Un sistema desbordado o una élite sin perspectiva

“El mundo no será destruido por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que lo observan y no hacen nada” Albert Einstein.

Cuando se habla de la deuda de los países, las personas generalmente apuntan a los países más pobres, lo que es relativo, ya que la deuda no es solo un instrumento de los países ricos para aumentar y controlar las economías emergentes, sino que es un mecanismo también usado a su favor mucho más por Estados Unidos, que emite sin control dólares, mientras éste sigue por ahora siendo un medio de transacciones internacionales.

El problema debe ser visto desde un ángulo diferente y es que para los países pobres la deuda es un lastre porque su reducida capacidad de pago es muy diferente y, además, la mayoría de las veces esta deuda no ha generado los resultados que se esperaban en obras, infraestructura y otros.

Desde los años 70, período en que la potencia hegemónica, Estados Unidos, finaliza los denominados “felices 30” (desde la segunda postguerra a 1973) época de auge y expansión del sistema, muchos países ricos accedieron a prestar capital a los países más desfavorecidos, porque éstos estaban organizando su economía ante el final del colonialismo o eran países que querían participar del desarrollo que mostraba Estados Unidos, especialmente el American Way Life (AWL).

Así fue como el Sur adquirió una deuda con el Norte, que no era la tradicional deuda por préstamos para inversiones concretas, sino que oposición se transformó en una deuda ilegítima, ya que se contrajo en términos usurarios y generalmente por gobiernos dictatoriales que no utilizaron esos recursos en beneficio de la sociedad local emergente.

Esta situación asimétrica y, por ende, abusiva, ha generado históricamente una deuda viciada y para algunos no reconocible, lo cual generó grandes represalias, como el caso argentino en la negociación de su deuda “inmoral”, que llevó a extremos de embargar la fragata de la Escuela Naval, muchas acciones derivadas de dictámenes de juzgados de Estados Unidos, que era el respaldo de los famosos “fondos buitres” o para otros, golondrinos.

Las elevadas cifras que están recuperando no suponen apenas ninguna variación en sus presupuestos, mientras que algunos de los países pagadores están destinando la mitad de su PIB a suplir esta deuda con los países ricos, disminuyendo así su posibilidad de invertir en programas sociales.

Países endeudados en relación al PIB. 2012

– Zimbabue: 202%

– Grecia: 158%

– Jamaica: 146%

– Eritrea: 125%

– Italia: 126%

– Portugal: 122%

– República de Irlanda: 117%

– Granada: 112%

En la década de 1990, el consenso avalado por el Fondo Monetario Internacional era que un 60% de deuda pública en relación al PIB constituía un umbral prudente para un país desarrollado, mientras que en una nación en desarrollo debía ser un 40%.

En la actualidad los diez países con mayor deuda son:

Deuda del gobierno en millones de dólares.

Países Monto de la deuda PIB Millones Euros Año del PIB
Estados Unidos 19.048,025 17.164,380.€ 2017
Japón 10.427,568   4.312,910.€ 2017
China   4.782,537 10.120,246.€ 2016
Italia   2.455,004   1.716,935.€ 2017
Francia   2.376,977   2.291,705.€ 2017
Alemania   2.369,173   3.263,350.€ 2017
Reino Unido   2.238,418   2.324,293.€ 2017
India   1.569,437   2.045,704.€ 2016
Canadá   1.412,252   1.464,610.€ 2017
Brasil   1.408,985   1.623,146.€ 2016

Fuente: IMF, BIS, World Bank.

 

Entre los países más endeudados está el líder del sistema en la actualidad, Estados Unidos, y Japón que lleva una generación completa en crisis desde comienzo de los 90 y no lo ha podido superar, y el caso de Italia que está en crisis similar a la de Grecia, aunque con mucho mayor PIB. La deuda china está muy por debajo del 50% del PIB, el resto no, ¿será que hay un capitalismo racional y otro no?

En la actualidad, la deuda mundial llega a la suma de 164 billones de dólares, lo cual es un récord ya que esta deuda significa el 225% del PIB global, lo cual pone en peligro la recuperación económica principalmente de los países más pobres que son los que llevan un gran peso en su deuda, ya que si se cobrara por habitante del globo ésta sería de 21,866 euros, que más del 80% de la población mundial nunca lo podría pagar.

En el caso de España, el salario medio anual más habitual es de 16,500 euros, y para los emergentes puede ser mucho menos que la mitad de esto.

