra del siglo XII. En Inglaterra, en el siglo XVII los viajeros usaban el mapa subdividido en tiras de John Ogilby, que además marcaba posadas o iglesias donde poder pasar la noche.

Viajar era peligroso, alojarse era una cuestión de audacia, conocimiento o riqueza, por ello el viajar era excepcional, por lo mismo, es que a veces estos grandes viajes marcaban un parte-aguas en la historia de reinos y continentes, como fueron los viajes de Marco Polo a China.

Durante la modernidad, las familias ricas viajaban, eran los viajeros del “Grand tour”, que realizaban verdaderas expediciones para conocer las bases de la cultura romana, griega y otras de Europa; no eran turistas, ya que el turismo es un negocio que se da en una economía de mercado, y esto es una aventura pero que costaba mucho dinero. Los viajeros salían a conocer; los turistas compran experiencias, ocio encapsulado.

La primera guía corresponde al siglo XIX donde emerge el turismo, y se conoció como la Guía Murray (Murray Handbooks for travellers), la que superaba a sus antecesores, los planos, porque tenía explicaciones de los lugares, los nacientes hoteles, las visas y el equipaje.

Estas completas guías y la expansión de los ferrocarriles hicieron que los turistas que les gustaba viajar – descubriendo, se sintieran protegidos y orientados y les permitía a las mujeres independientes viajar. Los mapas eran algo para hombres, que con el turismo y las guías pasan a ser un territorio compartido.

La Guía Murray se fue mejorando en la medida en que el transporte se hacía más extenso y así se agregan combinaciones, las estaciones y los lugares cercanos para conocer y disfrutar. A medida que crecía la demanda, Murray empezó a delegar la escritura de los diferentes textos de la guía a muchos autores, que eran expertos en las zonas que describían y así lograr cubrir casi todo el mundo al cual se podría llegar por ferrocarril o por barco, los dos grandes medios del siglo XIX.

Lord Byron creó el término “Guidebook” (Guía de viaje) en 1823, ya que las primeras guías solo tenían rutas para hacer en el día y el ferrocarril estaba comenzando y la red europea estaba representada en una hoja doble en la guía de Murray.

En paralelo, en Coblenza, en la actual Alemania, hoy estado federado Renania-Palatinado, se hace una primera guía para los que realizaban cruceros en el Rhin, ambos pioneros se hicieron amigos y se respetaban las áreas de influencia, hasta que el hijo de Baedeker, logró ampliar e imponer definitivamente su guía como la más confiable de esa época, al extremo que en 1883, se podía viajar a todo el mundo sin salir de la casa con todas las guías que ya abarcaban todo, incluido Rusia y Estados Unidos, al extremo que “baedekerong” se convertía en un verbo.

La guía desarrolló un sistema de clasificación con estrellas para los lugares de visitar, pero las guías al imponerse generaron algunos rechazos y posteriormente críticas ya que en el siglo XX se usaron para determinar las regiones a donde se debería deportar a los judíos o los planos de la guía de Londres se usaron para definir los bombardeos, que usaban los lugares mejor clasificados como blancos de sus bombas a fin de desmoralizar al pueblo inglés.

Las guías de Baedeker crecieron en base a una cartografía muy exacta, que les daba seguridad a los viajeros, la primera que sale de la escena es la guía de Murray y al terminar la segunda guerra mundial, Alemania arrasada, no era el escenario para continuarlas. Los que compran la guía Murray eran los escoceses Muirhead, que habían trabajado para Baedeker, preparando las ediciones en inglés de sus guías.

Ambas guías al final se unen en las denominadas Blue Guides, en la época de la crisis del 30, bajando su número de mapas hasta que viene la segunda guerra mundial y el nuevo turismo no era erudito como los anteriores y eso trae un profundo cambio en las guías.

Pero cincuenta años antes, en 1900, se fue gestando la que sería la reina de las guías, la Michelin, que al comienzo se regalaba y luego se comenzó a vender, ya que mostraban los talleres para autos, motos y bicicletas, los alojamiento que ellos recomendaban, y a partir de 1931, introducen el modelo de clasificar los restaurantes por tenedores.

Al estallar la segunda gran guerra, los mapas eran fundamentales y por ello es que los aliados reimprimieron la guía Michelin de Francia en Estados Unidos y se les dio a los soldados para que se orientaran en el día D.

Con la postguerra, los europeos difícilmente se podían mover como turistas en plena reconstrucción, por ello es que dos norteamericanos que habían estado peleando en la guerra, Eugene Fodor y Arthur Frommer, armaron una guía para los soldados y toda la gente que comenzaba a viajar con poco dinero, la que se denominó “Europa por $5 al día”, la cual fue cambiando a medida que la sociedad cambiaba y había más dinero, hasta llegar en 1997 a ser “Europa por 45 dólares”, cuando New York salía una media de 75 dólares.

Era una guía para gente de su época, menos exigente, no necesitaba grandes mapas, solo esquemas e información básica de donde estaban las cosas buenas y baratas, además de plantear la visita tradicional a los lugares reconocidos. El cambio de turistas era evidente, la época de las guías-libros con gran cartografía y vasta información era transformada por una de corto alcance pero efectiva para gente que viaja con poco dinero.

Pero la guía que habían armado y desarrollado Fodor y Frommer, ya había pasado a ser patrimonio de una clase media muy diferente en la sociedad de los 70´s, donde los movimientos juveniles, las luchas sociales, los hippies y otros grupos planteaban algo diferente al turismo de masas sin cultura, ni ganas de aventura.

La nueva generación tuvo así una guía propia y nació en Australia Lonely Planet, inicialmente como una guía del sudeste asiático en 1974 y las Rough Guides, empezaron a cubrir Europa en 1982, ambas apostaban a lo que sería el ecoturismo, el turismo responsable.

Estas dos guías y otras más recuperaron el viejo estilo de la cartografía, para grupos que querían descubrir nuevos “paraísos”, huyendo del mundo dominado por el cemento.

Así llega la publicación de la compañía Lonely Planet a su edad de oro, los 90´s, al poder tener guías de prácticamente todo el mundo, con lo cual estas guías para jóvenes, cerraban un ciclo que se había iniciado un siglo y medio antes en Alemania y Londres.

La nueva sociedad que emerge en el siglo XXI tiene menos tiempo para viajar pero más opciones de hacer otros viajes, todos de corta estadía, lo cual no requería de grandes guías, más bien de una nueva opción: la web, que les aconseja lugares, hoteles cómodos a bajo precio, al igual que vuelos de bajo costo y comidas tradicionales a un valor accesible. Es el fin de la guía en papel, una larga agonía que viene hasta hoy y que es remplazada por otras guías más específicas en los celulares, en las tabletas y hasta en la Notebook.

Hoy Google, ocupa todos los espacios y sus mediciones a través de TripAdvisor, son la mejor recomendación para el viajero de corto tiempo, pero el regreso del lujo como un atractivo para un nuevo sector emergente de la sociedad, sirve de marco para que las tradicionales guías, como la Michelin, sigan indicando cuáles son las catedrales gastronómicas y los mejores hoteles boutique del mundo.

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