“La única cosa que distingue a los humanos del resto de seres vivos es que es la única criatura sobre la Tierra que intenta demostrar que es diferente del resto de las especies, y además superior a ellas” Paul Chance.
Cuando se habla de colonialismo, se lo hace en tiempo pasado, como si fuera algo que ocurrió hace mucho tiempo y que la mayoría de las personas lo perciben como algo que dejó huellas mayoritariamente negativas en nuestra América.
Esta percepción de considerarlo una página del pasado generralmente se refiere a la conquista y colonización de América, África, Oceanía y gran parte de Asia, que se inicia en el siglo XV con la modernidad, de la cual es su otra cara y tiene una segunda etapa en el siglo XIX con la repartición de África como botín por el triunfo de la revolución industrial y la consolidación del capitalismo como sistema.
De la primera colonización quedan como mayor exponente el idioma, que remplaza a muchas otras lenguas, la unidad lingüística es el cementerio de la diversificación cultural, ya que cada lengua que desaparece es una cultura grande o pequeña, que muere.
De los antecedentes de invasiones y dominaciones quedan en occidente grandes lecciones, la primera fue que Europa estuvo invadida por los “bárbaros”, según el antecedente de la visión colonial que generó el racismo, los que hablan o piensan y no creen lo que creo son barbaros, más si color de piel es diferente, esto se acentuaba.
Siglos después en Europa los “bárbaros” son el cenit de la civilización con epicentro en la actual Alemania y los cultos y refinados son los países más pobres y atrasados de Europa, los países latinos desde Grecia a Italia y desde España a Portugal, ¡qué lección para el racismo!, lástima que no toma nota.
Hoy hay otro espejo en Asia, donde los bárbaros han pasado a hegemonizar gran parte del mundo, con epicentro en China, hoy segundo centro científico mundial y mayor productor de mercancías a nivel global, y el país que más gente ha sacado de la pobreza en la historia del mundo.
Egipto y sus faraones, creadores con mano de obra esclava de las grandes pirámides, son hoy un país muy atrasado, luego que fue ocupado y saqueado por Inglaterra incluido el canal de Suez, transformado en protectorado británico hasta la mitad del siglo XX, en que es independizado luego de muchos intentos y frente a la decadencia del imperio británico y la emergencia de un nuevo líder: Nascer.
Uno de los mayores referentes de occidente es Grecia y su democracia, un modelo “perfecto”, en una sociedad justa, la cual no se daba en la Grecia antigua, donde tuvo democracia con la mitad de la población esclava y la libre se dividía en hombres libres y mujeres sin derecho, una experiencia poco gratificante antes y ahora.
Históricamente, el colonialismo ocultó sus intenciones primero en la religión y de allí saltó a una ideología como fue el eurocentrismo, que hasta hoy se refleja en desarrollados – subdesarollados, centro – periferia, emergentes – dominantes y varias falsas dicotomías que ratifican las diferencias injustificadas.
Hoy escribo de esto desde el futuro para entender el presente y es una noticia muy simple, pero tiene un gran significado, la irrupción de una nueva tecnología que superó en poco tiempo el 3D al 4D, hasta llegar en los últimos tiempos al 7D, una forma de percibir la realidad creada por ordenadores como si fuese totalmente verdadera.
Las imágenes interactivas que se proyectan en los espacios que las personas ven normalmente de manera natural, todo basado en hologramas e hiperrealismo, a los cuales se unen olores, sonidos mediante altavoces sorround y otros elementos como el humo, todo esto para crear un ambiente y sensaciones de lo más realista para el visitante.
En Japón, país referente en los avances tecnológicos, se ha comenzado a poner en práctica esta nueva y novedosa tecnología al crearse en un zoológico muy real pero virtual en el que no hay animales como tradicionalmente era en este tipo de establecimientos, ya que los zoológicos se crearon para presentar lo “exótico” y peligroso como eran los “animales salvajes”, todo esto conceptos tradicionales del lenguaje colonial.
Así se logró que el uso del 7D y los hologramas con todo el conjunto de elementos permitieran a los visitantes sentir la presencia de especies de lo más variadas como si fuesen seres realmente vivos y, a su vez, esta tecnología permite ir un paso más allá, ya que, al no ser animales vivos, las personas pueden acercarse y ‘tocarlos’, llegar a dónde no podrían en un zoológico convencional, gracias a la realidad virtual.
Esta noticia será un gran aliciente para todos los que consideramos inmoral el maltrato animal de diferentes maneras y con distintos justificativos, porque son seres vivos que no merecen ser manipulados como cosas, disociados de su vida, como son los animales que se usan en experimentación o tareas de seguridad.