La deuda actual es un efecto de la crisis financiera de 2008. Una crisis generada por la enorme burbuja de productos financieros, el increíble auge de las bolsas y el “boom inmobiliario”, porque un gran volumen de valores se alejó cada vez más del crecimiento de la economía productiva real a la que supuestamente representaban y la distorsión terminó enfrentado a la especulación con la realidad.

Este enorme crecimiento del denominado “capital ficticio” trata de resolver la caída de los beneficios capitalistas en la economía productiva en relación al volumen de inversión necesario y para tapar ese enorme agujero financiero se inyectaron cantidades estratosféricas de dinero, a la par que se devaluaban los salarios y se aplicaban recortes sociales; la soga siempre se termina cortando por el lado más débil, los más pobres.

Así, la deuda media del conjunto de los países capitalistas centrales alcanza el 105% de su PIB, y un tercio de ellos deben como mínimo el equivalente al 85% del tamaño de sus economías, lo que es tres veces más que la situación en el año 2000.

Esta compleja situación que se refleja en el poder de  muchas maneras y con interpretaciones muy diferentes, crearon su propio “monstruo”: Trump, un  vendedor exitoso de bienes raíces que movido por su propio gran ego y el servicio de los más ricos que, en esta post democracia neoliberal, prefieren regímenes autoritarios ya que los seres humanos son piezas de recambio, sin derechos, anticipo del tiempo que vendrá, la economía post-humana, bajo el dominio de cuarta revolución industrial ya en consolidación.

Su política forzará a los países del TLC: México, Canadá y los europeos, a buscar nuevos socios y aliados ante la actitud de provocador de barrio y no presidente que tiene hoy en el consenso mundial, a diferencia de China y Rusia que, integrados como aliados en el Acuerdo de Cooperación de Shanghái, están sumando aliados no solo comerciales sino también militares como es el caso de Irán.

¿Un escenario apocalíptico?

Mientras los gobiernos centrales no logran acordar un modelo para controlar los conflictos que ellos generalmente provocan, el mundo estará siempre como rehén de países, bandas terroristas y conflictos bélicos, acorde a las necesidades de la industria de armas en todas sus dimensiones.

Walter Scheidel, profesor de Historia en la Universidad de Stanford, nos cuenta una de esas verdades desagradables en su último libro “The Great Leveler. Violence and the History of Inequality”. La disparidad de poder y, por tanto, de acceso a los recursos ha sido una constante a lo largo de los siglos, y aunque se la ha nombrado de diversas maneras, el fenómeno es el mismo, y al contrario de lo que solemos creer es, en entornos estables y pacíficos, cuando esas desigualdades aumentan.

Cuando el crecimiento económico tiene lugar es aprovechado por las partes favorecidas de la sociedad para acumular recursos y para disminuir los que el resto posee. Y según Scheidel, ese deslizamiento de ingresos y bienes hacia quienes están en la parte más elevada de la pirámide social se produce en órdenes sociales asentados y duraderos.

Las guerras, las revoluciones violentas, los colapsos estatales y las epidemias son los grandes reductores de la desigualdad, y la igualdad, solo se ha generado a lo largo de la Historia gracias a lo que llama los “cuatro jinetes de la nivelación”: grandes guerras, revoluciones violentas, colapsos estatales y epidemias. Tras esos acontecimientos traumáticos, la tendencia general da marcha atrás y las sociedades se vuelven más igualitarias. Recordemos la crisis del 30’ y el hecho que el 50% aproximado de los norteamericanos estaban en la pobreza y una década y media después era el país más rico y con el mejor modelo de nivel de vida: el AWL.

Scheidel concluye que no ha habido mecanismos pacíficos eficaces para reducir las diferencias, y aquí la teoría tiene un “bache”, ya que China en dos décadas sacó más de 400 millones de ciudadanos de la pobreza; Qatar, Baréin, Omán y los Emiratos Árabes Unidos en tres décadas y con planificación han logrado los niveles de vida más altos del mundo actual.

Esta tesis es perturbadora porque señala, en esencia, como en tiempos de paz y de prosperidad, las élites, aquellas que poseen el poder y los recursos, aprovechan la estabilidad para seguir acumulando poder y recursos. Y esto es justo lo que está ocurriendo: desde las grandes cifras hasta los pequeños hechos cotidianos, todo parece constatar que esa brecha entre los que tienen y los que no está ampliándose. Ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la Tierra; la clase media, ese resorte de estabilización política y material del sistema occidental, está menguando de una forma muy apreciable, y aparecen nuevas bolsas de pobreza, incluso entre las personas que cuentan con un salario.

¿Cuándo y cuál de los jinetes será el encargado de desestabilizar para luego poder reducir las asimetrías?

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