Dr. Alfredo César Dachary

Estaba caminando junto al Santuario de la Virgen Talpa, uno de los centros Guadalupanos más visitados de México, cuando “descubrí” una serie de carritos de ambulantes que vendían muchas pócimas para curas diferentes, la mayoría tenían marihuana, otras peyote, un fruto considerado un alucinógeno y otras yerbas locales que yo no conocía.

No me hubiera sorprendido, como tampoco lo fue a comienzo de año cuando compraba en la calle de Quito las pastillas para “el mal de altura”, hechas con hoja de coca, pero en México, en medio de una gran batalla contra los cárteles de la droga, este tema cotidiano me hizo pensar sobre cómo ha cambiado la percepción.

El uso de drogas es tan antiguo como la civilización humana, y hay rastros del uso de amapola en la edad de Piedra, también se consumieron en Sumeria, Tierra Santa, el Antiguo Egipto, Grecia y Roma. En la edad Media se ingerían en pócimas esotéricas y se asociaron con el satanismo; pero sólo en el siglo XIX se sintetizaron las primeras drogas, como el opio, la heroína y la cocaína, y se empezaron a vender al público en farmacias como medicinas para el cuerpo y la mente.

Hacia 1900, todas las drogas conocidas, luego consideradas narcóticos, estaban disponibles al público en farmacias y droguerías, pero su posterior prohibición durante las próximas décadas sentará las bases de un nuevo modelo de negocio que tiene plena vigencia en la actualidad y que es conocido como la economía criminal, con un impacto en el PIB mundial que de cortarse drásticamente afectaría a la ya alicaída economía mundial.

Los preparados a base de opio eran muy comunes en los hogares y su consumo era muy recomendado ya que había distintas preparaciones opiáceas de venta en boticas y tiendas, desde gotas para aquietar a bebés recién nacidos, hasta dosis más fuertes para calmar dolores en adultos.

Una fórmula muy popular en Europa era el frasco sedativo de Stickney Poor, que contenía una mezcla de opio y alcohol, y la dosis para recién nacidos era de cinco gotas; de dos semanas, ocho gotas; para niños de seis años, 25 gotas, y para adultos, una cucharada rasa.

La heroína se sintetizó a partir del opio como paliativo para los morfinómanos, aunque más tarde se percataron de su poder adictivo y se vendía en farmacias como analgésico, sino para el asma, la neumonía y la tos. Los farmacéuticos la mezclaban con azúcar y saborizantes para hacerla menos amarga y más agradable al paladar ya que la tomaban niños y adultos.

La heroína más solicitada en las farmacias era la de Bayer, y entre 1890 y 1910 el laboratorio alemán la anunciaba como un substituto no adictivo de la morfina y remedio infalible para la tos de los niños.

La cocaína se usó inicialmente para tratar la dependencia de la morfina y como anestésico, pero también se hizo popular como medicina reconstituyente y para el buen humor y en los Estados Unidos incluyó la cocaína como medicamento esencial en su farmacopea oficial.

Pero hay que agregar que el uso de cocaína en Europa era también legal y ampliamente difundido a finales del siglo XIX y principios del XX, y su peligrosidad no fue advertida sino tiempo después, en la medicina hospitalaria se usaba en terapias oftalmológicas.

La receta original de la Coca Cola incluía 0,9 miligramos de cocaína por vaso de 250 mililitros al extremo que John S. Pemberton, que fue quien creó la bebida refrescante para tratar de dejar su adicción a la morfina, se volvió adicto a su propia bebida, es decir, al contenido de cocaína de su brebaje.

La empresa que produce la Coca Cola decidió eliminar la cocaína como ingrediente activo en 1903, cuando se descubrió que era adictiva y este alcaloide se sustituyó por otro estimulante, la cafeína pero no obstante, la Coca Cola sigue usando el extracto de hoja de coca en su preparación.

A finales del siglo XIX había una larga lista de “vinos de coca” como el vino Amargós hecho con quina y coca del Perú, otro era el elixir de Coca Button, de Bolonia en Italia, o el vino de coca Metcaf, de Francia y la «Maltine with coca wine», de Nueva York, entre otras 50 marcas. Estos vinos de coca se recomendaban para niños y adultos como tónico cerebral, para la gastralgia, anemia, neuralgia, abatimiento, para combatir la fatiga, aunque se consumía más con fines recreativos y como euforizante sexual.

El papa León XIII quedó maravillado con el Vino Mariani y en agradecimiento prestó su imagen para la etiqueta y concedió una medalla de oro a su inventor, por “apoyar el ascético retiro de Su Santidad”, y se cree que fue un convenio económico entre el Papa y Mariani.