Los zoológicos son muy antiguos como los grandes imperios, pero lo más moderno que nace en el siglo XIX son los zoológicos humanos exóticos, en el interior de jardines “de aclimatación” montados en ocasiones de las grandes exposiciones universales desde 1870 a 1931, aunque esto siguió hasta el fin del siglo XX.
Estos zoos humanos emergen una década después de la abolición de la esclavitud y terminan como algo masivo antes del holocausto: la destrucción simbólica anticipa la real, ya que lo que cuenta en éstos son las cosas exóticas o anormalidades biológicas como los pigmeos, albinos, jorobados, gemelos unidos, etc.
En estos zoológicos era donde, junto a animales salvajes, en jaulas o recintos, se mostraba individuos «exóticos» como espectáculo para un público ávido de distracción, constituyen la prueba más evidente de la distancia existente entre el discurso y la práctica en los tiempos de la edificación de los imperios coloniales, cuyas trazas aún perduran.
Así se anunciaban «Caníbales australianos, machos y hembras. La sola y única colonia de esta raza salvaje, extraña, degenerada y la más brutal jamás sacada del interior de los dominios salvajes, la más baja categoría de la humanidad».
La idea del zoológico poniendo en escena a pueblos exóticos aparece en varios países europeos en la década de 1870, fue Alemania, donde en 1874 Carl Hagenbeck, revendedor de animales salvajes y futuro promotor de los principales zoológicos europeos, expone individuos de Samoa y lapones como poblaciones «puramente naturales».
En 1876 traen nubios con un éxito inmediato, ya que fueron presentados sucesivamente en diversas capitales, como París, Londres o Berlín y en 1877 el Jardín de Aclimatación de Francia, que buscaba alguna atracción capaz de mejorar la delicada situación financiera por la que atravesaba, éste organiza dos «espectáculos etnológicos» presentando en París a nubios y esquimales.
Entre 1877 y 1912, unas treinta «exhibiciones etnológicas» de ese tipo se realizarán en el Jardín Zoológico de Aclimatación de París, con un éxito constante; en 1889 la vedette fue la torre Eiffel y una de las principales atracciones un «pueblo de negros» con cuatrocientos participantes «indígenas”.
En 1900 logró un total de 5 millones de visitantes la Exposición internacional que tenía, además de los grandes avances tecnológicos, su célebre «cuadro viviente» sobre Madagascar.
Para 1894, «pueblos negros» en la exposición de Lyon, desde entonces no hubo ciudad ni francés que no presenciara en una tarde soleada, entre un concurso agrícola, la misa dominical y un paseo por el lago, una reconstrucción «idéntica» de esas comarcas salvajes, pobladas de hombres y animales exóticos.
Los zoológicos humanos, el auge y el entusiasmo que despertaron, resulta de la articulación de tres fenómenos concomitantes:
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- 1° La construcción de un imaginario social sobre el Otro.
- 2° La teorización científica de la «jerarquía de las razas» consecutiva a los avances de la antropología física.
- 3° La edificación de un imperio colonial en pleno crecimiento.
La construcción de la identidad de toda civilización se efectúa siempre sobre representaciones del otro, las que permiten, por reflejo, elaborar una auto-representación y situarse en el mundo.
Las imágenes ambivalentes del «salvaje», marcadas por una alteridad negativa, pero también por las reminiscencias del mito del «buen salvaje» derivado de Rousseau, se sustituye por una visión netamente estigmatizante de los pueblos «exóticos».
La mecánica colonial de que el indígena es inferior por la imagen comienza entonces a funcionar, y es mucho antes de la gran expansión colonial de la Tercera República francesa registrada entre 1870 y 1910, que culmina con la demarcación definitiva de las fronteras del Imperio de Ultramar, se afirma en la metrópoli semejante conquista de los imaginarios europeos; los zoológicos humanos constituyen sin ninguna duda el engranaje más viciado en la construcción de prejuicios respecto de los pueblos colonizados.
En el siglo XXI, en Oslo capital de Noruega, se abre un nuevo zoológico humano, que según sus promotores la idea es reproducir la pequeña ciudad zoo que ya existió en Oslo en 1914, creada con motivo del primer centenario constitucional, el cual se abrió durante cinco meses, teniendo un pueblo exposición que todos conocían como Villa Congo, donde vivían 80 personas de origen africano, casi todas de Senegal, que reproducían usos y costumbres africanas para deleite de los visitantes, a quien todo aquello les parecía muy exótico.
El zoo del siglo XXI de Oslo le pagó a los posaron como Villa Congo, pero eso no salvaba la idea central: exhibir al diferente, una materia aún pendiente para los ex bárbaros, hoy un país con un alto nivel de vida, que tiene como contraparte una intensa novela negra que pone en el escenario todas sus debilidades, prejuicios y complejos.
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