Había muchos usos a partir del extracto de la hoja de coca como eran las gotas de cocaína para los dolores de dientes y muy apetecidas por los menores, quienes además de aliviarse al instante se sentían enérgicos y de buen humor, lo que agradaba a los padres, pero las tabletas de cocaína de Bayer se hicieron imprescindibles para los cantantes, oradores y maestros, por su “efecto inmediato y eficaz para calmar los dolores de garganta, afinar la voz y reanimar”, lo que hacía rendir al máximo a estos profesionales.

Todos estos antecedentes inciden en Estados Unidos en un grupo fundamentalista, los prohibicionistas, conservadores y falsos moralistas, para iniciar las campañas de persecución en nombre de la fe y la moral.

Se comenzó con el opio, en 1912, cuando los países centrales, como siempre, deciden la prohibición al tráfico no autorizado de opiáceos, morfina y cocaína y severas restricciones para su administración médica.

A partir de 1917, en Rusia y posteriormente en 1919 en Estados Unidos se inicia la prohibición de las bebidas que tenían alcohol, hecho que dejará una negra historia en Estados Unidos con la organización de la mafia y el control de los bares clandestinos y en Rusia acentuó el alcoholismo, hoy una de sus mayores debilidades.

En Estados Unidos, el tradicional poder de grupos religiosos conservadores se reflejó en una mentalidad prohibicionista, base de los grandes problemas de drogas que vivió este país en el siglo XX y que hoy se trata de subsanar. Es así como en 1923 el Departamento de Estado de Estados Unidos prohíbe la venta de todos los narcóticos que venían comercializándose como especialidades autorizadas, a partir de entonces los adictos a la heroína se ven forzados a proveerse con traficantes callejeros, y un año después en 1924 en la Segunda Conferencia Internacional del Opio se incluye al cannabis como narcótico.

En 1940, la moda era fumar, hombres y mujeres, y era uno de los elementos del glamour, según lo dictaban los actores y actrices de la época, la mayoría no se los podría recordar sin el cigarrillo en los labios. Por lo que el consumo es cinco veces mayor que en 1920, dado la propaganda y el gran poder de las empresas tabaqueras.

En 1952, en Estados Unidos comienza a venderse con gran éxito los fármacos tranquilizantes y antidepresivos. En 1954, la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas logra que Perú, Colombia, Bolivia y Argentina reconozcan el carácter adictivo de la masticación de hojas de coca. En 1961, la Convención Única sobre Estupefacientes suscripta en Nueva York por los países miembros de la ONU incluye por primera vez como estupefaciente a las hojas de coca, recomendando la erradicación de los cultivos existentes y fijando un periodo de 25 años para la prohibición definitiva de su consumo. ¿Quién promovió los cultivos ilegales?

Una vez más se impuso en la ONU la fuerza de los países centrales contra los más pequeños y pobres, olvidándose las tradiciones, las historias, las costumbres, era el auge del poder hegemónico imponiendo el abolicionismo, cuyas consecuencias emergen poco después, ¿fue planeado?

En la segunda mitad del siglo XX, las drogas han jugado un papel importante en los conflictos políticos y militares que patrocinó Estados Unidos a fin de poder controlar zonas, desde los grandes productores que protegió, como en el llamado “Triángulo del Oro» (que incluye partes de Tailandia, Myanmar, Laos, Vietnam y Yunnan, en el sur de China), donde se cultivaba de manera común esta droga que en sus orígenes tenía un uso puramente medicinal. Pero algo pasó para que esta situación cambiara en poco tiempo. Cuando los británicos, en 1800 encontraron en los productos chinos una buena fuente de comercio con Europa decidieron empezar una serie de intercambios comerciales entre este país y el Viejo Continente. El opio fue el detonante de las guerras del opio en China, que hizo que los países del Triángulo del Oro empezarán a cultivar el opio con fines comerciales, creando así riquezas que nunca hubieran conseguido con sus cultivos de arroz.

En el siglo XX, en la década de los 50´s, durante la primera guerra entre Afganistán y Pakistán, los otros principales productores de opio del momento, se empezó a regular su plantación y comercialización, luego revalorizado por la guerra de Vietnam donde el ejército de Estados Unidos era un gran consumidor de drogas.

La invasión a Afganistán uno de los principales productores de heroína también tiene motivos en las drogas, al igual que la presencia militar en Colombia, Perú, Paraguay y Bolivia, fueron motivados por la cocaína, hoy ya no hay soldados de Estados Unidos en Bolivia.

Las drogas han pasado de ser un producto para la curación a otro para la entretención, luego fueron condenadas por crear adicción y con ello comenzó la guerra contra estas drogas, que ha logrado hacer crecer el precio a sumas exorbitantes con un alto costo de vidas, todo para que en el siglo XXI, los países desarrollados encabezados por Estados Unidos y Europa, comiencen a legalizarla, ya deja de ser un “demonio” para ser un nuevo negocio, algo que el capitalismo no puede perder.

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